Postigo

Anaya sabe que no va a ganar. Pero al parecer es lo único que sabe con certeza, porque ante su propuesta de unirse a Enrique Peña Nieto para que no gane el candidato de Morena, desconoce, es evidente, que el Presidente de la República debe, en teoría, tener las manos fuera de las elecciones.

La desesperación del muchacho lo lleva a aliarse hasta con el diablo. Atrás quedaron los días en los que El líder nacional el PAN, anunciara con sonrisa socarrona, que su partido, o lo que queda de él, rompía con el gobierno federal por haber exhibido el video cuando fue a la PGR a hacer una aclaración que todavía no está clara.

Porque ahora, desesperado, casi con lágrimas en los ojos, ante miembros del grupo financiero Citibanamex, el 27 de abril, Ricardo Anaya externó su disposición a hablar directamente con el presidente Enrique Peña Nieto para ’construir’ una alianza que derrote a Andrés Manuel López Obrador.

’Yo esperaría que transcurran por la vía de la altura de miras y del patriotismo. Esta no es una elección más. En esta elección realmente está en juego el futuro del país. Y está muy claro en los números que nuestra coalición es la única que le puede ganar a Andrés Manuel López Obrador. Si estuviera tan seguro no diría lo que dijo ni estuviera ofreciendo 200 pesos por votos en la delegación Álvaro Obregón, como empezó a hacerlo desde hace unos días.

La pluralidad de ideas para Anaya no existe, menos la diversidad de pensamiento, ni la libertad de expresión. No hay tolerancia. En su mente no existe espacio para la divergencia, lo cual lo convierte en un peligro para México.

El aparentemente joven candidato dijo: ’Entonces yo lo que espero es que haya sensatez, que nos podamos sentar a la mesa a construir durante los próximos 65 días que restan de campaña. No me voy a ocupar de andar peleando con el PRI, me voy a ocupar de contrastar con López Obrador, que es a quien le tenemos que ganar esta elección. Esto quiere decir que si tuviera licencia para matar, asesinaría a López Obrador.

La responsabilidad actual de Peña Nieto es investigar a fondo sobre la acusación contra Anaya por lavado de dinero, mal haría Peña Nieto de actuar d emanera facciosa y hacerle caso a un candidato bipolar que hace días rompía con el gobierno y ahora le pide ayuda aún a costa de violar la ley.

Su desesperación se refleja en el discurso dentro dela entrevista que le hiciera Leonardo Curzio al hablar sobre su posible encuentro con el Presidente: ’Mira, más que pedir la cita, y yo también les ruego que comprendan que tengo ser muy prudente si quiero ganar esta elección, decir: hay que hacer que las cosas sucedan de manera inteligente. Lo que te puedo decir, Leonardo, es: la ruta es la de sumar esfuerzos (entre) los que queremos un país moderno, un país abierto al mundo, un país sin amnistías, un país con estado de derecho, un país con reforma educativa que siga avanzando y no un pacto que con la CNTE que no ha hecho más que detener la educación en los estados en donde domina.

Es decir, Anaya quiere con esto saber la disponibilidad de amistad que peude tener el Presidente con él, ante el peligro de que prospere la demanda de Europa, al mismo tiempo, crea los espacios necesarios para que desde Los Pinos se abra una trinchera contra el enemigo común. Anaya sabe de sobra que en la PGR no se mueve un solo expediente sin la autorización del Presidente de la República.

Anaya creyó que luego del debate se colocaría ene le primer lugar de la intención del voto, con por lo menos, dos o tres puntos de ventaja, es decir en empate técnico. No fue así. Sucedió todo lo contrario, y lo peor es que gastó sus mejores cartuchos en el primer debate, donde pensó ser definitivo, contundente aplastante, arrollador. De ahí su desesperación, que responsabilice a los miembros de su equipo que seguramente borrarán su eterna sonrisa definitivamente.