Murió hace 100 años y no lo perdonan

Jorge Herrera Valenzuela

R A F A G A

Murió hace 100 años y no lo perdonan

Murió hace 100 años y no lo perdonan
Política
Junio 29, 2015 13:13 hrs.
Política Nacional › México Ciudad de México
Jorge Herrera Valenzuela › diarioalmomento.com

Este jueves 2 de julio se cumplen 100 años del fallecimiento del oaxaqueño Porfirio Díaz, en Paris, Francia. Carmelita Romero Rubio, su viuda, lo enterró en la iglesia de Saint Honoré d´Eylau, con la idea de trasladar los restos a su querido México y al no cumplirse ese deseo, determinó sepultar los restos en el Panteón de Montparnasse. Desde la década de los años veinte del siglo pasado comenzó el movimiento para repatriar los restos del héroe de la Batalla del 2 de abril de 1867 en Puebla y de recuperar el 15 de junio de ese año la Ciudad de México.

Ni en los veinte, ni en los cincuenta y tampoco en los sesenta tuvieron éxito las gestiones para traer los restos, de hecho convertidos en polvo, para depositarlo en un panteón de la capital oaxaqueña. Se opusieron los “ultrarrevolucionarios”, también los herederos de quienes participaron en la fratricida revuelta por conquistar el poder, más adelante las voces de los modernos “revolucionarios” tronaron contra Porfirio Díaz, el dictador que el 25 de mayo de 1911 renunció a la Presidencia de la República y partió en el buque “Ipiranga” del puerto de Veracruz a Paris.

José de la Cruz Porfirio Díaz Mori, nombre que aparece en su fe bautismal, tuvo tres etapas muy importantes en sus 85 años de existencia. Inquieto joven que pretendió ser licenciado en Derecho y fue alumno de Don Benito Juárez, decidió, con mucho arrojo, entrar a la milicia; tuvo triunfos y derrotas, indisciplinado estuvo varias veces preso en cuarteles y prisiones, de donde escapaba. Demostró habilidad, destreza y astucia en los combates para alcanzar el grado de general; en la Batalla del 5 de mayo de 1862 su intervención fue factor decisivo para derrotar a los franceses.

Cuando Porfirio Díaz decide participar en la política, luego de enfrentamientos con su paisano Benito Juárez y de oponerse a la reelección presidencial de Sebastián Lerdo de Tejada, en 1876 asume sin derecho la Presidencia de la República y la comparte con el “legalista” José María Iglesias que también desconoce a don Sebastián. Díaz le “encarga” la presidencia al genera poblano Juan N. Méndez y en 1880 impone a su compadre el tamaulipeco Manuel “El Manco” González.

A partir del 1 de diciembre de 1884 y hasta el 25 de mayo de 1911, se contempla la tercera etapa de Porfirio Díaz. Destaca inicialmente por sus programas de progreso para México y aún quedan huellas de ello. Pero, el pero que nunca falta, el paso de los años lo convirtieron en un gobernante que se olvidó de su humilde origen, se alejó de los campesinos, el poder lo ejerció sin escrúpulos, protegió a los poderosos, se crearon cacicazgos, reinaron las tiendas de raya en agravio de las familias rurales.

Transcurridos cien años de la muerte de este hombre que sigue siendo punto polémico en la política mexicana. No lo perdonan quienes consideran que fue un dictador y por tanto no merece reconocimiento oficial ni popular. No se requiere ningún permiso para traer “los pulverizados restos”, lo que pretenden los descendientes de quien detentó el poder presidencial por poco más de 30 años, el doble que su ilustre paisano Benito Juárez. Son los únicos dos oaxaqueños que fueron Presidentes de México, por ¡45 años!

Como parte del breviario cultural: además de Porfirio Díaz, en Francia murieron los presidentes: el queretano Francisco León de la Barra y el duranguense Juan B. Ceballos (Juan Bautista Loreto Mucio Francisco José de Asís de la Santísima Trinidad Ceballos Gómez Saludo), mientras que el potosino Mariano Arista (José Mariano Martín Buenaventura Ignacio Nepomuceno García de Arista Nuez) expiró en un barco antes de llegar a Lisboa, Portugal. El héroe de Colotlán, Jalisco, Victoriano Huerta, falleció en un hospital de El Paso, Texas.

Los tres restantes presidentes que no murieron en tierras mexicanas fueron el veracruzano Sebastián Lerdo de Tejada y Corral, y los sonorenses Plutarco Elías Calles (Francisco Plutarco Elías Campuzano) y Abelardo L. Rodríguez (Abelardo Rodríguez Luján); aquel en Nueva York y los dos en San Diego, California. Los restos de Lerdo de Tejada y de Arista están depositados en la Rotonda de las Personas Ilustres, fundada precisamente por don Sebastián con el nombre de Rotonda de los Hombres Ilustres, pero cambió en el régimen de Vicente Fox, porque en ese espacio también reposan restos de varias mexicanas.

PREGUNTA PARA MEDITAR:

¿Sería una afrenta para México y sus más de cien millones de habitantes que se hiciera un reconocimiento al coronel Porfirio Díaz?

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