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Pequeñas historias XX

Pequeñas historias XX
Entretenimiento
Mayo 03, 2016 21:50 hrs.
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Socrates A. Campos Lemus › diarioalmomento.com

LA ESCRITORA Y PERIORISTA ASTURIANA, ÁNGELES CASO, ESCRIBE: ’En este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuántas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo e cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.’
’También quiero, eso sí, mantener la libertad de espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que hay que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una persona amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas, piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada o todo’.
Toda una vida para llegar a la suma de las conclusiones de lo que es una vida plena. Cuando logras estar en la plenitud, quiere decir que se alcanza lo máximo del rendimiento de uno, lo que es mejor, lo que vale la pena. Somos plenos para ser libres y somos libres por ser más plenos, decía el Ché Guevara en uno de sus libritos o discursos: El Hombre y el Socialismo en Cuba… y bueno, logró hacer esa plenitud de vida y murió en la lucha por alcanzar y ser lo que él siempre quiso: un revolucionario permanente de lucha y de cambios. Ahora entiendo la razón por la que los jóvenes del mundo en los años sesentas lo veíamos como el verdadero libertador y guía. Él jamás quiso ser un caudillo, era uno más en cualquier esfuerzo por mejorar la vida. Sabía lo que era el sufrimiento en carne propia con un mal que no le dejaba, en muchas ocasiones, ni siquiera respirar. Conoció a los enfermos de terminales como médico y tuvo que aceptar ser fotógrafo callejero en un exilio en México, en fin, cuando las cosas se alinean y los tiempos son los mejores, siempre se unen las voluntades y se junta con un grupo para que, al quedar doce, después de un desembarco en Cuba, inicien un proceso de cambio y revolución social que impactó al mundo, impactó a los jóvenes, y por esa razón, se le llevaba en las manifestaciones del 68. Pleno y dadivoso mostraba a un nuevo ser que dejaba a un lado el individualismo perverso y la ambición de riqueza para cambiarla por el dar lo mejor de sí a los demás, esto, lo convirtió en una nueva figura donde muchos decía que su parecido con Jesús era tan grande que parecía ser un nuevo ser resucitado, como la nueva vida que demandamos en esos tiempos. A lo mejor no supimos decirles a los mayores qué queríamos, no estábamos en conflicto ni en lucha contra ellos, pero no escucharon, porque el silencio y la sordera en un gobierno, es su sostén y su fuerza para ejercer la represión. Sin diálogo se tiene el pretexto de imponer y no de suponer y dialogar, así se dieron esos tiempos. Hace ya 45 años, un buen día, sin más, llegaron unos funcionarios a la Cárcel de Lecumberri donde estábamos encerrados después de la traición generada por el mismo gobierno a su compromiso de diálogo y negociación, para mostrar su lado represor y su fuerza bruta, para decirnos que los que deberíamos ser expulsados al exilio teníamos que aceptarlo ya que, de otro modo, no se podría lograr la salida de los demás, así que el mismo gobierno pagaba las fianzas y nos daba el dinero para que se cumplieran con los requisitos ’legales’ para hacer esa ’liberación’ forzada, así salimos unos a Uruguay, donde la confrontación era clave y los hombres de la guerrilla urbana seguían en la lucha y la dictadura era clara, así que llegando nos trasladaron a una prisión y después a otra, y como llegamos también de forma increíble llegó la propuesta, que deberíamos ser declarados solicitantes de libertad y solicitantes de Refugio político a pesar de que llevábamos todos visa de turista y que determináramos a dónde salir: Brasil, Paraguay o Chile, sin dudar, solicitamos Chile, y así exigieron el pago del viaje, algunos nos negamos a pagar y nos dieron el boleto de avión que tenía un sello que decía: sin derecho al seguro de vida y de viaje… llegando a Chile, a algunos les salió la verborrea revolucionaria y comenzaron a hacer declaraciones sobre que llegaban a incorporarse al cambio revolucionario emprendido por Salvador Allende, de pronto se sintieron, nuevamente guerrilleros y revolucionarios de palabrería, o al hacerlo, declaramos que agradecíamos la bondad del pueblo y del gobierno chilenos para darnos la fuerza de la libertad y que trataríamos de trabajar para sobrevivir y que la política y el camino de Chile, no estaba en nuestras manos, sino en la de los mismos chilenos… algunos, nos tacharon de cobardes y de temerosos por la falta de ’compromiso revolucionario’, en fin, la sorpresa fue cuando meses después, nos enteramos, mi compadre Marcos Ávila Cadena y yo, de que los demás, habían volado, porque todos llevaban boletos de ida y de vuelta pagados por el gobierno mexicano, solo nosotros no, solo llevábamos el de ida, con esto tuvimos una charla con funcionarios chilenos que nos conectaron con algunos funcionarios mexicanos y nos ofrecieron poner los boletos para nuestro regreso, llegando vía Miami un siete de Junio de 1971, unos días antes del famoso Jueves de Corpus ,y ahí, relataremos un día lo que vimos y la forma en que el mismo gobierno impone la realización de la famosa marcha utilizando a muchos de esos ’revolucionarios’ que, curiosamente, al iniciarse la represión, ya habían volado y desaparecido. Una marcha obligada para establecer un ejemplo represivo para dar cuenta de que ese no era el mejor camino. El que se violentaba recibía represión así que, ahí, comenzó la gran sumisión con puestos y presupuestos que recibieron esos ’revolucionarios’ que jamás han dicho la verdad… pero así es la vida; lo mejor es vivirla con plenitud y simple, con dos árboles y un pedazo de cielo, con los amigos y los seres queridos, sin más lujos que el buen sueño y una cómoda cama de piedra…gracias pues a los nuestros y en especial a dos grandes amigos, Rafael Lima Nava y a Rolando Álvarez, el Lobo, sí, aquel con cara dura porque cree que ha hecho el amor poco…gracias infinitas y nuestros agradecimiento permanente por su apoyo y bondad. Al buen Marcos Trovamala, que en paz descanse… y a otros más… muchos más.

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