El Ciclo se ha cumplido. El año 2015 fue dejando nuestras almas marcadas de cicatrices. Huellas de una violencia que nadie merece.

En los estertores del año viejo quedan señas de una humanidad sumamente violenta, masacradora, inspirante de una espiral que tiene como fuerza propulsora la drogadicción, a la cual son adictos millones de seres humanos en el orbe.

Acapulco, por su generación económica, con su fuerza social y su mercado clandestino, tiene las condiciones de naturalidad donde germina una gran concentración de malestares que afectan a la sociedad. La pila de cadáveres que se amontonan diariamente en la morgue y que no tienen ninguna clase de identidad personal ni geográfica: son los hijos de nadie, como si los jóvenes extraídos de los estratos inferiores de la comunidad humana fueran eso: desperdicio, lastre inservible.

En estas fechas de sentimientos solidarios, de brumas nostálgicas por la melancolía. Cuánto quisiéramos que el hombre le abriera la puerta de su casa a los peregrinos y les diera posada para que el espíritu de la navidad trasminara a nuestros corazones. Qué duro es contemplar que la carnicería no cesa. Que la maldad se acumula en los intereses de la criminalidad y entonces nos preguntamos por qué existen insectos en la naturaleza que toman como alimento las vísceras de sus padres vivos y se los comen hasta matarlos: poseen tal modalidad los escorpiones y uno que otro rapaz también utiliza para matar el hambre, a sus progenitores. Nosotros… ¡también!

Pero el hombre piensa. La mente es el principal elemento de la estructura civilizada del ser humano. Descubrimos el fuego, y con temor evacuamos las cavernas. La ruta de la vanguardia, el avance y las mejoras de nuestro progreso acumulan tragedias abominables que se inician con el primer exilio cuando Dios expulsa a Adán y Eva del Paraíso. La Torre de Babel es otra muestra de nuestra inercia. La Muralla de China, el primer conato de atajar a los migrantes. Nada igual a las tumbas de los faraones intentando la plebe detener con moles irreprochables, la veloz fuga de la muerte. Con el cálculo y las matemáticas, con Pitágoras y Tales de Mileto, la doctrina de Cristo: si te pegan en una mejilla, ofrece la otra y las bienaventuranzas.

Y nada ha cambiado. El mundo es tan feroz y primitivo como en sus mocedades. Obligando a preguntarnos por… el saber, la cultura, la educación, el arte, la ciencia, las religiones, la sabiduría…?

Decía Bolívar El Libertador cuando miró deshechos sus esfuerzos y tiranizadas sus colonias emancipadas: “He arado en el mar”. Qué es lo que hicimos nosotros, esta generación que gime ante tanta orfandad multiplicada… ¿En qué pantanos nos pudrimos. Cuál fue el albañal, la cloaca que escogimos para encauzar el sanguinolento derrame que sufrimos. Qué estamos pagando…???

Padre nuestro que estás en los cielos, te queremos, nos urges, te necesitamos aquí en Guerrero. Mientras la prohibición de la droga hace ingeniería de rebaños que sirven a la delincuencia, no supera La Federación su pereza y sigue manteniendo incólume su fórmula fallida de policías-delincuentes. El criminal es un ser excluido de la vértebra económica de la sociedad. Es necesario insertarlo en la producción lícita del mercado para que se regenere trabajando.

PD: “Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”: La Biblia.