BAJO FUEGO

José Antonio Rivera Rosales

El presidente desnudo

BAJO FUEGO

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Seguridad
Julio 19, 2015 14:51 hrs.
Seguridad Estados › México Guerrero
José Antonio Rivera Rosales › codice21.com.mx

La fuga de Joaquín Guzmán hundió en el más absoluto descrédito al gobierno de Enrique Peña Nieto.

Para agravar las cosas, días después del famoso escape el fracaso de la ronda de licitaciones de áreas de exploración de petróleo mexicano, constituye un preludio sombrío del fracaso de la Reforma Energética, dado el escaso interés mostrado por los consorcios petroleros más importantes del mundo.

Tanto la fuga como el fracaso de las licitaciones anticipan un futuro nada radiante tanto para la economía como para la estabilidad interior de México, consecuencia del desastre que constituye la administración peñista, caracterizada por una frivolidad ofensiva para millones de mexicanos.

El fracaso de la ronda uno de licitaciones parece traer aparejado un interés cada vez más disminuido de los consorcios internacionales que, en teoría, le inyectarían dinero a raudales -algo así como unos 18 mil millones de dólares en una primera etapa- a la descapitalizada industria extractiva, lo que permitiría subsidiar inversiones de interés social para México.

Sin embargo, tal parece que no es así. Los cálculos oficiales, que estimaban un crecimiento para 2016 de al menos un 3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), se estarían yendo al más pavoroso fracaso, lo que en definitiva impactará en las finanzas públicas como en las del sector privado, que no encontrará alicientes para generar nuevos empleos. Actualmente los cálculos más conservadores estiman el crecimiento en 1.8 por ciento, el más bajo de los últimos 30 años. En pocas palabras, la economía se está yendo al carajo

Por otra parte, si las amenazas vertidas por Guzmán Loera a través de redes sociales son verdad, como parecen serlo, entonces el mandatario tiene un verdadero motivo de preocupación aún por su seguridad personal.

Revisemos la situación: a fines de febrero de 2014, cuando recién habían capturado al capo Joaquín Guzmán Loera sin disparar un solo tiro, una cadena televisiva difundió comentarios de Phil Jordan, un experimentado investigador cuyo desempeño le permitió ser Director de Inteligencia de la DEA, la agencia antidrogas del gobierno norteamericano.

Sus palabras fueron: “Yo nunca habría pensado que con el PRI lo iban a arrestar, porque El Chapo Guzmán metió mucho dinero a la campaña de Peña Nieto. Así es que me sorprendió cuando lo arrestaron ahí en Mazatlán”.

Cuando el entrevistador le preguntó qué datos o evidencias tenía para decir que el capo había invertido en la campaña de Peña Nieto, el exagente contestó: “Eso está documentado en la inteligencia de los Estados Unidos. Yo no te puedo presentar papeles pero yo sé, en la inteligencia que tenemos, que El Chapo siempre ha estado metido en la política”.

El exagente de la DEA también reveló que, de acuerdo con las estimaciones de la inteligencia norteamericana (DEA, CIA, NSA), el capo había invertido muchos millones de dólares en la campaña de Vicente Fox. Y da la grandísima casualidad que cuando Fox arriba al poder, El Chapo Guzmán protagoniza su primera fuga, en enero de 2001.

Si es verdad que había alguna conexión financiera entre las estructura de Guzmán Loera y Peña Nieto, entonces es bastante probable que el capo sinaloense viera como una traición su captura en febrero de 2014.

Versiones de prensa han dado cuenta de que Peña Nieto fue uno de los últimos en enterarse de la aprehensión de El Chapo, la cual habría sido organizada mediante un trabajo de equipo entre la DEA y la Armada de México, aunque otra versión procedente del círculo familiar del capo aseguraba que éste había decidido entregarse bajo ciertas condiciones. Una de esas condiciones habría sido no ser extraditado, jamás, a los Estados Unidos.

Como haya sido, el caso es que el capo en libertad constituye ahora uno de los mayores problemas para la seguridad nacional, dado que podría iniciar una escalada violenta contra quienes lo traicionaron. Su escape de la prisión emblemática del concepto de alta seguridad, como haya ocurrido, lo convirtió en una figura mítica para el narcotráfico mexicano.

En el ínter, su ingreso a prisión le dio la oportunidad de concretar acuerdos con otros capos recluidos, lo que le permitiría echar mano de los grupos y estructuras dispersas de lo que antes fueron los grandes cárteles, precisamente como sucedió en 2001, cuando después de su salida orquestó un concierto de mandos que fue conocido como La Federación, que tuvo vigencia hasta 2004, cuando un diferendo interno terminó por reventarla.

Esos conflictos fueron con Vicente Carrillo, el jefe del Cártel de Juárez, en 2004, y con Arturo Beltrán en 2008, debido a desacuerdos de negocios que terminaron con episodios de violencia, lo que obligó a
El Chapo a resguardarse limitando así sus metas de crecimiento.

Ahora, con la lección aprendida, podría repetirse la historia. Sólo que con seguridad el capo echará mano de todo su arsenal y su experiencia para abatir posibles obstáculos en el camino, como pudiera ser el Cártel Jalisco Nueva Generación (CGJN), a quienes con bastante probabilidad convertirá en sus aliados. Debemos recordar que el CJNG fue fundado por Ignacio Nacho Coronel, viejo amigo de Joaquín Guzmán.

Si los mercenarios del CJNG fueron capaces de derribar un helicóptero tan poderoso como el EC-725, qué no será capaz de hacer esa fuerza puesta al servicio de El Chapo Guzmán.

De verdad el gobierno tiene razón para preocuparse.

Y sí: el presidente está desnudo.

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