’ No estás lejos del Reino de Dios ’


ESCUCHA Y AMA

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’ No estás lejos del Reino de Dios ’
Religión
Octubre 30, 2021 20:42 hrs.
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La Palabra de Dios

Domingo 31 octubre 2021

Primera Lectura
Dt 6, 2-6
En aquellos días, habló Moisés al pueblo y le dijo: ’Teme al Señor, tu Dios, y guarda todos sus preceptos y mandatos que yo te transmito hoy, a ti, a tus hijos y a los hijos de tus hijos. Cúmplelos y ponlos en práctica, para que seas feliz y te multipliques. Así serás feliz, como ha dicho el Señor, el Dios de tus padres, y te multiplicarás en una tierra que mana leche y miel.

Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas. Graba en tu corazón los mandamientos que hoy te he transmitido’.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 17, 2-3a. 3bc-4. 47 y 51ab
R. (2) Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza.
Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza,
el Dios que me protege y me libera. R.
R. Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza.
Tú eres mi refugio,
mi salvación, mi escudo, mi castillo.
Cuando invoqué al Señor de mi esperanza,
al punto me libró de mi enemigo. R.
R. Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza.
Bendita seas, Señor, que me proteges;
que tú, mi salvador, seas bendecido.
Tú concediste al rey grandes victorias
y mostraste tu amor a tu elegido. R.
R. Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza.

Segunda Lectura
Heb 7, 23-28
Hermanos: Durante la antigua alianza hubo muchos sacerdotes, porque la muerte les impedía permanecer en su oficio. En cambio, Jesucristo tiene un sacerdocio eterno, porque él permanece para siempre. De ahí que sea capaz de salvar, para siempre, a los que por su medio se acercan a Dios, ya que vive eternamente para interceder por nosotros.

Ciertamente que un sumo sacerdote como éste era el que nos convenía: santo, inocente, inmaculado, separado de los pecadores y elevado por encima de los cielos; que no necesita, como los demás sacerdotes, ofrecer diariamente víctimas, primero por sus pecados y después por los del pueblo, porque esto lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. Porque los sacerdotes constituidos por la ley eran hombres llenos de fragilidades; pero el sacerdote constituido por las palabras del juramento posterior a la ley, es el Hijo eternamente perfecto.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Aclamación antes del Evangelio
Jn 14, 23
R. Aleluya, aleluya.
El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará
y haremos en él nuestra morada, dice el Señor.
R. Aleluya.

Evangelio
Mc 12, 28-34
En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: ’¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?’ Jesús le respondió: ’El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos’.

El escriba replicó: ’Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios’.

Jesús, viendo que había hablado muy sensatamente, le dijo: ’No estás lejos del Reino de Dios’. Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

’ No estás lejos del Reino de Dios ’
Introducción
En la tradición del Pueblo de Israel, la Ley tenía una función pedagógica: orientar el corazón y la existencia hacia Dios. Por eso Moisés invitaba al pueblo a ’grabar en su corazón estas palabras’ (cf. Dt 6,6). Jesús llevó la Ley a su plenitud en la vivencia radical del amor; un amor que tradujo en su propia vida como misericordia compasiva, ’ofreciéndose a sí mismo’ (Hb 7, 27) para ’salvar en forma definitiva a los que se acercan a Dios’ y ’para interceder por ellos’ (cf. Hb 7,25).

Fr. Rubén Omar Lucero Bidondo O.P.
Convento de San José (Buenos Aires)

Reflexión del Evangelio
Enrique Martínez de la Lama-Noriega
ESCUCHA Y AMA


¡Escucha, Israel. Escucha, pueblo de Dios, escucha bautizado!

Esto lo primero de todo: que escuches la voz de tu Dios.

Tu Dios te habla en cada celebración, cuando se proclama la Palabra, y quiere dialogar contigo.

«Escucha Israel", «y que las palabras que yo te dirijo hoy queden grabadas en tu corazón».

Como enseñó el Sacerdote Elí al joven Samuel que "oía" aquella desconocida voz: «cuando te sientas llamado, responde: Habla Señor, que tu siervo escucha».

Y si te cuesta escuchar la voz, ora como el rey Salomón, cuando siendo aún joven le dijo Dios: «pídeme lo que quieras que te dé». Y Salomón respondió: «Concede a tu siervo un corazón que escuche». Agradó tanto al Señor aquella petición, que le respondió: «Cumplo tu ruego y te doy un corazón sabio e inteligente».

Cada mañana, al estrenar el día, podemos recordar las palabras de Isaías: «El Señor me ha dado lengua de discípulo, y mañana tras mañana despierta mi oído para que escuche como un discípulo. El Señor me ha abierto el oído».

En la primera plegaria del día, Laudes, a menudo repetimos: «¡Ojalá escuchéis hoy su voz! No endurezcáis vuestro corazón» (Salmo 5, 7,8).

En el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, se nos dice: «El que tenga oídos que escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias» (2, 7.11.17,29). Porque el Espíritu de Dios habla también hoy a la Iglesia, invitándola a la renovación y a la fidelidad.

Y nos animan las palabras de Jesús: «en verdad, en verdad os digo: el que escucha la voz del Hijo de Dios ha pasado de la muerte a la vida» (Jn 5, 25).

Tu Dios te habla en el fondo de tu corazón/conciencia, empujándote siempre hacia el bien y el amor. Allí en tu corazón resuenan muchísimas voces. Algunas de ellas encienden tus más bajos instintos: la rabia, el rechazo al que es distinto, la comodidad, el egoísmo, la agresividad, la venganza, la búsqueda de ventajas personales por encima de los otros, el dejarte llevar por lo que hace todo el mundo, el no complicarte la vida... Pero junto a ellas también está la voz de Dios. ¿Cómo distinguir una de otras?

