’ Maestro, queremos ver un signo tuyo ’


Aquí hay uno que es más que Jonás

| | Desde guerrerohabla.com
’ Maestro, queremos ver un signo tuyo ’
Religión
Julio 18, 2021 20:10 hrs.
Religión ›
Agencia de noticias Plata Pura › guerrerohabla.com

La Palabra de Dios

Lunes 19 de julio 2021

Lectura I
Ex 14, 5-18
En aquellos días, cuando le avisaron al faraón que los israelitas habían escapado, el faraón y sus servidores cambiaron de parecer con respecto al pueblo de Israel y exclamaron: ’¿Qué hemos hecho? Hemos dejado escapar a nuestros esclavos israelitas’. Entonces el faraón mandó enganchar su carro y llevó consigo sus tropas: seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto, cada uno con sus respectivos guerreros.

El Señor endureció el corazón del faraón, rey de Egipto, para que persiguiera a los hijos de Israel, mientras éstos se alejaban jubilosos. Los egipcios los persiguieron con todo un ejército de caballos, carros y guerreros, y les dieron alcance, mientras acampaban junto al mar, cerca de Pi-ha-Jirot, frente a Baal-Sefón.

Al acercarse el faraón, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y viendo que los egipcios los perseguían, tuvieron miedo, clamaron al Señor y le dijeron a Moisés: ’¿Acaso no había sepulturas en Egipto, para que nos trajeras a morir en el desierto? ¿Para qué nos sacaste de Egipto? ¿No te dijimos claramente allá: ‘Déjanos en paz; queremos servir a los egipcios’? Pues más vale servir a los egipcios que morir en el desierto’.

Moisés le contestó al pueblo: ’No teman; permanezcan firmes y verán la victoria que el Señor les va a conceder hoy. Los egipcios que ven ahora, no los volverán a ver nunca. El Señor peleará por ustedes, y ustedes no tendrán que preocuparse por nada’.

Entonces el Señor le dijo a Moisés: ’¿Por qué sigues clamando a mí? Diles a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu bastón, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en el mar sin mojarse. Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a expensas del faraón y de todo su ejército, de sus carros y jinetes. Cuando me haya cubierto de gloria a expensas del faraón, de sus carros y jinetes, los egipcios sabrán que yo soy el Señor’.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Del Éxodo 15
R. (1b) Alabemos al Señor por su victoria.
Cantemos al Señor, sublime es su victoria:
caballos y jinetes arrojó en el mar.
Mi fortaleza y mi canto es el Señor,
él es mi salvación;
él es mi Dios, y yo lo alabaré,
es el Dios de mis padres, y yo lo cantaré.
R. Alabemos al Señor por su victoria.
El Señor es un guerrero, su nombre es el Señor.
Precipitó en el mar los carros del faraón
y a sus guerreros;
ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes.
R. Alabemos al Señor por su victoria.
Las olas los cubrieron,
cayeron hasta el fondo, como piedras.
Señor, tu diestra brilla por su fuerza,
tu diestra, Señor, tritura al enemigo.
R. Alabemos al Señor por su victoria.

Aclamación antes del Evangelio
Cfr Sal 95,8
R. Aleluya, aleluya.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice:
’No endurezcan su corazón’.
R. Aleluya.

Evangelio
Mt 12, 38-42
En aquel tiempo, le dijeron a Jesús algunos escribas y fariseos: ’Maestro, queremos verte hacer una señal prodigiosa’. El les respondió: ’Esta gente malvada e infiel está reclamando una señal, pero la única señal que se le dará, será la del profeta Jonás. Pues de la misma manera que Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así también el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra.

Los habitantes de Nínive se levantarán el día del juicio contra esta gente y la condenarán, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay alguien más grande que Jonás.

La reina del sur se levantará el día del juicio contra esta gente y la condenará, porque ella vino de los últimos rincones de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien más grande que Salomón’’.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy

Sabrán los egipcios que yo soy el Señor
El segundo libro de la Biblia nos cuenta la salida del pueblo de Israel de Egipto y su llegada al monte Sinaí. La situación de opresión y esclavitud vivida por los israelitas en el país de los egipcios convierte su salida en una auténtica liberación, una vuelta a la esperanza y a la vida: ’he bajado para librarlo de la mano de los egipcios y para subirlo de esta tierra a una tierra buena y espaciosa; a una tierra que mana leche y miel’ (Ex 3,8). Es más, esta experiencia marcará al pueblo de tal manera que la convertirá en el centro del credo de Israel (Dt 26,5-9).

