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Se desinfla el desfile

Se desinfla el desfile
Política
Septiembre 17, 2017 16:41 hrs.
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José García Sánchez › diarioalmomento.com

Desde la mañana del viernes 15 de septiembre los brigadistas del PRI, dedicados en meses pasados a comprar votos en esos mismos municipios, se dieron a la tarea de convencer a la agente para que asistiera a la ceremonia del Grito de Independencia o bien para que formar aparte de la valla civil que acompaña por las calles de la capital a la milicia nacional a desfilar la mañana del 16 de septiembre.
Los brigadistas en Naucalpan, Ecatepec, Los Reyes La Paz, Tlanepantla, Tecamac, Cuautitlán, etc. Visitaron las casas de los vecinos para convencerlos de que la ceremonia del grito sería inolvidable. Una oportunidad inigualable, afirmaban los brigadistas a la hora de tratar de convencer a los vecinos de estos municipios. La mayoría no aceptó a pesar de que lo que menos se pagaba por asistir al zócalo eran 300 pesos, pero había seducciones hasta de 800, más comidas.
Mientras esto se organizaba los templos cristianos convocaban a sus fieles a una ceremonia de lotería y juegos tradicionales mexicanos para celebra r las fiestas patrias, pero nunca se dijo que se conmemoraba el inicio de la Independencia de España. Así, la secta impide que sus fieles conmemoren, celebren, recuerden y honren a sus héroes y la mexicanidad.
Pero dentro de esta especie de sabotaje, de menosprecio por la Independencia de México entra también el propio secretario de la Defensa Nacional, quien, como nunca antes en la historia del país, convocó a la población a que asistiera al desfile militar de la mañana del 16 de septiembre.
Años antes, el patriotismo de la sociedad mexicana desbordaba el zócalo, ahora convertido en un cerco de seguridad ofensivo para los mexicanos y centro de manipulación, y también las principales calles de la ciudad de México que se amontonaba para ver el desfile de los soldados mexicanos y, de alguna manera, apoyaba al gobierno encabezado por el Presidente de la República.
Ahora, todo es muy diferente. No existe la misma credibilidad en las fuerzas armadas, la popularidad del Presidente de la República va en caída y los enemigos de México, disfrazados de secta religiosa sabotean cualquier celebración que pudieran exaltar la identidad y el orgullo de ser mexicanos.
Los gritos de los acarreados dirigidos a Enrique Peña Nieto, eran débiles, no convencían a nadie; los que insultaban estaban llenos de rabia, sobresalían ante quienes todavía con media torta en la mano y una botella de agua que utilizaban como matraca, se habían olvidado de las consignas impuestas.
Lo que sucedió en la Ciudad de México debe tener una interpretación que coloca a las autoridades mexicanas en su peor momento, las instituciones, adheridas a un sistema de conducta corrupta, tampoco gozan de buena reputación. Ni siquiera Ejército que en otras ocasiones se libraba de las críticas del resto de las dependencias de gobierno.
Esta administración pública arrasa con el prestigio de todo lo que está cerca de la alta burocracia, sin importar partidos políticos o liderazgos frágiles, que ahora abundan. Percibir la realidad de estos eventos, aunado a corrientes religiosas que provienen del vecino país del norte con la intención de dividir familias, gremios, fiestas patronales, tradiciones, usos y costumbres, etc., vemos que no sólo la administración y sus protagonistas padecen una fragilidad sin precedente sino la soberanía del país y su dignidad.

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