Sí, es un regalo

Carlos Ravelo Galindo

En las Nubes

Sí, es un regalo

Sí, es un regalo
Entretenimiento
Febrero 01, 2016 11:38 hrs.
Entretenimiento Nacional › México Ciudad de México
Carlos Ravelo Galindo › diarioalmomento.com

María de Villota tituló uno de sus libros “La vida es un regalo” (falleció a los 33 años). Nosotros nos atreveríamos añadir que dentro de la vida, la vejez es otro regalo, añadido. Aún cuando le moleste a Christine Lagarde, directora general del Fondo Monetario Internacional. Para ella los que han cumplido más de 70 años “son una amenaza para la economía global” Ni modo. Demanda hacer “algo” con los ancianos que viven demasiado y más si son jubilados o pensionados. Habrá cruzado por su mente el genocidio. No lo dudamos.
Ante este desplante oficial de quien otorga mundialmente los prestamos económicos, surge la razón del escritor y periodista don Octavio Razziel García cuando concluye que: “quienes piensan que peor era imposible, están equivocados”.
Ella, la dama funcionario, la pone de manifiesto. Le da la razón.
Ante sus críticas al “vejestorio humano”, ojalá llegue, vale la pena recordarle algo del tránsito por la vida de los “viejitos” y también a quienes la aplauden como si mataran mosquitos.
Empecemos poco a poquito: uno de los días más felices de nuestra vida fue cuando cumplimos los 18 años Y al llegar a los 21. Ya éramos mayores.
Llegamos a los treinta, y nos acercamos a los cuarenta. Caramba. Qué sucede. Cómo corre la vida.
Antes de darnos cuenta llegamos a los cincuenta, y nuestros sueños de juventud empezaron a nublarse.
Sin poder controlar la velocidad alcanzamos hasta los sesenta. No podíamos creer que fuera verdad. Luego entramos en los setenta.
Después de esto, es cosa de ir más despacio, día a día; mes a mes; año con año. Empezamos a darnos cuenta que ya éramos viejos, pero nos revelamos
Porque también nos percatamos de muchas cosas más.
Como por ejemplo, que envejecer con sabiduría, no es envejecer. Envejecer no es preocupante. Pero ser visto como un viejo, sí que lo es.
Se envejece cuando lo nuevo nos asusta. Cuando no maduramos. Nos cerramos a las nuevas ideas y nos volvemos radicales!
Envejecemos también cuando pensamos demasiado en nosotros mismos y nos olvidamos de los demás. Si dejamos de luchar
En una palabra: Se llega a viejo si nos sentimos así. No cuando se arruga nuestra piel, sino cuando se arrugan nuestros sueños y nuestras esperanzas.
O cuando nos acusan de ser un estorbo porque somos jubilados o pensionados. Y amenaza para los que vienen atrás.
Los de edad mayor, los grandes, somos como los vinos: la edad estropea los malos, pero mejora los buenos.
No hay que olvidar, tener en cuenta, diario, que en la juventud aprendemos. Con la edad comprendemos. Porque la vida sólo puede entenderse al mirar hacia atrás. Pero vivirla, el mirar hacia adelante.
Sólo hay dos cosa que podemos perder: el tiempo y la vida. Lo segundo es inevitable, lo primero, imperdonable.
Todos estamos matriculados en la escuela de la vida, donde el maestro es el tiempo y nosotros ya estamos a punto de recibir nuestro título máximo.
Cuando no podamos correr, caminemos. Cuando no, usemos el bastón. Pero nunca detenernos. Haz del pasaje del tiempo una conquista y no una pérdida.
“Yo tengo edad pero no soy el más viejo. No existe edad, somos nosotros quien la creamos. Si no crees en la edad, no envejecerás hasta el día de tu muerte. Así lo creemos y repetimos. Vivimos nuestro futuro y no lo podemos desperdiciar”. Repetiríamos.
Merece ser vivido con intensidad, generosidad, serenidad, ilusión, comprensión, amor y alegría. Si alguien piensa que ahora los viejos, como nos llaman los que pronto nos alcanzarán, no hacemos algo de importancia, no nos preocupe. Lo más importante ya lo hicimos: vivir nuestra vida.
Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años. Olvida lo que te duele, lucha por lo que quieres, valora lo que posees, perdona a los que te hieren y disfruta con los que te quieren.
No dejemos de aprender. De pensar. Una memoria ociosa, es el taller del diablo. Y el nombre del diablo es Alzheimer.
Viaja, Pasea, Sal de la rutina, lee libros, ten inquietud por las cosas. No entendemos el valor de los momentos hasta que son recuerdos. Mientras, vive. Nosotros no tenemos edad. Tenemos vida. Y aún sin Bety, físicamente, la disfruto, con mis cuatro hijos, diez nietos, cinco bisnietos, doña Christine.
Es importante sentirnos en paz con los demás y con nosotros mismos. La vida es demasiado corta para que la hagamos mezquina.
Ponte en los zapatos, ya no de los viejos, sino de las damas que tienen años, como tú. No tienes que ganar cada discusión, Debes estar de acuerdo, en no estar de acuerdo. Realmente no tiene mucha importancia hasta qué edad vivimos.
Lo importante es sentir que no lo hemos hecho en vano.
La vida es un camino prolongado para nuestros descendientes. Ellos lo seguirán en todo aquello que hayamos merecido, y nuestro anhelo es que lo mejoren.
No combatas Christine, a quienes mal vivimos con pensiones mediocres. Vive tu vida y olvida tu edad. Acaso llegues a la nuestra. Sana y con gratificante pensión, como pocos de los muchos que somos trabajadores o fuimos.
craveloygalindo@gmail.com

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