Mi reconocimiento al médico Fernando Calderón Ramírez de Aguilar por compartir las reglas básicas de vivir después de cumplir, dice, 65 años. Hay quienes llegamos a más edad y las incumplimos. Reconocemos, claro que sí, que aún hay fuego en el alma. Vida en los sueños. Recuerdos amables que no olvidamos, porque cada día es un nuevo comienzo. Así de fácil y verdadero. -
Es hora del dinero que ahorró durante toda su vida, usarlo para usted, no para guardarlo. Y lo disfruten los que no conocen el sacrificio de haberlo conseguido. Recuerde que no hay nada más peligroso que un yerno con ideas. Cuidado: No es época de inversiones por maravillosas que parezcan, estas solo le traerán angustias y estamos para tener mucha paz y tranquilidad.
Deje de preocuparse con la situación financiera de hijos y nietos; no se sienta culpable de gastar su dinero en usted mismo. Probablemente, usted ya les ofreció lo que fue posible en la infancia y juventud como una buena educación. Ahora por tanto, la responsabilidad es de ellos.
Ya no es época de sostener a nadie de su familia; sea un poco egoísta, más no usurero. Tenga una vida saludable, sin gran esfuerzo físico. Haga gimnasia moderada y aliméntese bien.
No olvides que después de muerto el dinero solo genera odios y rencores. Nada de angustiarse por poca cosa: sean los buenos momentos que deben ser recordados, sean los malos que deben ser olvidados.
Independiente de la edad, mantenga vivo todo tipo de amor y de ternura. Sabrán corresponderle.
Esté en todo momento limpio, tome un baño diario; sea vanidoso, visite frecuentemente a su peluquero, arréglese las uñas.
Nada de ser muy moderno. Sin ser clásico. Es triste ver a adultos mayores con peinados y atuendos hechos para jovencitos.
Respete la opinión de los jóvenes a pesar de que a veces pueden estar equivocados. Jamás use la expresión “en mis tiempos”, pues su tiempo es hoy.
No caiga en la tentación de vivir con los hijos o nietos aunque de vez en cuando vaya unos días como invitado. Consiga más bien una empleada que le acompañe y colabore con las tareas del hogar.
Leer. Viajar, caminar, cocinar, danzar, cuidar de plantas, jugar cartas, pintar. Haga lo que le gusta y lo que sus recursos le permitan. Acepte todas las invitaciones de bautizo, grado, cumpleaños, casamiento, conferencias. Visite museos, baile, vaya al campo. Es muy importante salir de su casa por un rato. Pero no se disguste si no lo invitan porque a veces no se puede. Seguramente cuando usted era joven tampoco invitaba a sus padres a todo.
Hable poco y oiga más pues su vida y su pasado sólo le interesan a usted mismo. Si alguien le pregunta sobre esos asuntos, sea breve y procure hablar de cosas agradables. Jamás se lamente de algo. Hable en tono bajo y con cortesía. No critique nada, acepte las situaciones tal como son. Todo es pasajero. Recuerde que pronto volverá a su casa y a su rutina.
No permanezca pegado a la religión y menos ahora de viejo, como fanático. Lo bueno es que en breve, seguramente, podrá hacer sus pedidos personalmente. Sí ría. Ría, ría mucho, ría de todo, se ha tenido una vida, una larga vida, y la muerte será solamente una nueva etapa incierta, así como incierta toda su vida.
Si alguien le dice que ahora no hace nada de importancia, no se preocupe. Lo más importante ya fue hecho: usted y su historia, buena o mala, ya sucedió.
Por eso recuerda a Mario Benedetti, que dice:
“No te rindas, por favor no cedas aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se ponga y se calle el viento. Cada día es un comienzo nuevo, porque ésta es la hora y el mejor momento”.
Y tengámoslo muy presente.
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