’ A ver si da fruto. Si no, la cortas ’


Realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas hacia Él

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’ A ver si da fruto. Si no, la cortas ’
Religión
Octubre 23, 2020 19:14 hrs.
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La Palabra de Dios


Sábado 24 octubre, 2020

Primera lectura
Ef 4, 7. 11-16
Hermanos: Cada uno de nosotros ha recibido la gracia en la medida en que Cristo se la ha dado. Él fue quien concedió a unos ser apóstoles; a otros, ser profetas; a otros, ser evangelizadores; a otros, ser pastores y maestros. Y esto, para capacitar a los fieles, a fin de que, desempeñando debidamente su tarea, construyan el cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a estar unidos en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, y lleguemos a ser hombres perfectos, que alcancemos en todas sus dimensiones la plenitud de Cristo.

Así, ya no seremos como niños, zarandeados por las olas y llevados de un lado para otro por el viento de cualquier doctrina, a merced de hombres malvados y astutos, que conducen engañosamente al error. Por el contrario, viviendo sinceramente en el amor, creceremos en todos sentidos, unidos a aquel que es la cabeza: Cristo. De él, todo el cuerpo recibe su organización, su cohesión y su vida, según la actividad propia de cada una de las partes, y así el cuerpo va creciendo y construyéndose por medio del amor.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 121, 1-2. 3-4ab. 4cd-5
R. (1) Vamos a la casa del Señor.
íQué alegría sentí, cuando me dijeron:
’Vayamos a la casa del Señor’!
Y hoy estamos aquí, Jerusalén,
jubilosos, delante de tus puertas. R.
R. Vamos a la casa del Señor.
A ti, Jerusalén, suben las tribus,
las tribus del Señor,
según lo que a Israel se le ha ordenado,
para alabar el nombre del Señor. R.
R. Vamos a la casa del Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Ez 33, 11
R. Aleluya, aleluya.
No quiero la muerte del pecador,
sino que se arrepienta y viva, dice el Señor.
R. Aleluya.

Evangelio
Lc 13, 1-9
En aquel tiempo, algunos hombres fueron a ver a Jesús y le contaron que Pilato había mandado matar a unos galileos, mientras estaban ofreciendo sus sacrificios. Jesús les hizo este comentario: ’¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos? Ciertamente que no; y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿piensan acaso que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? Ciertamente que no; y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante’.

Entonces les dijo esta parábola: ’Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo; fue a buscar higos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: ‘Mira, durante tres años seguidos he venido a buscar higos en esta higuera y no los he encontrado. Córtala. ¿Para qué ocupa la tierra inútilmente?’ El viñador le contestó: ‘Señor, déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle abono, para ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortaré’ ’.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy

Realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas hacia Él
Todos los bautizados hemos recibido la Gracia, la propia vida de Cristo resucitado, que potencia nuestras facultades, ilumina nuestro carácter y da sentido a ese amor con el que hemos sido creados. Pero está en cada uno no ya solo descubrirlo, sino aceptarlo y, lo más difícil, ponerlo al servicio de la comunidad que Él quiso fundar: la Iglesia.

Cuando Jesús llamaba a una persona para seguirle, el sí implicaba siempre la integración en el grupo de sus discípulos. La fe en Cristo, el Hombre para los demás por antonomasia, entonces y ahora, es una invitación a poner nuestros carismas al servicio de la Iglesia y en la comunidad concreta donde Él nos ha destinado.

A veces, muchas veces, sin embargo, olvidamos nuestro sentido eclesial. Nos limitamos a estar, no a participar; a criticar, no a aportar soluciones. Y nuestra fe se resiente y la Iglesia deja de tener sentido de comunidad.

A ver si da fruto. Si no, la cortas
El texto de Lucas define la gran novedad del Dios de Jesús: las catástrofes, las represiones sangrientas (nosotros podríamos añadir la pandemia del covid) no son un castigo por los pecados cometidos por las víctimas, sino consecuencias terribles e inevitables de nuestra realidad aunque ciertamente no faltas de un sentido, quizá una advertencia... En todo caso no son queridas por Dios. Todo lo contrario. Para Él somos sus hijos y nos quiere con un amor incondicional y para siempre.

Jesús refiere los tristes acontecimientos vividos por los judíos para proclamar, una vez más, la necesaria Conversión hacia ese Dios que, por amor, le ha enviado para anunciar a todos la Salvación. La parábola de la higuera es bien expresiva en este sentido junto a los tres años en que no da fruto: necesita cuidados, abono... y mucha paciencia como la que muestra Jesús en su ministerio público. ¡Somos tantas veces reacios a dar frutos!

Cuando nos preguntamos por Dios en los tristes acontecimientos que nos ocurren personalmente o como comunidad humana, parece que estamos todavía en la mentalidad antigua de un Dios justiciero y vengativo. Jesús nos muestra, en su vida entregada hasta el sacrificio en la cruz, que está con todos y cada uno de nosotros en nuestros sufrimientos y perplejidades, que todo tiene un sentido...y es un sentido de esperanza y de amor.

’Sobran profetas de calamidades que sólo ven desgracias y peligros en los acontecimientos del mundo. Hay que mirar con los ojos del corazón para en el leve susurro del silencio, como el profeta Elías, vislumbrar el paso de Dios en lo que sucede cada día. «Si alguno escucha mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos». Abrir la puerta es abrirnos a lo nuevo y diferente que, sin control nuestro, va surgiendo en una historia cambiante. San Bernardo recomendó al papa Eugenio III: «Debes examinar atentamente lo que la época espera de ti». Nueve siglos más tarde, Juan XXIII propuso como tarea permanente de la Iglesia releer los signos del tiempo para descubrir en ellos la llamada del Espíritu.’

D. Carlos José Romero Mensaque, O.P.
Fraternidad ’Amigos de Dios’ de Bormujos (Sevilla)

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