’ Anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres ’




¿Qué tengo que hacer para que mi vida valga realmente la pena?

| | Desde guerrerohabla.com
’ Anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres ’
Religión
Octubre 09, 2021 20:14 hrs.
Religión ›
Agencia de noticias Plata Pura › guerrerohabla.com

La Palabra de Dios

Domingo 10 de octubre, 2021


Primera Lectura
Sab 7, 7-11
Supliqué y se me concedió la prudencia;
invoqué y vino sobre mí el espíritu de sabiduría.
La preferí a los cetros y a los tronos,
y en comparación con ella tuve en nada la riqueza.
No se puede comparar con la piedra más preciosa,
porque todo el oro, junto a ella, es un poco de arena
y la plata es como lodo en su presencia.

La tuve en más que la salud y la belleza;
la preferí a la luz, porque su resplandor nunca se apaga.
Todos los bienes me vinieron con ella;
sus manos me trajeron riquezas incontables.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor Jesús

Salmo Responsorial
Salmo 89, 12-13. 14-15. 16-17
R. Sácianos, Señor, de tu misericordia.
Enséñanos a ver lo que es la vida,
y seremos sensatos.
¿Hasta cuándo, Señor, vas a temer
compasión de tus siervos? ¿Hasta cuándo? R.
R. Sácianos, Señor, de tu misericordia.
Llénanos de tu amor por la mañana
y júbilo será la vida toda.
Alégranos ahora por los días
y los años de males y congojas. R.
R. Sácianos, Señor, de tu misericordia.
Haz, Señor, que tus siervos y sus hijos
puedan mirar tus obras y tu gloria.
Que el Señor bondadoso nos ayude
y dé prosperidad a nuestras obras. R.
R. Sácianos, Señor, de tu misericordia.

Segunda Lectura
Heb 4, 12-13
Hermanos: La palabra de Dios es viva, eficaz y más penetrante que una espada de dos filos. Llega hasta lo más íntimo del alma, hasta la médula de los huesos y descubre los pensamientos e intenciones del corazón. Toda creatura es transparente para ella. Todo queda al desnudo y al descubierto ante los ojos de aquel a quien debemos rendir cuentas.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor Jesús

Aclamación antes del Evangelio
Mt 5, 3
R. Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu,
porque de ellos es el Reino de los cielos.
R. Aleluya.

Evangelio
Mc 10, 17-30
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó: ’Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?’ Jesús le contestó: ’¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre’.

Entonces él le contestó: ’Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven’. Jesús lo miró con amor y le dijo: ’Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme’. Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes.

Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos: ’¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!’ Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras; pero Jesús insistió: ’Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios’.

Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí: ’Entonces, ¿quién puede salvarse?’ Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: ’Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible’.

Entonces Pedro le dijo a Jesús: ’Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte’.

Jesús le respondió: ’Yo les aseguro: Nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, dejará de recibir, en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna’.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

’ ANDA, VENDE LO QUE TIENES, DÁSELO A LOS POBRES ’
Introducción
En el evangelio de este domingo Jesús nos ayuda a repensar cómo verificamos nuestra experiencia y relación con Dios. No basta con observar o cumplir sus ’mandamientos’, no es preciso acumular. Esa es una perspectiva que se queda corta. Hay que ir más allá, liberarnos del miedo y procurar amar al Amor que es fuente y criterio de nuestro estilo de vida. Y decirlo poniendo la vida al servicio de lo que genera vida. Sobre todo, ahí donde esté más amenazada. Podemos compartir, repartir, pero sobre todo estamos llamados a ’darnos’. Esa es la sabiduría de Jesús, sabiduría de la cruz.

Junto a ello también nos podemos centrar hoy no tanto en fijarnos en lo que nos ’falta’ como aquel joven rico, sino en reconocer lo que somos y tenemos y desde lo que podemos ’dar-nos’. Para traer alegría, esperanza, ánimo, allí donde estamos y vivimos. Pero sin perder la conexión con todo lo que nos afecta desde cualquier parte del mundo. ’Todo está conectado’ recuerda el papa Francisco. En el viaje de la vida hay momentos en que hemos de desprendernos de lo que nos impida caminar más ligeros tras las huellas de Jesús.

