Nuevamente, el gabinete de seguridad nacional sesionará en Acapulco

Nuevamente, el gabinete de seguridad nacional sesionará en Acapulco. Lo anunció ayer el gobernador Héctor Astudillo en redes sociales, y dio a entender también que el presidente de la República está en la misma sintonía, de enviar un mensaje de fortaleza a los guerrerenses.
No es para menos. La paralización económica, política y social que provocó el ataque a la Policía Federal, el pasado domingo, y la aparatosa persecución que se generó a lo largo de la zona turística, provocaron pérdidas invaluables, amén de que la población continúa temerosa.
No basta cuánto las autoridades digan que todo está en orden. No importa que se explique con pelos y señales, por todos los medios, que el asunto fue menor y se magnificó; que el puerto en peores circunstancias ha estado, y lo ha superado. Lo de menos es decirle a la gente que no comparta información alarmista, mayormente falsa, para reducir la psicosis de la población.
Ni siquiera es suficiente que el alcalde salga con sus colaboradores cercanos por las calles de Acapulco, como si anduviera en campaña, para poner el ejemplo de que todo está en orden, que no hay riesgos para la población civil.
Sin embargo, no es una pasarela de políticos lo que necesitamos, sino el replanteamiento de la estrategia de seguridad.
El ex secretario de seguridad pública del municipio de Acapulco, Alfredo Álvarez Valenzuela, puso ayer al descubierto que la estrategia de seguridad en el puerto es fallida.
El capitán de fragata retirado y ex comisario de la Policía Federal, quien se desempeñó como jefe de seguridad en tiempos de Luis Walton Aburto, y que fue defenestrado por petición de sus subalternos, señaló que el alcalde Evodio Velázquez Aguirre dividió a la policía en dos bandos, y que eso ha generado que Acapulco tenga problemas muy graves de seguridad.
No fue claro Álvarez Valenzuela porque, hasta donde se sabe, la Policía Preventiva de Acapulco es una sola, y sólo se divide entre los que aprobaron, y los que no aprobaron el examen de control y confianza.
Cuando el ex jefe policiaco se refiere a ’dos bandos’, ¿debe entenderse que está hablando de corrupción e infiltración? Sólo él, que recibió tantas quejas de sus subordinados, en el sentido de que los obligaba a hacer cosas que no debían, puede saberlo.
También señaló que en el puerto no hay la irrupción de un nuevo grupo delincuencial, sino que el que ya tenía el control del puerto se dividió, y que de ahí los asesinatos de los últimos meses, al ser dos facciones de un mismo grupo los que pelean el territorio.
Incluso señala que los homicidios que se están cometiendo no son aparatosos, sino ’quirúrgicos’. Con esto se entiende que los grupos están diezmándose entre sí.
Además expuso que el sistema de video vigilancia está reventado; que más de 700 cámaras de vigilancia instaladas en el puerto no funcionan, y que 80 por ciento de los policías municipales no están certificados, algo que siempre se ha dicho.
En resumen, según el ex policía federal, las autoridades municipales y estatales perdieron el control en Acapulco.
No obstante, nada de esta perorata explica los atentados contra comerciantes ambulantes y establecidos, que han impactado mucho a los empresarios, al grado de que quisieron hacer pacto con ’los hermanos que delinquen’.
Tampoco explica el ataque contra el hotel donde se hospedan policías federales, ni la manera en que se hizo ese ataque, sólo para provocar precisamente lo que sucedió: una movilización policial por la Costera, en pleno domingo, y un día antes de que fuese inaugurado el tianguis turístico en Guadalajara, al cual el gobierno estatal le había apostado.
Decíamos que ni Acapulco ni Guerrero necesitan de mayores pasarelas políticas, sino acciones concretas de gobierno, en materia de seguridad. Reparar las cámaras descompuestas, recomponer lo que está tirado, y darle facultades al municipio para que haga su parte preventiva, es lo que conviene.