¿QUIÉN DECIDE LA AGENDA PÚBLICA?

¿QUIÉN DECIDE LA AGENDA PÚBLICA?
Gobierno
Octubre 29, 2019 16:54 hrs.
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Lic. Oscar Gordiano Vite Vargas › iconos

Ecuador, Chile, Barcelona, Bolivia, Honduras, Hong Kong, Líbano, Irak, Colombia, Haití..., casi simultáneamente en estos países y ciudades se han desencadenado conflictos recientemente en los que la movilización ciudadana ha sido tan determinante que ha desestabilizado a los gobiernos en turno.

Más allá de las particularidades de estas protestas, existen factores comunes que son significativos para entender nuestro contexto global.

En Bolivia, país con un gobierno indígena y de izquierda que transita por un proceso electoral y cuyo presidente Evo Morales busca la reelección, se suscitaron protestas sociales derivadas de presuntas irregularidades en el proceso electoral; en Ecuador, el presidente anunció en cadena nacional una serie de reformas económicas que no fueron bien recibidas por la ciudadanía, lo que propició el inicio de las protestas sociales; en Honduras, la ciudadanía salió a manifestarse a las calles por la presunta vinculación del presidente con la delincuencia organizada; en Barcelona, capital de la Comunidad Autónoma de Cataluña, España, el Tribunal Supremo de España dictó sentencias en las que condena a algunos líderes independentistas catalanes a varios años de prisión, fallo que provocó una serie de protestas sociales; en Santiago de Chile, fue el incremento de las tarifas del metro lo que desencadenó la ola de protestas; en Hong Kong, una serie de medidas legislativas antidemocráticas suscitaron disturbios masivos; en Líbano, las autoridades anunciaron un aumento en las tarifas telefónicas, motivo de las movilizaciones; en Colombia es la deficiente financiación a la educación el detonante, en Haití la situación económica en general y en Irak la demanda de servicios básicos, empleo y un gobierno sin corrupción ...La simultaneidad de estos acontecimientos pareciera una coincidencia, no obstante, se perciben elementos subyacentes determinantes del conjunto de estos acontecimientos, lo que se explica por la universalidad de las estructuras y superestructuras del modelo neoliberal.

Un factor común de estas protestas es el activismo social original, en el que la sociedad civil en su conjunto ha emprendido motu proprio un conjunto de acciones, sin que medien vanguardias o liderazgos únicos o tradicionales. Grupos sociales de diversas extracciónes, por voluntad propia se han apropiado de calles y plazas, han fijado posicionamientos políticos a través de la protesta pública pacífica pero también la violenta. Grandes conglomerados sin una filiación política manifiesta y mucho menos una militancia partidista que los impulsara, salieron a manifestarse en las calles de diversas maneras. Estas acciones de sellos y latitudes tan diversas, se enmarcan en un proceso histórico en el que la participación ciudadana colectiva se concreta sin que una agrupación política formal la aglutine o la convoque. Las redes sociales y medios de comunicación independientes juegan un rol determinante en estos movimientos, ya que por su uso masivo, su inmediatez y su independencia, resultan idóneas para convocar eficazmente en muy poco tiempo una acción colectiva, de tal forma que el uso de las tecnologías de la información se ha convertido en el medio para movilizar a la sociedad. Pero aunado a los medios especiales en la movilización ciudadana, están las causas generadoras del descontento social.

En todos los casos hay dos actores centrales y antagónicos, el gobierno formalmente constituido y la ciudadanía. El gobierno, entendido como la estructura encargada de alcanzar la teleología del Estado que es el bien público, se constituye por la voluntad popular de donde emana su legitimidad, esto es, la justificación de la existencia de un gobierno estriba en que este se encargará del bienestar de la población. En este sentido, en los casos que nos ocupan, se aprecia un desfase entre las políticas públicas implementadas por los gobiernos "para lograr el bienestar" y el nivel de bienestar real de la población, lo que representa el fracaso de los gobiernos en la consecución de sus objetivos legítimos. Este fracaso no se debe a la incapacidad de los gobernantes en todo caso, sino a sus intereses facciosos o de grupo. No es un secreto que los grupos políticos acceden al poder apoyados por los factores reales de poder, por lo que además de impulsar sus propios proyectos políticos, también impulsan los proyectos de los grupos que los financian y soportan, de tal manera que la agenda pública se compone de directrices programático ideológicas partidistas, pero también de los intereses de grupos que financian esos proyectos. La disyuntiva se presenta cuando la agenda pública se orienta a cumplir con los compromisos adquiridos con los grupos de poder, dejando al margen el compromiso prioritario con la ciudadanía.

Las causas de las movilizaciones parecen ser, en todos los casos, una pugna entre dos proyectos de país diferentes, por un lado el del gobierno y sus aliados, y por otro, el de la ciudadanía. Ante esta lucha entre ambos actores, no obstante el aparato de Estado, entre el que se encuentra el marco jurídico, las instituciones y el monopolio legítimo de la fuerza, la ciudadanía ha sido tan eficaz en sus protestas que ha rebasado la capacidad de los gobiernos para controlar a tal cantidad de personas en tan distintas acciones y localizaciones; parece que la ciudadanía va un paso más adelante que sus gobiernos, logrando con ello que las decisiones tomadas por los poderes públicos, por muy consolidadas que parecieran, han tenido que ser repensadas y las políticas publicas anti populares han sido revertidas en algunos casos por el mismo gobierno para tranquilizar a la población, reivindicar sus justas demandas y evitar un caos mayor.

El planteamiento es que la agenda pública se estructura desde los proyectos de país concebidos por los grupos políticos y los grupos fácticos de poder, entre los que están los partidos y sus facciones, los empresarios locales y extranjeros, gobiernos extranjeros, los medios de comunicación, los think tanks, los diferentes liderazgos ...etc., y en este proceso, cuando estos grupos acceden al poder público convertidos en gobiernos formalmente constituidos, ese proyecto, generalmente contrario al proyecto ciudadano, tutela los intereses de sectores muy concretos y minoritarios, desprotegiendo los intereses de la ciudadanía en su conjunto, lo que genera un vacío de Estado, vacío que origina las manifestaciones que se suscitaron de manera concomitante en diversas regiones. Pero a diferencia de otras épocas en las que han ocurrido hechos similares, en los movimientos recientes es evidente un debilitamiento del Estado frente al poder ciudadano, un agotamiento del sistema político imperante pero sobre todo del sistema económico, un resurgimiento de la voluntad popular despojada del idealismo del pasado, trasmutando a una voluntad popular pragmática, con liderazgos horizontales y metas claras, elevadas y cortoplacistas, como la dimisión de un Jefe de Estado o el desmantelamiento de los planes de gobierno para instaurar medidas más populares y por ende mas legítimas.

Al parecer, la ciudadanía ha adquirido nueva conciencia de su papel histórico y de su condición, y el grito subyacente en todas estas manifestaciones parece ser: ¡Nunca más una agenda pública sin proyecto social!

Es cuanto.

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