Pobresores, los de antes


Por/Carlos Ferreyra

Pobresores, los de antes
Educación
Mayo 16, 2014 08:53 hrs.
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Sí, esa es historia antigua. Cuando los guías de las nuevas generaciones eran vocacionales y sacrificaban todo en bien de su cometido que consideraban, además, de absoluta necesidad para el avance del país y para rescate de una niñez ya por entonces con pocas o casi nulas oportunidades.

El país era pobre, muy pobre, pero sostenía una estructura de enseñanza en la que los maestros rurales era el pilar fundamental. Recuerdo al tío Daniel Barajas Sandoval y su esposa, creo que Conchita, que anualmente con centenares de colegas, se trasladaban de las precarias escuelas en las que enseñaban a Morelia, donde acampaban en los corredores de las escuelas, en un auténtico vivac revolucionario.

Las esposas cocinaban en braseros (de brasas, no de brazos) de carbón vegetal, y limpiaban el espacio que les correspondía entre improvisadas tiendas de campaña levantadas con rebozos y cobijas, su morada en los dos o tres meses de los cursos de capacitación.

Al final muchos de esos humildes profesores lograban reconocimiento como docentes calificados y subían en el escalafón salarial y jerárquico. Los asignaban a escuelas urbanas con percepciones adecuadas a su nueva condición de habitantes citadinos.

Eran verdaderos héroes que durante la Guerra Cristera, cuando los criminales con estampas religiosas en el sombrero (“Detente bala, el corazón de Jesús está conmigo”) llegaban a la zona, los ahora santos en defensa de la fe (que nadie les había tocado), los maestros se mantenían en sus puestos. Las mujeres eran no sólo violadas, sino les mutilaban los senos. A los hombres sencillamente los fusilaban. Era justicia divina en acción, pero los mentores cumplían su tarea diaria.

Los tiempos cambiaron, aires de modernidad se posesionaron de la tarea magisterial que ubicaron en escuelas normales, dejando las rurales nada más por no abandonar el criterio demagógico de atención a las zonas indígenas, principalmente. Pero con los nuevos estilos de gobierno, llegaron las perversiones.

Sindicalizados y agrupados, igual que los campesinos, en centrales sindicales que no daban cosechas –de alimentos; tampoco de alumnos preparados—pero decían los políticos en boga, sirven para votar. Y todos cruzaban el círculo patrio, los tres colores de la enseña nacional, sólo por casualidad iguales a los del partido en el poder, el PRI.

Con los sindicatos llegaron los reclamos, los beneficios incomprensibles como reducción de horarios, lasitud en requisitos y entrega de puestos de enseñanza ni siquiera la sindicato, sino a los propios maestros. Así fue que llegamos a donde estamos: con un magisterio sin vocación, acomodaticio y oportunista.

Y ahora se enteran en medios oficiales de las cifras escandalosas, sin precedente, de profesores que cobran a los 102 años habiendo nacido el mismo día y el mismo año, un 12 de diciembre de 1912, y que son conocidos como “Los Lupitos”, no son unos cuantos, son centenares igual que los adscritos a plazas de más de cien mil pesos mensuales y el oaxaqueño, envidiable por supuesto, con 600 mil pesos mensuales de percepciones.

¿Y cómo se logra? Lo hemos dicho antes: con el cobro de cheques nominales a diferentes beneficiarios, pero que sólo caen en manos de un miembro de la cúpula sindical. También con la acumulación de “compatibilidades”, figura administrativa por la que un maestro ocupa dos plazas empatables en horario, ubicación geográfica, etcétera.

Esto, me consta porque trabajé en la SEP, es casi imposible de lograr. Se otorga compatibilidad a un maestro que enseña en Naucalpan, pero con otra plaza en Ciudad Netzahualcóyotl; no hay manera de impartir clases en ambas localidades.

Además existen las escuelas con todos los numeritos de identificación formal, pero nunca construidas salvo para los informes de gobierno estatales. Allí hay miles de profesores que cobran pero no existen. ¿Cómo lo logran? Con la complicidad sindical que les exime de la documentación que acredita capacidad, conocimientos y existencia.

Y están los que trepados en la punta de un cerro no pueden bajar a cobrar, por lo que hay un comisionado que en nombre de un grupo determinado acude a recibir los cheques de todos. Muchos de ellos dejaron de existir tiempo ha, pero no se les da de baja; el “comisionado” sigue cobrando en nombre de los que además de cobrar salario magisterial, votan en las elecciones.

¿Lo van a corregir? Es de dudarse porque esto lo presencié en el Año del Señor de 1982, con Jesús Reyes Heroles titular de la dependencia y quien mantuvo una relación si no áspera al menos no cordial con el sindicato. Y nada logró.

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