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Pinche bicho

Pinche bicho
Entretenimiento
Febrero 21, 2017 23:54 hrs.
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Octavio Raziel › diarioalmomento.com

Debo agradecer al Supremo de gozar de cabal salud; aunque en ocasiones falle la comunicación entre Él y yo.
Hoy, hay pastel, confeti y serpentinas en el primer año con el pinche bicho llamado Chikunguya. Aunque los médicos pronostiquen que vivirá en mi cuerpo más de dos años, espero vencerlo antes.
-No te rías, pinche bicho.
Junto al pequeño restaurante, en Chiconcuac, donde acostumbro desayunar los domingos escuchaba la cumbia ’El Chikunguya’, letra jocosa que bromeaba con lo único que recetan para ese mal: Paracetamol. Solicité el CD y me comentó el vendedor que se había agotado el mismo día en que salió a la venta.
Pasaron otros tres domingos y yo insistía con el vendedor para que me consiguiera el CD. Él argumentaba que era una producción privada muy limitada. Total, un día llegó el tan deseado disco.
El viernes anterior, por la tarde, se me ocurrió encalar los árboles de mi jardín, aun sabiendo que a las 19 horas llegan los comensales para la cena: los moscos. Dejé la labor pues me dejaron como criba de tanto piquete.
Mi familia se trasladó a la Ciudad de México y yo me quedé sólo en la casa.
El domingo, escuchando la cumbia de marras, comencé a tener fiebre. Para la noche era insoportable la calentura; pero no sabía su origen. Así, aguanté hasta el martes que llego Anita y después de ver el termómetro lo primero que recomendó fue un baño con agua fría. Este y dos o tres días más continuo el mismo tratamiento pues la temperatura no bajaba con nada.
Acudí al hospital donde me diagnosticaron Chikunguya y me atiborraron de Paracetamol, lo único que palía esta infección, pues no hay cura posible.
-La factura es a 21 meses. Hágase a la idea. Dijo el doctor.
Investigué sobre este mal en el rumbo donde vivo y me enteré que por lo menos uno de cada familia había sido atacado por el bicho y en algunos casos toda la familia sufría por lo mismo. Se reportaban muertes por enfermedades oportunistas que aprovechaban la debilidad del contagiado y en los registros aparecían las defunciones por cualquier otra causa, menos por la del bicho. Una amiga, de unos 64 años, se atascó de Paracetamol y terminó con cirrosis hepática y luego con cáncer de hígado; lo mismo pasó con un vecino de sólo 34 años.
Internet, que todo lo sabe, y lo que no lo inventa, me dio la información sobre las contraindicaciones del Paracetamol, todas ellas graves, por lo que me negué a tomar ese medicamento.
El número de mis plaquetas y de glóbulos rojos bajaba cada vez más y no veía la salida. El cansancio y, como los vampiros, el rechazo al calor solar me mantiene recluido el mayor tiempo en casa. El baño lo tomo ahora con agua tibia para evitar el cansancio que provoca la caliente y en la alberca reduje mi ejercicio de una hora nadando a 40 minutos caminando.
Era un ritual despertar a las 3 o 4 de la mañana con fuertes dolores en las articulaciones. Los brazos los sentía como si los hubieran apaleado; hasta que descubrí que debía levantarme y comer una galleta de las que traen vitaminas y proteínas en cantidades industriales. Con eso recargaba las pilas y podía volver a la cama a dormir un rato más. Esta parte del padecimiento se ha ido alejando.
Los primeros tres meses fueron de agotamiento hasta que, en el pueblo me orientaron sobre las yerbas que, si bien no erradican al bicho, si lo mantienen a raya: el agua de coco por lo menos tres veces a la semana; té de muitle por lo menos un litro diario y tres almendras de moringa (que tienen la fuerza de un Red-Bull, según dicen) por la mañana. El té y las almendras me han hecho mucho bien. Sembré cuatro árboles de moringa que se desarrollaron con rapidez y han comenzado a aparecer las primeras vainas de donde cosecharé las semillas.
Antes de esta medicina herbolaria, sufrí dos desmayos sin causa aparente. Afortunadamente estaba en casa y sentado en mi silla favorita. Ahora manejo muy despacio ante el temor de hacer mi numerito y vaya a lastimar a alguien.
Después de un año ¿cómo me siento? Cualquier actividad por leve que sea me agota mucho, lo que me ha restringido la jardinería que me distrae y me da placer; el ejercicio es de casi cero pues la alberca en esta temporada es helada; mi vista se ha reducido demasiado y las fiebres intermitentes aparecen con frecuencia.
Las autoridades sanitarias confiesan que no hay reactivos para detectar el número de infectados; que, además, superó con mucho los susodichos detectores. Al principio se llevaba una estadística sobre los infectados por el Dengue, Zica y el Chikunguya; pero eran tantos los casos que se presentaban día a día que se decidió dar por perdida la competencia. Además, el gobierno de Graco retiró del presupuesto para servicios de salud la fumigación de canales y apantles del estado de Morelos lo que provocó una verdadera epidemia.
Hoy cumple un año el Pinche Bicho como inquilino en mi cuerpo. Ana me comenta que pedí con tanta enjundia el Chikunguya que el Supremo me lo concedió. Ahora le reclamo al Universo: sólo quería que me consiguieras un CD, no que me pasaras a fastidiar con el virus.

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