Ventanas seductoras; quitan el mustio impulso de la quejumbre


Las ventanas son también una medicina para quitar la gripe, el mal humor, las ganas de suicidarse poco a poco, el mustio impulso de quejarse por todo.

Ventanas seductoras; quitan el mustio impulso de la quejumbre
Periodismo
Agosto 21, 2016 15:39 hrs.
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Alex Sanciprián › todotexcoco.com

Texcoco, Edoméx.- A través de una ventana una mujer mira la lejanía, el mediodía, la posibilidad de convertirse en talismán.

Las ventanas y su inobjetable seducción: ofrecen un atisbo al mundo exterior, a la cíclica cadencia de mirar el rodar de nubes, sentir el fresco, oler la lluvia, escuchar el viento, saborear la rotunda señal del crepúsculo y el alba.

Las ventanas atraen al indiscutible vértigo que propicia el vacío.

Acercarse a ellas supone una mejor recepción para los celulares, según reiteran las obsesivas almas que se sienten desamparadas al perder señal, y también un modo de conectarse, de estar en sintonía con almas gemelas allá en la lejanía, sin necesidad de enviar WhatsApp.

Las ventanas inducen a los matices de muerte y vida.

Las ventanas son también una medicina para quitar la gripe, el mal humor, las ganas de suicidarse poco a poco, el mustio impulso de quejarse por todo.

Son un modo de asumir la continuidad del tiempo: el sangrante sol que se desvanece allá en los mares, luego la dorada luz del amanecer que bautiza de nueva cuenta las cosas y anima las tristezas, las dudas, los empeños, los recuerdos.

A través de las ventanas se halla siempre el principio a muchas respuestas.

Estar en ellas hace menos inhóspito el costal de conflictos particulares. Sí reconocemos que somos mucho más grandes que nuestros problemas junto a las ventanas.

Por las ventanas se intuye el pulso de vidas ajenas. Por las ventanas se configuran extraordinarias historias. Por las ventanas fluye con mayor intensidad la música y el canto.

Abiertas o cerradas las ventanas sugieren la toma de decisiones al mirar a través de ellas. Los misterios de la vida se vuelven asequibles aproximándose a ellas y dejar que su seducción aplique como relajado refugio para reflexionar y aquietar el remolino de ideas.

A través de una ventana una mujer mira la lejanía, el mediodía, la posibilidad de convertirse en talismán.

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