Concatenaciones
Fernando Irala
Se inicia la era Trump, esa tragedia que empezó siendo una mala broma para convertirse en una terrible realidad que nadie sabe cómo va a terminar.
El discurso supremacista, tan elemental como el ahora inaugurado líder norteamericano, ocurre como el estertor de un imperio que dominó al mundo el pasado siglo, pero que en los pasados lustros comenzó una decadencia de la que ya no saldrá.
El desencanto y la frustración de los norteamericanos que han pasado de la gloria a la crisis, dio lugar a ese aturdimiento colectivo que derivó en la elección de Trump.
Sus electores, y con ellos todo el pueblo estadounidense, pagarán caro su temeridad. Pero también le costará al mundo, en particular a los mexicanos, a quienes el nuevo presidente ha tomado como su puerquito –diría la voz popular.
Parece imposible que en pleno siglo XXI, en la era de la comunicación universal y del flujo planetario de capitales, personas y mercancías, haya un gobernante serio y una nación desarrollada que opten por el proteccionismo y las murallas.
El derrumbe del bloque socialista ocurrió con la caída del muro de Berlín, hace no tantos años, pero la lección no fue aprendida. En su campaña, como presidente electo y ahora en el poder, el señor Trump habla de su proyecto cerril de construir su muro y de que México lo pague.
Anunciado ya el viaje del Presidente Enrique Peña Nieto para entrevistarse con Trump la próxima semana, los resultados de ese encuentro serán cruciales para definir el tono de las relaciones entre ambos países y para el futuro inmediato de México.
Se oyen en las vísperas muchas voces para aconsejar a Peña Nieto desde dignidad hasta arrojo y belicosidad.
No será cómodo el encuentro y tampoco es fácil desplegar una estrategia exitosa en la relación asimétrica que vivimos.
Y mucho ayudaría que internamente, los mexicanos no se dejaran llevar por las divisiones y los mutuos reclamos entre partidos y líderes políticos.
Es más probable obtener respeto del primitivo habitante de la Casa Blanca, si de este lado observa a un país unido y fuerte.
De otra forma, seremos presa fácil de sus objetivos.
