’ Cuando levantéis al Hijo del Hombre sabréis que yo soy ’



Un itinerario de quejas, que ignora la providencia de Dios

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’ Cuando levantéis al Hijo del Hombre sabréis que yo soy ’
Religión
Marzo 30, 2020 19:57 hrs.
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La Palabra de Dios

Martes 31 de marzo 2020

Primera lectura
Nm 21, 4-9
En aquellos días, los hebreos salieron del monte Hor en dirección al Mar Rojo, para rodear el territorio de Edom; pero por el camino, el pueblo se impacientó y murmuró contra Dios y contra Moisés, diciendo: ’¿Para qué nos sacaste de Egipto? ¿Para que muriéramos en el desierto? No tenemos pan ni agua y ya estamos hastiados de esta miserable comida’.

Entonces envió Dios contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. El pueblo acudió a Moisés y le dijo: ’Hemos pecado al murmurar contra el Señor y contra ti. Ruega al Señor que aparte de nosotros las serpientes’. Moisés rogó al Señor por el pueblo y el Señor le respondió: ’Haz una serpiente como ésas y levántala en un palo. El que haya sido mordido por las serpientes y mire la que tú hagas, vivirá’. Moisés hizo una serpiente de bronce y la levantó en un palo; y si alguno era mordido y miraba la serpiente de bronce, quedaba curado.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 101, 2-3. 16-18. 19-21
R. (2) Señor, escucha mi plegaria.
Señor, escucha mi plegaria;
que a tu presencia lleguen mis clamores.
El día de la desgracia.
Señor, no me abandones.
Cuando te invoque, escúchame
y enseguida respóndeme.
R. Señor, escucha mi plegaria.
Cuando el Señor reedifique a Sión
y aparezca glorioso,
cuando oiga el clamor del oprimido
y no se muestre a sus plegarias sordo.
Entonces al Señor temerán todos los pueblos
y su gloria verán los poderosos.
R. Señor, escucha mi plegaria.
Esto se escribirá para el futuro
y alabará al Señor el pueblo nuevo,
porque el Señor, desde su altura santa,
ha mirado a la tierra desde el cielo,
para oír los gemidos del cautivo
y librar de la muerte al prisionero.
R. Señor, escucha mi plegaria.


Aclamación antes del Evangelio

R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo;
todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.


Evangelio
Jn 8, 21-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: ’Yo me voy y ustedes me buscarán, pero morirán en su pecado. A donde yo voy, ustedes no pueden venir’. Dijeron entonces los judíos: ’¿Estará pensando en suicidarse y por eso nos dice: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden venir’?’ Pero Jesús añadió: ’Ustedes son de aquí abajo y yo soy de allá arriba; ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Se lo acabo de decir: morirán en sus pecados, porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados’.

Los judíos le preguntaron: ’Entonces ¿quién eres tú?’ Jesús les respondió: ’Precisamente eso que les estoy diciendo. Mucho es lo que tengo que decir de ustedes y mucho que condenar. El que me ha enviado es veraz y lo que yo le he oído decir a él es lo que digo al mundo’. Ellos no comprendieron que hablaba del Padre.

Jesús prosiguió: ’Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo Soy y que no hago nada por mi cuenta; lo que el Padre me enseñó, eso digo. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que a él le agrada’. Después de decir estas palabras, muchos creyeron en él.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús


Reflexión del Evangelio de hoy

Un itinerario de quejas, que ignora la providencia de Dios
Eran frecuentes las quejas en el Israel del desierto. Había en ellas fundamento: el desierto es hostil e inhóspito; Egipto parecía más seguro (sobre todo idealizado desde lejos). Y el pueblo quería seguridades. Por eso murmuraba, no sólo contra Moisés –el líder perceptible-, sino también contra Dios –responsable último de aquellas incomodidades-.

El ciclo se repetía mil veces: protesta airada, castigo pedagógico, conversión forzosa e intercesión de Moisés, perdón y salvación generosos por parte de Dios. Y vuelta a empezar, pasadas unas cuantas dunas. ¡Qué difícil es aprender a confiar cuando uno lo pasa tan mal! Y, sin embargo, el Dios providente no se desentendía: la liberación de Egipto fue definitiva y la tierra prometida se hizo realidad a su debido tiempo.

Esta vez el castigo pedagógico fueron las serpientes, y fue también una serpiente la que facilitó el seguir viviendo (la serpiente era, en algunas culturas antiguas, símbolo de fecundidad y de protección contra fuerzas maléficas y para curar enfermedades). En plena Cuaresma, esa serpiente levantada, antídoto contra el mal, está evocando al Hijo del Hombre del evangelio de hoy, también levantado para ser reconocido e invocado como liberador definitivo de la mayor esclavitud, la del pecado. Somos invitados una y otra vez a la confianza, más allá de la queja y la protesta: Dios es siempre fiel a sus promesas, aunque parezcan lejanas y necesiten una larga paciencia.

Una invitación a descubrir a Jesús, más allá de cualquier controversia
Jesús era un enigma para los judíos, que no acababan de descifrar su identidad. Lo juzgaban desde ‘abajo’, y así les resultaba desconcertante; su origen y su destino eran objeto de frecuentes controversias que no aclaraban nada. Partiendo de los criterios de siempre no era posible discernir su sorprendente novedad.

Era necesario situarse en otro plano, contemplar al Hijo del Hombre desde ‘arriba’, desde la fe, desde la perspectiva de Dios. Era necesario dejar a un lado ‘lo de siempre’ y abrirse a lo nuevo y prometedor. Era necesario recibir, con un corazón bien dispuesto, aquella Buena Noticia que traía de parte de Dios un hombre sin ningún poder, pero dotado de una impresionante autoridad: la de su palabra luminosa y penetrante.

Las dudas sobre él se disiparían definitivamente –lo anticipó él mismo- cuando fuera ‘levantado’ sobre la tierra; entonces se sabría por fin quién era. El sentido de la elevación del Hijo del Hombre sólo puede entenderse a la luz del misterio pascual de su muerte y resurrección. Para el evangelista Juan ése es el momento por excelencia de la glorificación de Jesús: cuando sea elevado sobre la cruz, será elevado también en la gloria y su condición divina aparecerá a los ojos de todos, al mismo tiempo que la verdad de sus palabras.

Preguntémonos sólo estas dos cosas: ¿Hemos descubierto en la cruz de Jesús al enviado de Dios que ha venido a salvarnos? ¿Aceptamos las contrariedades de la vida, con la convicción de que en ellas está siempre presente el mismo Dios que acompañó a Jesús en la cruz?

Fray Emilio García Álvarez
Convento de Santo Tomás de Aquino (Sevilla)

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