Ocho décadas después

Sigue en México la polémica por un tesoro para los republicanos españoles

Sigue en México la polémica por un tesoro para los republicanos españoles
Cultura
Abril 23, 2018 21:01 hrs.
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Norma L. Vázquez Alanís › diarioalmomento.com

En distintas épocas de su historia, México ha recibido a personas procedentes de otros países que vinieron a explorar horizontes más promisorios, o bien en busca de asilo ante una situación política adversa en su patria, y el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM), de la Fundación Carlos Slim, quiso analizar este fenómeno social desde diversas ópticas en el ciclo de conferencias ‘Los que llegaron inmigrantes a México’.

Uno de los conferencistas, el doctor en Historia Ricardo Pérez Monfort, habló sobre ‘Los españoles’ centrado en tres temas: los falangistas, los republicanos y el caso del yate ‘El Vita’ que, dijo, aún es motivo de discrepancias y polémicas en algunas charlas de café.

México con los republicanos
El gobierno de México se puso claramente del lado de la República Española, pues el presidente Lázaro Cárdenas mandó pertrechos de guerra, apoyo, y recibió a los niños de Morelia; un caso de solidaridad internacional que tuvo un impacto mundial de mucho fondo, dijo el ponente. Esos huérfanos de guerra fueron recibidos en el país y se edificó una escuela especial en la capital michoacana para ellos, lo cual representó un principio de solidaridad internacional por parte de México hacia la República.

En 1939 había mucha efervescencia por la sucesión presidencial, por la formación de la Unión Nacional Sinarquista y porque en Guanajuato estaba organizándose el Partido Acción Nacional. Era un momento en que la situación estaba bastante acalorada y empeoró con los rumores de que los españoles que llegarían a México eran comunistas.

Eso provocó una especie de paranoia, pero desapareció con la integración paulatina de los refugiados a la sociedad mexicana, apuntó Pérez Monfort, quien pertenece al Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Controversia por el yate El Vita
Uno de los primeros problemas y quizá el más importante en el proceso de inserción de los refugiados españoles, se suscitó por el caso del yate ‘El Vita’, que todavía siguen estudiando los historiadores.

En esa embarcación llegó a México un tesoro de un valor inmenso, cuya magnitud aún hoy es difícil de precisar y sobre la cual pesa hasta la fecha una polémica sumamente complicada, porque ese caudal despareció y el barco fue sacado de Tampico y llevado por el canal de Panamá hasta Acapulco, donde se le cambió el nombre por el de ‘Abril’. Finalmente, señaló Pérez Monfort, en medio de todas las negociaciones este barco se perdió, aunque según un historiador español que le siguió la huella, llegó hasta las Filipinas, es decir, al parecer pretendía hacer el viaje de regreso a España, pero por el otro lado del planeta.

El origen del yate ‘El Vita’ es en sí incierto y más de un historiador ha tratado de dilucidarlo, pues existen versiones de que era la embarcación denominada ‘La Giralda’, perteneciente al rey Alfonso XIII, que había sido adquirida a través del Banco de España para la causa republicana, aunque agentes españoles no radicados en México aseguraban que el yate era parte del patrimonio de un millonario filipino-estadounidense llamado Marino de Gamboa, quien permitió el uso de la embarcación para los fines que la segunda República -en apuros- considerara convenientes.

Aquel barco contaba con una tripulación de por lo menos diez marineros y un capitán; en su última travesía su punto de partida fue el puerto francés de Havre y llegó a costas mexicanas en los primeros días de marzo de 1939. Su cargamento consistía en alrededor de 110 maletas con depósitos provenientes de la Caja de Reparaciones del Ministerio de Hacienda español, que fueron trasladados a Francia poco antes de la caída de Barcelona.

Presuntamente, esas valijas contenían joyas y reliquias del patrimonio real, varios objetos preciosos de la catedral de Toledo, colecciones de relojes y monedas, así como un número indeterminado de lingotes de oro y hasta una edición del Quijote impresa en papel de corcho; todo esto fue valorado en cifras que iban desde los 200 hasta los 500 millones de dólares.

Estos fondos debían servir para pagar los gastos de traslado de unos 40 mil refugiados españoles a costas mexicanas, crear empresas y generar empleos, con el fin de liberar a la economía mexicana del problema de mantener a una España peregrina que detenía su éxodo en ese país; sin embargo, otra apreciación señalaba que el tesoro de ‘El Vita’ era una de las múltiples cartas con las que se pretendía negociar la paz con el régimen franquista.

Independientemente de esta asignación específica, dijo el conferenciante, cuando este tesoro llegó a México Indalecio Prieto estaba aquí y se hizo cargo de los bienes, en virtud de que el doctor José Puche, enviado por Juan Negrín, ministro de Hacienda del régimen de Manuel Azaña, hubo de quedarse unos días en Nueva York por una enfermedad.

Entonces Prieto, a través de la Junta de Ayuda a los Refugiados Españoles (JARE) que él presidia, se apropió del tesoro aprovechando que los demás personajes involucrados quedaron a la deriva porque la II Guerra Mundial ya había comenzado; además, a los marineros del buque no se les había pagado y al capitán José de Ordorica tampoco, porque no había dinero para ello.

Ante esta situación, el gobierno de Lázaro Cárdenas decretó en marzo de 1940 que ese tesoro no podía sacarse del país, pues debía ser invertido aquí como compensación por haber recibido a los refugiados. Prieto, por su parte, quería llevarlo a otro lugar porque temía posibles alteraciones del orden público o incluso una revolución en México con motivo de las elecciones presidenciales.

Informes de los agentes franquistas en México afirmaban que durante el periodo en que el tesoro estuvo en casa de José María Argüelles, quien era el segundo secretario de la embajada española en México, se desmontaron y fundieron muchas joyas con el fin de poderlas negociar fácilmente; si después salieron del país o formaron parte de una colección privada, fue asunto que ya no ocupó a los informantes de Franco aquí.

Hasta la fecha este episodio sigue siendo motivo de polémica y especulación, finalizó Pérez Monfort.


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