«El Señor, nuestro Dios, es solamente uno». Los otros nunca deben ser tomados como dioses, porque no lo son. Al único Dios lo reconocemos porque nos saca de la tierra de la esclavitud para darnos la libertad. Los otros «dioses» nos atan, nos someten, nos manejan. A este único Dios le mueve el clamor del pobre, del necesitado, del más frágil, del que sufre, del más pequeño. Los otros «dioses», en cambio, los silencian, sólo dejan oír la voz del egoísmo. Este único Dios quiere hacer de nosotros un gran pueblo, una gran comunidad de hermanos, y solo nos ofrece una Ley importante: la Ley del amor, con ella, busca hacer de ti una persona «grande» y fraterna pues tendrás un corazón enorme lleno de amor.

Me ha ayudado meditar este testimonio personal:

En cierta ocasión le pregunté a Dios qué deseaba decirme o pedirme. Era un momento de ardiente fervor en el que me sentía preparado para escuchar cualquier cosa. En un momento de tranquila escucha, oí interiormente las siguientes palabras: «te amo». Y me sentí desilusionado: ¡ya lo sabía! Pero Él volvió a mí de nuevo con esas mismas palabras. Y de repente, me di cuenta con mucha claridad de que nunca había aceptado e interiorizado realmente el amor de Dios por mí. En ese instante lleno de gracia, vi que «yo sabía» que Dios había sido paciente conmigo y me había perdonado muchas veces. Pero me asombró no haberme abierto nunca a la realidad de su amor. Lentamente caí en la cuenta de que Dios tenía razón. Nunca había escuchado realmente el mensaje de su amor. Cuando Dios habla, siempre habrá «algo sorprendente, distintivo y duradero». (John POWELL, Las estaciones del corazón. Sal Terrae)

Por eso sólo a él le darás «todo tu corazón». Porque sólo él te ha amado tanto, tanto, tanto... y su amor no te ata nunca, no te domina ni te impone, ni te maneja, sino que te hace ser más tú. Sólo te pide esto: «ama». Y entonces, toda voz que no te ayude a ser más libre, más responsable, más generoso, más dispuesto, más acogedor, más atento, más justo. menos individualista... no es la voz de Dios.

Tu Dios te habla también en la voz de los hombres que necesitan algo de ti. Ha escrito don Santiago Agrelo, un pastor excepcional y obispo emérito de Tánger:

Aceptamos que el "amar al Señor Dios con todo el corazón" es el primer mandamiento de la ley; pero no hay razón para que pensemos que ese mandato tenga algo que ver con unos extranjeros vigilados, controlados, desplazados, deportados en nombre de nuestro bienestar; podemos amar a Dios y desentendernos de esos hijos suyos que, por no tener papeles, han dejado de ser hijos suyos. Ocuparse de ellos sería ‘buenismo’ indigno de personas razonables.

Aceptamos eso de "amar al prójimo como a uno mismo"; pero es evidente que unos extranjeros sin dinero no son "prójimo" nuestro, y mucho menos son "nosotros mismos": gentes así son sólo una amenaza para nuestro trabajo, para nuestra identidad, para nuestra seguridad; y como una amenaza han de ser apartados de nuestra vida. Cualquier otra disposición sería mero sentimentalismo.

Puede que bosques, fronteras y pobres nada tengan que ver con el evangelio de nuestra eucaristía. Puede que consigamos amar a Cristo sin amar su cuerpo que son los pobres. Puede que consigamos comulgar con Cristo y subvencionar a quienes añaden sufrimientos atroces a su pasión. Si así fuese, si nuestra misa nada tiene que ver con los caminos de los pobres, mucho me temo que tampoco tenga algo que ver con el camino que es Cristo Jesús.

Jesús unió inseparablemente el amor de Dios y al prójimo en un solo mandamiento. Y el modo de comprobar que amamos a Dios como único Dios, por encima de todas las cosas es el amor al prójimo. No es posible amar a Dios... si nos desentendemos de los que él ama más: de cada hijo/hermano sin exclusión. El amor, los demás, y el mundo creado son temas principales para revisar nuestra conciencia y crecer, procurando concretar: ¿A quién, cómo y cuándo debo expresar mejor mi amor (y mi escucha)?

En este contexto se entiende mejor que el Papa desee una Iglesia de la escucha, a la escucha: «El tiempo de Sínodo en el que estamos nos ofrece una oportunidad para ser Iglesia de la escucha, para tomarnos una pausa de nuestros ajetreos, para frenar nuestras ansias pastorales y detenernos a escuchar. Escuchar el Espíritu en la adoración y la oración... Escuchar a los hermanos acerca de las esperanzas y las crisis de la fe en las diversas partes del mundo, las urgencias de renovación de la vida pastoral y las señales que provienen de las realidades locales».

Escuchar es el camino para poder amar: escuchar sin estar pensando lo que vamos a responder, escuchar sin hacer juicios, escuchar con atención las palabras, los gestos, los sentimientos, la situación vital. Escuchar dejando que me afecte lo que escucho, que me toque por dentro. Escuchar para discernir. Escuchar para acompañar y caminar juntos (=Sínodo) Escuchar, como María, guardando la Palabra y las palabras en el corazón. Escuchar comprendiendo y amando.

Termino con estas palabras del Papa Francisco: "Escucha también la melodía de Dios en tu vida, y no limitarte a abrir los oídos, sino abrir el corazón. Y es que, quien canta con el corazón abierto toca el misterio de Dios, incluso sin darse cuenta. Un misterio que es, en definitiva, el amor que despliega su maravilloso, pleno y único sonido en Jesucristo".

Que el Señor nos afine el oído y nos dirija para interpretar y cantar juntos la partitura del Amor.

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

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