Fray Xabier Gómez García O.P.
Convento de Santo Tomás de Aquino "Olivar" (Madrid)

Comentario al Evangelio


Enrique Martínez de la Lama-Noriega
¿Qué tengo que hacer?

Desde que el hombre es hombre, ha experimentado la necesidad de ir más allá de una vida que parece terminarse con la muerte: la «vida eterna». Porque entonces: ¿Qué más da lo que uno consigue tener, o hacer en esta vida... si todo se acaba?

Sin embargo parece que esta pregunta no inquieta hoy a la inmensa mayoría. Al menos formulada con las palabras que usa aquel hombre que se acerca a Jesús. ¡La vida eterna! Ocupados con la vida diaria, atrapados por las cosas inmediatas, por tantas que es urgente hacer y llevar al día... que no hay lugar para esta pregunta, a no ser quizás, cuando la enfermedad nos pega algún mordisco, o cuando alguien cercano se nos va de este mundo. Dicen que esta pandemia, con todas sus terribles consecuencias ha reavivado la pregunta por la vocación religiosa entre los jóvenes...

Algunos pensadores modernos rechazaron explícitamente hacerse planteamientos más allá de esta vida:’Queremos el cielo aquí en la tierra; el otro cielo se lo dejamos a los ángeles y gorriones’. Y no pocos han hecho suya la máxima que centraba la película «El club de los poetas muertos»: «Vive el presente».

Lo cierto es que Jesús aprovecha y corrige aquella pregunta: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?», y habla más bien de «tener un tesoro en el cielo» o de «entrar en el Reino». Es decir: que Dios (el cielo) sea tu único tesoro. El Maestro intenta reorientar aquella mirada... nada de «heredar» o «ganarse» la otra vida, sino de llenar de sentido esta vida.

Aquel desconocido tenía su madurez, su capacidad de hacerse preguntas serias. Hay que reconocérselo. Lo que le plantea en el fondo a Jesús es: ¿Qué tengo que hacer para ser feliz?, ¿Cómo me puedo sentir satisfecho de mí mismo? ¿Qué tengo que hacer para que mi vida valga realmente la pena? Porque a todas estas preguntas no había encontrado una salida válida.

Las respuestas habituales que nos ofrece nuestra sociedad apuntan a:

— Estudiar para tener un buen empleo, o ser competitivo, o poder volver a tener un trabajo; ganar «suficiente» dinero, comprarse un piso, un coche, hacer algún viaje... Lo de «suficiente» dinero es algo bastante difícil de especificar, por cierto.

— También el mundo afectivo: encontrar pareja, formar una familia, y estar acompañado de buenos amigos...

— Y también esa dimensión que se fija en uno mismo: cuidar la propia salud, tener buen aspecto exterior, la imagen que presentamos a los demás, hacer lo que me gusta...

— Algunas veces se propone también aprender a ser buena persona, tener unos principios éticos, algunas prácticas religiosas...

Todas estas cosas son buenas y necesarias..., ¡claro que sí! Pero ninguna de ellas, ni siquiera todas juntas, responden al deseo profundo de felicidad que tenemos. Ninguna de ellas, aun consiguiéndolas con mucho esfuerzo, nos garantiza la felicidad. Porque son todas tan frágiles: es frágil el empleo y la economía, es frágil la estabilidad familiar, es frágil mi salud, y son frágiles las personas en las que podemos apoyarnos y con las que caminamos cada día... porque un día pueden faltarnos.





Aquel buen hombre -Marcos no nos ha indicado que sea «joven»- era alguien «piadoso y devoto». Buena persona, podríamos decir. Honestamente reconocía que a pesar de todo lo que tenía y hacía... quedaba dentro de su corazón una poderosa inquietud. Lo que quizá no sabía es lo peligroso que es hacerle preguntas tan directas a Jesús.

