En las Nubes

Recordar es vivir. Viva México

Recordar es vivir. Viva México
Periodismo
Septiembre 15, 2016 21:32 hrs.
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Carlos Ravelo Galindo › guerrerohabla.com

Cien años, justos, vivió nuestro colega y hermano periodista don Carlos Estrada Lang. Ayer, plácidamente, mientras dormía, dejó este mundo. A la madre de sus hijas, a sus nietos, nuestras más sentidas condolencias. Fue un hombre que hizo historia con su página dos del vespertino de Ovaciones. Recto, digno, honesto, fue ejemplar comunicador en esta, tan discutida profesión. Nos observa desde Arriba. Bien lo saben ustedes, Carla, Marímar y Rocío. Principalmente.
Hace muy poco tiempo, un nieto amoroso, como el que estudió en Dublín, Irlanda, hijo de Carla, hablaba con su abuela sobre la vida. El joven le pidió su opinión sobre todo lo que había ocurrido en los últimos años. Y sobre la vida moderna.
Ella, después de una larga mirada, le dijo: "Bueno, vamos a ver:
Nací antes de la televisión. Las comidas congeladas. Las fotocopias. Lentes de contacto. Discos voladores, La píldora.
No había tarjetas de crédito, rayos láser. Bolígrafos. La ropa se secaba al aire libre.
El hombre no había caminado sobre la luna.
No conviví con tu abuelo hasta que nos casamos. Me llevó de blanco al Altar. Había muy pocas madres solteras.
Llamaba siempre ’señor’ a cualquier persona mayor que yo.
Nuestras vidas se regían por los Diez Mandamientos. El buen juicio y el sentido común.
Los niños asistían a la escuela. Los maestros cumplían con su obligación. Y el gobierno los respetaba. No los combatía.
Nos enseñaron a conocer la diferencia entre el bien y el mal, a ponernos de pie y asumir la responsabilidad de nuestras acciones. Y de sus enseñanzas.
Servir a tu país era un privilegio. Pero vivir en tu país era un mayor privilegio. Había trabajo. Alimento. Buen gobierno.
Pensábamos que la comida rápida era lo que consumía la gente durante la Cuaresma.
El tiempo compartido y de calidad era que la familia estaba junta por las tardes y los fines de semana. No de compras en un centro comercial.
Nunca escuchamos hablar del DVD, los ordenadores móviles ni cualquier tipo de dispositivo eléctrico. Si veías algo ’Fabricado en Japón " es que era una auténtica basura. Hoy la producimos en el país.
No existía Pizza Hut, McDonald ni el café instantáneo.
Podías comprar un nuevo Ford Cupe por 6,000 pesos, pero la gasolina era demasiado cara en aquellos tiempos: 75 centavos el litro.
Hoy, no nos importa que la gente nos llame viejos confundidos o la dichosa brecha generacional. Cierto ha sido un cambio, en todos los sentidos, pero adversos a las buenas costumbres.
Si al Jefe de la Nación se le acusaba de algo, cierto o falso. Mantenía la dignidad del silencio. Tenía en verdad asesores. Nunca, como hoy, descenderlo a pelear con la canalla.
Esta mujer comenzó a vivir cuando éramos veinte millones de mexicanos. Los que nunca, decía un anuncio, podíamos estar equivocados.
En cambio hoy, con cien millones más, se nos olvida el ’amaos los unos a los otros’. Confundidos se casan unos con otros. Otras con unas. Y en el fragor del desconcierto, queremos bajar la pobreza en el país, con el asesinato a mansalva.
¿Estas palabras te han hecho pensar? ¿Verdad?
Simplemente hemos querido hacerte ver cuánto cambia la vida, en una sola vida.
Y recomendarte olvidar lo que te duele. Luchar por lo que quieres. Valorar lo que posees. Perdonar a los que te hieren. Y disfrutar con los que te quieren.
Como yo.
craveloygalindo@gmail.com

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