Para Texcocanos
Gabriel Lagunes Castillo
A la opinión pública y a las autoridades correspondientes.
Escribo esto más con el propósito de generar atención a un tema de varias aristas que me parece clave, que de alimentar cualquier forma de crispación innecesaria que no nos permita avanzar en su solución. Esto no quiere decir que los ciudadanos texcocanos debamos ser pasivos o indolentes, simplemente significa que la actual costumbre nacional de politizar todos los temas en este caso nos puede llevar a un callejón sin salida.
También advierto que no soy un experto en el tema por lo que mis observaciones y cuestionamientos serán más desde la óptica de un ciudadano que padece una serie de problemas que como un erudito o experto con mil propuestas de soluciones sofisticadas y de largo aliento.
Desde que se anunció la construcción del nuevo aeropuerto de la ciudad de México (NACDMX) en terrenos pertenecientes y aledaños a nuestro municipio este proyecto ha generado en el mejor de los casos dudas y en el peor severas críticas relativas a su impacto urbano, ecológico y social en las comunidades y poblaciones adyacentes. No ahondaré sobre estos temas en lo general y me concentraré en el impacto específico que ya está teniendo en nuestro municipio y que, a todas luces, empeorará en un futuro cercano.
En los últimos años la carretera federal Texcoco-Ecatepec (carretera federal no. 142) por diversas razones ha visto crecer notablemente su tránsito vehicular entre automóviles particulares, transporte de carga, pasajeros y materialistas. Un tramo de esta carretera transita junto a varias zonas urbanas de la cabecera municipal como son las colonias y comunidades Unidad Embotelladores (Pepsi), la Concepción Salitrería, Santa Úrsula, San Pedro Santa Úrsula, Niños Héroes, Joyas de Santa Ana, el Xolache, San Felipe, Santa Cruz de Abajo y otras. La marca que ha dejado el aumento y descontrol del tránsito en dicha carretera en la zona se ha traducido en más trafico, ruido, contaminación por emisiones toxicas y tráfico denso especialmente en horas pico.
No obstante, desde aproximadamente enero pasado los vecinos de dichas comunidades percibimos un aumento radical en el tránsito de esta vía especialmente de trasporte materialista. Además, esto no solo impactaba en la carretera federal, sino también en otras vías como Úrsulo Galván, el periférico de Texcoco, el tramo de entronque con la autopista Peñón-Texcoco. No fue difícil inferir que todo esto se dio como consecuencia directa del comienzo de la obras de construcción de la nueva terminal área. [1]
La afectación no solo es a esa vía: el periférico de Texcoco también ha visto aumentar su tránsito de vehículos pesados (sobretodo góndolas) lo que afecta directamente a pobladores de la colonias y comunidades Emiliano Zapata (Unidad ISSSTE), San Diego y Tequexquinahuac entre otras.
Esta situación en poco tiempo ha multiplicado los señalados problemas de ruido, contaminación, trafico y la reducción del tiempo de vida útil de las vías correspondientes.[2] Si a esto sumamos el escaso respeto por las normas viales de muchos conductores, especialmente —aunque no exclusivamente— de los camiones materialistas[3] y la (irritante) ausencia cuasipermanente de la policía federal de caminos, la zona se ha convertido en un verdadero problema para sus habitantes y transeúntes. [4]
Como respaldo de todo lo dicho, en días pasados se publicó un video reportaje en la versión digital del diario Reforma[5] que da cuenta brevemente del problema que ha representado el inicio de las obras en el municipio de Texcoco.
Dado que la construcción del aeropuerto es asunto de muchos años, la situación, de no regularse adecuadamente, podría agravarse aún más en los próximos meses/años. Ante esto, presento las siguientes reflexiones y señalamientos (que ni son únicos, ni son absolutos):
Como indiqué, no soy experto, pero me queda claro que la solución no puede ser ni excluyente, ni de corto plazo, ni un paliativo o peor aun, un placebo, aún así, propongo algunas acciones generales:
a) La búsqueda de rutas alternativas para el transporte de carga en horarios y por zonas menos urbanizadas.
b) La reducción de la velocidad —tanto por razones de seguridad como por razones de contaminación auditiva— mediante la instalación de un sistema de topes o reductores de velocidad en lugares estratégicos. Esto no siempre agrada dado que aumenta los tiempos de desplazamiento, pero al final me parece que es mas lo que ganamos.
Si no se hace algo para dar una solución al problema este simplemente se puede hacer más grande dado la dimensión y tiempos requeridos por las obras de la nueva terminal aérea.