Ya nos decía la segunda lectura que la Palabra de Dios es más tajante que espada de doble filo, que penetra hasta el fondo de la conciencia, hasta lo más recóndito del corazón, hasta los deseos más escondidos... y los pone en evidencia, los descoloca. No sólo cuando nuestra vida está «desnortada», o en pecado. También, y quizá más fuertemente, cuando parece que todo encaja perfectamente. Porque el Dios del amor, precisamente porque es amor, quiere que lleguemos más lejos, que crezcamos más, que no nos quedemos atrapados en la mediocridad, ni centrados en nosotros mismos. Y las palabras de Jesús le dan un tajo en lo más interior: penetran hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, y juzga los deseos e intenciones del corazón (2 Lectura).

El «Maestro Bueno» primero señala hacia los mandamientos: Allí está la voluntad del Dios Bueno. Para salvarse sería suficiente. Jesús no menciona los mandamientos referidos a la relación con Dios (los tres primeros, ¿por qué será?), sino sólo los que tienen que ver con los semejantes. Los cambia de su orden tradicional, y añade uno nuevo: «no estafarás». De cara a la vida eterna tiene prioridad el comportamiento con los hombres, tal como está formulado en estos mandamientos.





Aquel hombre debió sentirse orgulloso de sí mismo, porque todo eso lo había vivido desde pequeño. No es tan difícil cumplirlos: La gran mayoría de los hombres (y de los creyentes), los cumplen suficientemente. Pero eso es Moisés, el Antiguo Testamento. El discípulo de Jesús, el que quiere entrar en el Reino tiene aquí un punto de partida, el comienzo de «otra cosa» mucho mejor y más plena. Y Jesús le da una vuelta de tuerca con tres imperativos: vende, dale, sígueme. Es como si dijera: «Una cosa te falta»: «¿Por qué no dejas de estar centrado en los cumplimientos, en los mandamientos, en tu esfuerzo por ser «don perfecto», en «conseguir», alcanzar, heredar, tener...? Todo eso te hace sentirte muy satisfecho de ti mismo (la verdad es que no tanto, vista su inquietud), y sobre todo te pones a ti en el centro de todo. Pero no eres libre y no tienes lleno el corazón.

Después de una mirada de cariño le dice: «Vamos a mirar juntos a los demás, a los que sufren, a los pobres». «Vente conmigo y ponte a amar, pon a los demás en el centro de tus inquietudes y preocupaciones... y que Dios sea tu único tesoro». En definitiva esa fue la propia opción personal de Jesús y es su propuesta sincera.

Y el que se había puesto de rodillas delante de él... sale de la escena en silencio, con el rostro arrugado y pesaroso: ¡era muy rico! No estaba dispuesto a descentrarse de sí mismo, Dios no era su tesoro. Su tesoro era otro... que le tenía encadenado. ¿Sería eso lo que le puso triste? ¿Se sintió triste al pensar que llevaba toda la vida siendo buena gente.... al descubrir que estaba fallando... al primero de los mandamientos, estaba fallando al Dios Bueno, que no estaba «sobre todas las cosas» ¿Se fue triste al no poder sostener la mirada de cariño y complicidad que le había ofrecido el Maestro?

El caso es que renunció a comprobar que con Jesús la vida eterna y plena empieza a gozarse ya aquí, aunque sabía de sobra que «todo eso que tenía» no le servía para sentir que su vida merecía la pena.

A mí me gusta imaginar que aquel hombre impetuoso y «corredor».... no aguantó la tristeza que apareció con tanta fuerza en su corazón, la tristeza de ver su «verdad»..., ¡bendita tristeza! Y que acabó dejando de mirarse el ombligo, sus cosas, su perfección, sus proyectos... ¡y acabó siendo un buen discípulo de Jesús! No nos lo cuentan lo evangelistas. Pero ¡hay tantas cosas que no nos contaron!. Quizá ésta sea una de ellas. Me gusta imaginarlo así... porque... a lo mejor me pasa a mí.

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

Imagen inferior del Blog "El Evangelio en casa" y Goyo

Ver nota completa...

Escríbe al autor

Escribe un comentario directo al autor

Suscríbete

Recibe en tu correo la información más relevante una vez al mes y las noticias más impactantes al momento.

Recibe solo las noticias más impactantes en el momento preciso.


’ Anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres ’

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.