Una queridalectora que vive en Cancún me dice sobre el renovado romance entre Cuba y EU:

“Yo he estado en la isla 4 veces. La penúltima vez fui en una delegación mexicana de turismo, invitados por el gobierno de Fidel, y por invitación del secretario de turismo estatal. Solamente íbamos dos damas en la delegación: Martha y yo. Todos éramos del sector turismo.

Llegamos en esa ocasión al Nacional, un hotel que guardaba todavía la majestuosidad de los tiempos de bonanza. Le pregunté a Martha qué se iba a poner para el evento de la noche inaugural (era un viaje a bordo del barco Tropicana (nombrado como el cabaret). Me enseñó la ropa de noche que había escogido para ir a bordo.

Cuando la vi, le dije: “Martha, ¿no te parece que es demasiado suntuosa? Aquí las damas vestirán algo más sencillo.” “Tienes razón”, me contestó”, ¿tú qué te vas a poner?” “Bueno, yo me pondré un vestido negro, con un collar de perlas, con sus aretes y su pulsera, mis tacones altos negros, y punto.” “Bueno”, me dice, “yo buscaré algo, como dices tú más discreto, para no hacerlas sentir mal a las damas.”

Dicho y hecho. Llegamos a la barandilla del barco, subimos, y cuando hicimos entrada a bordo, nos cayó el veinte. Todas las esposas de los anfitriones estaban vestidas al último grito de la moda, con alhajas y joyas muy suntuosas. Nos dio tanto coraje, que nos regresamos al hotel para cambiarnos y vestirnos al último grito de la moda y con alhajas, lo mismo igual, para que no dijeran que las mexicanas éramos menos.

Nos dieron una vuelta por todo lo largo de la isla, con música atronadora de tambores que yo ya quería tirarme por la borda. La cena consistía, a escoger, langosta o pollo. Naturalmente que todo el mundo escogió langosta.

Allí conocí a Osmany Cienfuegos, el hermano mayor de Camilo (1932-1959, muerto en accidente, desaparecido o asesinado, según versiones diferentes). El tipo nos echó el humo de su habano toda la noche y no me soltaba. Naturalmente que por cortesía yo conversé buen rato con el, ya que iba solo. Pero para eso de las 4 de la mañana, yo pedía esquina con la música de tambores.

Eso de que el pueblo cubano sufre, pues sí es cierto. Por ejemplo, a ellos no se les permite entrar a las diplotiendas como a los extranjeros. Ellos viven con su tarjeta de racionamiento, pero el buró político se ha dado la gran vida durante más de 50 años. ¡Así que los desprecio! Es cierto que tienen un sistema de salud excepcional y también tienen un buen sistema educativo, pero vas a una librería y solo encuentras libros de adoctrinamiento. En Cuba, si no estás con el dictador, estás en contra, te vas a confinamiento y te aplastan. No hay libertades de nada.

Dime cómo voy a sentir simpatía porque Cuba reanude relaciones con USA. A nosotros los cancunenses no nos beneficia en nada. Al contrario. La curiosidad de conocer el sistema de ellos llenará hoteles como el Nacional, el Habana Libre (antiguamente Hilton), el Riviera y otros más, pero viven una farsa. Acá nos han invadido unos cubanos de los peorcito que por culpa de su gobierno dictatorial solo llegan a asaltar, robar y hacer toda clase de tropelías.”

RIQUEZA VERBAL

El idioma inglés tiene 1.1 millones de palabras, diez veces más que las que tenía en tiempos de Shakespeare. En cambio, la versión más actualizada del diccionario de la Real Academia Española contiene 90 mil vocablos (de las 300 mil palabras que tiene el español). Una estimación del alemán moderno arroja la cifra de 5.6 millones de palabras (por si creías que es un idioma no muy difícil de aprender). Pero la idea de que cuantos más palabras tenga, mejor es una lengua, parece gozar de una extraña vigencia, inmune a las constantes y bien fundamentadas críticas.

OOOOOOMMMMMM
Recuerda meditar cuando puedas, cuanto puedas.



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