Vendaval sin rumbo

No tenemos duda que las elecciones de Acción Nacional para que uno de dos asuma la presidencia del partido, no mantienen rumbo. Son un vendaval. Carecieron de discusión profunda, aunque se desgastaron en costosa campaña propagandística. Vaya, imitaron al que antaño fue su opositor. Y que hoy, en Los Pinos, lo hace por costumbre. La disputa de Cordero y Madero por dirigir a sus huestes no fue ideológica, sino un pleito ramplón. Hubo ausencia de filosofía y estrategia política. El primero, don Ernesto, se olvida que la debacle del partido en 2012 se debió al brutal incremento en la inseguridad. Al estancamiento económico. La expansión de la pobreza rural y urbana. Al baño de sangre del país, con cien mil víctimas. A los errores de don Felipe, quien lo puso al frente de la hacienda pública, Cree que ya se olvidó su famosa frase que con seis mil pesos mensuales el pueblo puede vivir en grande: Tener hijos, casa, coche, paseos, escuela privada y viajes al exterior. Fue de risa y burla. Ah, pero lo apoya doña Margarita. Casi a gritos. También don Gustavo que quiere pasar por alto el descredito que en su función se gestó por la frivolidad, el atraco, el amiguismo y la ineptitud en el gobierno de Fecal. La voracidad e ineptitud de funcionarios, alcaldes, gobernadores que dejaron frustración y enojo en millones de panistas. Creyeron que el reemplazo del tricolor era garantía de eficacia y honestidad. Fue todo lo contrario. Y las consecuencias las aplauden los del pri. No se olvida a don Vicente que resolvió sus agobios económicos y hoy vive como príncipe en el destierro. Con voz, pero sin voto. O a don Felipe que trata, por interpósita persona, antes su secretario de hacienda, dirigir otra vez al partido que lo impulsó. Y a los empanizados que se aprovecharon para lucrar. Son estigmas que hacen titubear a los verdaderos panistas a emitir su voto. Gustavo Madero, viejo panista. O Ernesto Cordero, de reciente cuño y dudosa procedencia. ¿A quién le va?
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