Otro cafecito, por favor.

Carlos Ravelo Galindo

En las Nubes

Otro cafecito, por favor.

Otro cafecito, por favor.
Política
Julio 20, 2015 20:36 hrs.
Política Nacional › México Ciudad de México
Carlos Ravelo Galindo › diarioalmomento.com

El periodista y escritor José Antonio Aspiros Villagómez en respuesta a “te invito un café”, transforma la oración en acción y nos hace comprender que se pierde la confianza en la eficacia de las palabras. Y, sin más nos dice:
“Más que aceptada tu invitación a tomar un cafecito; sin azúcar, en mi caso. Y muy interesantes tus Nubes de hoy, con la obligada mención al café La Habana (aunque ya me parece muy cargado el que sirven ahora, pero antes eran una delicia también los sesos a la riojana).
Te faltó mencionar el café Gran Premio con sus exclusivos tamales, aunque nada que ver éstos con el café (esquina de Antonio Caso y la otra, a una cuadra de la Fstse).
Y no estoy seguro si fue en el Florian o en el de junto, donde mi mujer y yo tomamos café en Venecia (¡diez años ya, snif!, sólo me queda la foto), pues en todo caso faltarían nuestros ilustres nombres (je je) entre los que mencionas en tus Nubes.
Hace tres años leí un pequeño y sabroso libro sobre el tema y escribí lo siguiente, si es que gustas leerlo”.
Su título, mencionamos nosotros es “Doble vicio: los libros y el café”. 13 de julio de 2012. Su autor, obvio, don José Antonio.
Integro lo compartimos contigo. Disfrútalo, con un buen y aromático café humeante.
“Es imperdonable pasar por una librería y no entrar, o entrar y no salir con un nuevo libro que no tiene que ser necesariamente el best seller del momento ni uno de los clásicos pendientes de leer, sino tal vez algo para el divertimento como por ejemplo ¡Cuidado! Café cargado, un volumen de 255 páginas compilado por Victoria García Jolly y publicado en 2010 por la Editorial Otras Inquisiciones.
Desde luego, es un libro dedicado a los adictos y resulta provocador cuando menciona que Balzac tomó 50 mil tazas de café mientras escribió La comedia humana y que Voltaire “bebía la estratosférica cantidad de 50 a 72 tazas al día”.
Contiene datos, frases, notas, dichos, citas, cifras, historia, poemas y relatos acerca de cuanto pueda interesar a quienes tienen el vicio del café, cuyo grano fue descubierto hace tres mil años en Etiopía. Desde luego, comenta que “la cafeína es la única droga 100% legal” y menciona tanto sus efectos como sus beneficios.
El volumen tiene un tamaño muy cómodo y un diseño atractivo, con letra grande y tipografía variada. Sus textos son breves y sus ilustraciones abundantes. Los datos están bien repartidos y su lectura no cansa ni cuando trata sobre frías estadísticas según las cuales, los principales países productores, México entre ellos, no destacan entre los mayores consumidores del mundo.
Por sus páginas desfilan pequeñas historias de los principales cafés de algunas ciudades del orbe como París y Venecia (lugares donde tuvimos el acierto de saborearlo), e incluye La Parroquia, La Habana, El Jarocho, Café de Tacuba y otros establecimientos mexicanos también atinadamente visitados ya.
Refiere las diversas maneras que existen para preparar esa bebida, desde la más sofisticada hasta el peor café del mundo, pasando por el que lleva canela y piloncillo, con ilustraciones del tipo de cafeteras requeridas y las tazas y vasos de uso común.
También le da su golpecito a la cadena Starbucks, donde el café no es lo importante ni lo mejor, sino un pretexto, y si bien en otro momento menciona al inventor del exitoso café soluble instantáneo -un médico guatemalteco-, omite el tema de las cafeteras para cápsulas, tan de moda en la actualidad.
El libro forma parte de la Colección Vicios, que se inició con Fumar es un placer y promete futuras publicaciones acerca de sexo, cerveza, vino, chocolate, chicle y té. Los editores reconocen que se trata de una serie “políticamente incómoda” porque fomenta tales excesos, los cuales “pueden no ser tan malos si se ven desde el otro lado” y nos permiten percibir la vida “de diferente manera”.
A juzgar por una cita de Voltaire en esta obra, si a Napoleón lo hubieran envenenado con café y no con arsénico, habría vivido más años.
Cafetómanos del mundo: buen provecho y feliz lectura”.
Hemos sido honestos siempre al afirmar que compartir una buena redacción enaltecedora permite, al que lo aprovecha y a quienes lo leen, estar de acuerdo en que de los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso sin duda es el libro.
.craveloygalindo@gmail.com

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