La lectura de hoy nos narra los primeros momentos de la salida con tres protagonistas principales: Yahvé, Moisés y Faraón. Éste último se ha visto obligado a dejar salir a los israelitas con Moisés al frente, a quienes tenía sometidos a esclavitud. Ha dejado marchar a un pueblo que llevaba años sosteniendo las grandes obras y la grandiosidad de Egipto. Excluidos, marginados, mano de obra barata que no cuentan para la sociedad egipcia pero sí para mantener su reinado. No es de extrañar que el Faraón organice gran parte de su ejército, con sus mejores carros (600), y con otros para salir en persecución de los israelitas. Pero la historia del pueblo de Israel no la marca un faraón, sino el mismo Dios, cuyos caminos son a veces, incomprensibles para los hombres, a los que les suele costar descubrir su sentido más profundo: ’El Señor hizo que el Faraón se empeñase en perseguir a los israelitas’ (Ex 14,8). El pueblo ante esta situación vuelve a clamar a Dios que oyó su sufrimiento y su dolor.

Y de nuevo Moisés, nuestro segundo protagonista, va a escuchar la queja de su pueblo, no será la última vez, acerca del por qué lo has sacado de Egipto. La libertad tiene el precio de confiar, caminar y mirar hacia adelante. La libertad implica el deseo de una vida digna y buena para todos, es fiarse del otro con el que andar los desiertos de la existencia y sobre todo, la salvación no es otra cosa que fiarse de Dios. De ahí, la invitación de Moisés a no temer, a no preferir la muerte en vida, a mantenerse en píe porque el Señor es el que pelea por su pueblo, el que los sacara adelante, porque Él siempre cumple sus promesas.

El principal protagonista de nuestro relato y de nuestra vida no es otro que el mismo Dios, que nos invita como lo hace con el pueblo israelita a caminar, a pasar en medio de muchos mares sin apenas divisar el final, para que se vea la gloria del Señor. Hasta los egipcios tendrán que reconocer quién ha salvado a Israel, quién ha puesto su mirada y su amor sobre ese pequeño pueblo; entonces sabrán que ’yo soy el Señor’. ¿Lo sabemos también nosotros? ¿Es el Señor quien dirige nuestra vida?

Aquí hay uno que es más que Jonás
En el evangelio de hoy los escribas y fariseos continúan pidiendo a Jesús ver más signos para creer, subrayando de este modo su falta de fe. Ellos han sido testigos de la curación de un endemoniado ciego y mudo, pero esto no les basta porque sus corazones son de piedra, se niegan a convertirse porque consideran que sus obras son buenas. Aunque las palabras de Jesús no dejan lugar a dudas, un corazón malo y obstinado, del tesoro saca cosas malas. Así no hay manera de que los dirigentes religiosos comprendan las palabras ni la actuación de Jesús. Ellos piden un signo en el que no creen para tentar a Jesús y la repuesta del Maestro no deja de ser paradójica. En primer lugar, les llama generación malvada y pervertida, en sentido social y religioso, por su apego a este mundo y por no actuar según Dios; seguidamente, rechaza la señal que le piden por otra. Ese signo es el de Jonás, es decir su muerte y su resurrección, verdadero signo de la identidad de Jesús.

El Maestro a continuación explica lo ocurrido con Jonás en su predicación a los ninivitas. Estos escucharon al profeta y se convirtieron, sin embargo, los contemporáneos a Jesús ni lo escuchan y, en consecuencia, no se convierten. Del mismo modo la reina de Saba escuchó a Salomón el sabio, porque confiaba en su sabiduría mientras esta generación no ha creído en Jesús.

El evangelista ha presentado al Señor como auténtico profeta y sabio, mayor que Jonás y Salomón. Profeta de juicio para una generación que se niega a creer ante la exigencia y la verdad de su proyecto del Reino, mientras abre la puerta a la esperanza para los gentiles y para todo ser humano que despierta su corazón y su entendimiento al camino de Jesús. También Mateo identifica a Jesús como sabio, experto en el conocimiento de la vida y de las experiencias humanas, que ofrece a los hombres y mujeres de su tiempo la palabra de Dios para iluminar cada paso del sendero.

En muchas ocasiones, pedimos al Señor signos para creer y nos olvidamos de pedirle la fe para seguir creciendo en ella, no por lo que se nos muestra sino por lo que Jesús nos hace vivir. ¿Seguimos pidiendo signos para creer?

Hna. Carmen Román Martínez O.P.
Congregación de Santo Domingo


Ver nota completa...

Escríbe al autor

Escribe un comentario directo al autor

Suscríbete

Recibe en tu correo la información más relevante una vez al mes y las noticias más impactantes al momento.

Recibe solo las noticias más impactantes en el momento preciso.


’ Maestro, queremos ver un signo tuyo ’

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.