En las Nubes

Qué historia

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Junio 27, 2016 15:30 hrs.
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Carlos Ravelo Galindo › diarioalmomento.com

En la ciudad de Lampa Puno, Perú, existen dos réplicas de ’La Piedad’, de Miguel Angel, donadas en 1961 durante el Pontificado del Papa Juan XXIII. Hoy Santo.
Esta es su historia:
En el año de 1972, cuando ’La Piedad’ original que se encuentra en Roma, específicamente en la Basílica de San Pedro, del Vaticano, fue dañada, los restauradores italianos vinieron hasta Lampa a obtener las medidas exactas de la réplica de la escultura, para recuperar el original en sus reales dimensiones, ya que dichas réplicas son exactas.
Las dos réplicas de La Piedad se hallan en Lampa, la ciudad rosada del altiplano..
Una de ellas de aluminio se encuentra en la Capilla de la Iglesia Santiago Apóstol.
La otra réplica es de yeso y se encuentra en la Biblioteca de la Municipalidad Provincial de Lampa.
En la ciudad de Lampa - Puno se encuentran dos réplicas de la Piedad de Miguel Ángel. Una de ellas hecha en yeso. Se tomó como molde la escultura auténtica del Vaticano.
Esta réplica de yeso posteriormente sirvió para la reconstrucción de la original luego del atentado que sufriera el 21 de mayo de 1972.
 La réplica de aluminio fue hecha a partir de la de yeso.
Enrique Torres Belón era, allá por los inicios de los sesenta, un vecino notable de Lampa, miembro de una de las familias más encumbradas del lugar. Además, era un hombre de ideas audaces y también muy bien relacionado. Una combinación que puede hacer la diferencia entre el soñador y el emprendedor
El caso es que se propuso remodelar la plaza de armas de Lampa así como la Catedral y en especial hacer un mausoleo que pudiera albergar un osario (es decir, recoger los huesos de los lampeses que yacían en el cementerio de al lado) y algunas tumbas de vecinos notables. Una forma elegante y sutil de materializar un pequeño anhelo o simplemente vanidad de ser enterrado en ahí. Dicen que si uno es capaz de soñar algo, es capaz de lograrlo. Y a don Enrique se le ocurrió que para coronar el mausoleo de la Catedral nada mejor que una réplica de La Piedad.
Esa incomparable, bellísima, única escultura que Miguel Ángel tallara y que se exhibe en la Basílica de San Pedro hoy en día.
Pero eso era una locura. ¿Cómo lograr que el Vaticano aceptara hacer… y donar una réplica de La Pietá? Pues pidiéndosela al Papa…
Resulta que don Enrique tenía una hermana que era monja. Que a su vez trabajaba en el Vaticano. Por ello es que nuestro ingeniero le pidió a su hermana que le hiciera el favor de llevarle la carta con su solicitud a Su Santidad para que le otorgue (ya iba decir el milagro) la aprobación para realizar la réplica.
Me imagino la cara de asombro de la hermana Torres Belón al escuchar de su hermano tamaño pedido. Y la sonrisa de Juan XXIII al leer la carta y pensar si el pedido era un acto de ingenuidad, audacia o insolencia… o quizás las tres cosas.
El caso es que el pontífice aceptó… y el equipo de restauradores del Vaticano procedió a vaciar en yeso una copia exactamente igual, idéntica de la escultura.
Y así fue trasladada hasta un país llamado Perú, de América hasta un pueblito medieval llamado Lampa. Debe haberles parecido el viaje al fin del mundo.
El caso es que al querer montar la réplica en la cúpula del mausoleo se dieron cuenta que era tan pesada que el monumento no resistiría su peso… por lo que hicieron ¡otra réplica más!
Esta vez en aluminio que, más liviana, fuera soportada por la estructura.
Así, terminado el mausoleo pudo trasladarse a todos los huesos de los cuerpos que hacía años estaban enterrados en el cementerio del costado de la Catedral. Finalmente fuera la tumba de don Enrique Torres Belón, vecino notable de la ciudad.
Si alguna duda les queda de que esta historia es real, cabe señalar que cuando La Pietá sufrió un atentado a manos de un loco que, martillo en mano, fracturó un dedo de la Virgen y la rodilla de Cristo, los restauradores del Vaticano viajaron hasta Lampa para tomar las medidas exactas de las partes afectadas y poder reconstruir el original.
Este fue Laszlo Todt que ingresó a la Basílica del Vaticano el domingo 21 de mayo de 1972, como si fuera un peregrino más dispuesto a recibir la bendición papal. Vestía camisa roja y un esmoquin negro en el cual escondía un martillo de geólogo.
Logró burlar la seguridad entre la multitud. Se alzó sobre la barandilla de mármol situada a la entrada de la capilla de San Pedro y arremetió contra la escultura.
Asestó hasta 15 golpes a la escultura y gritaba «Yo soy Jesucristo y he regresado de la muerte». Un loco.
Esta es una bella anécdota de cómo el amor de una hermana ayudó a un hombre a realizar un sueño y cómo el Papa Bueno, convertido en Santo junto con Juan Pablo Segundo. permitió ese sueño.
Sueño que después sirvió, vueltas que da la vida, para ayudar a la misma Iglesia.
Juan XX111, el Papa Bueno, Santificado, siempre se mostró amable en defensa de todos los necesitados, como nosotros. .
craveloygalindo@gmail.com



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