Vandalizar

El gobierno federal aseguró que la reforma energética arrojaría una reducción del precio de las gasolinas. No fue así.
También adelantó que la reforma educativa tendría como resultado una mayor calidad en la enseñanza. Cada vez está peor.
Desde la llegada de los actuales gobernantes se aseguró que la reforma fiscal otorgaría un mejor nivel de vida de los mexicanos. Hay más desempleo y salarios de miseria.
Nada de esto ha sido castigado. Ninguna sanción que no vaya más allá de protestas callejeras, gritos a que han dejado de ser aislados. Inconformidad que todavía no crece lo suficiente, pero no hay castigo por el sacrificio y la miseria que se impone a los mexicanos desde el gobierno.
El Estado como monopolista de la violencia la ejerce sin reconocer su nombre, sin atreverse a pronunciar el vocablo exterminio. Es una especie de guerra a muerte de los gobernantes contra los gobernados. No hay juicio ni sentencia.
Ahora con el incremento en el precio de la gasolina, el poder sostenido por la fuerza de la desinformación cae en una de sus mayores contradicciones de los últimos cien años y no tiene sanción alguna, ante esta impotencia por sostener lo insostenible no le queda otra alternativa que inventar palabras.
Vandalizar es la palabra que encontraron más adecuadas los gerentes graduados en el extranjero, condicionados, como perros de Pavlov, a desmantelar el país desde sus universidades privadas nacionales y extranjeras.
Así vandalizar se convierte en el último refugio dela demagogia para normar las actividades que la sociedad civil realiza contra las disposiciones unilaterales y antipopulares.
Vandalizar es lo que podría llamarse el paso anterior a la organización de la resistencia civil. Es el momento en el que se analiza el descontento en acciones organizadas con una estrategia con el objetivo de contrarrestar una decisión del gobierno o bien un gobierno con decisiones impuestas.
Así, con la ayuda de los medios electrónicos el poder le da vigencia a esta palabra donde se afirma que un grupo de personas enardecidas por el incremento al litro de gasolina saqueó una estación de servicio ubicada en la entrada principal a Tapachula.
Se dice que los inconformes no han sido identificados, es decir, para el poder las acciones aisladas pero contundentes merecen castigo y de ahí la necesidad de llamarle vandalismo a lo que en justa reciprocidad debe llamarse equilibrio de fuerzas.
Porque responsabilizar a quienes responden al poder con sus mismas herramientas son delincuentes, a pesar de que ellos no empezaron el pleito.
La justicia está de parte del gobierno aunque no sea justa y la legalidad también aunque sea ilegal. Los malos estarán ubicados entre los gobernados, los gobernantes siempre tomarán decisiones acertadas, basta con escuchar las palabras del secretario de Hacienda que seguramente ni él las creía al momento de pronunciarlas en el sentido de que el alza de las gasolinas es por el bien de nuestros hijos.
Vandalizar es el término que ahora utiliza el poder para quedarse del lado de los buenos en un intento desesperado por tener la razón a la fuerza, pero no la fuerza de la razón.
Las protestas y bloqueos se registraron en calles de la Ciudad de México, Estado de México, Chihuahua, Sonora, Nuevo León, Tamaulipas, Jalisco, Morelos, Michoacán, Yucatán, Veracruz, Oaxaca, Chiapas, Campeche, Guerrero, Quintana Roo e Hidalgo. Es decir en las entidades más densamente pobladas creando una mayoría, mayoría la ’democracia’ mexicana no reconoce, porque la democracia en México también es monopolio del poder.