’ ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? ’


……. Y cuánto deseo que ya esté ardiendo

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’ ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? ’
Religión
Octubre 21, 2020 18:51 hrs.
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La Palabra de Dios

Jueves 22 octubre, 2020

Primera lectura
Ef 3, 14-21
Hermanos: Me arrodillo ante el Padre, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra, para que, conforme a los tesoros de su bondad, les conceda que su Espíritu los fortalezca interiormente y que Cristo habite por la fe en sus corazones. Así, arraigados y cimentados en el amor, podrán comprender con todo el pueblo de Dios, la anchura y la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo, y experimentar ese amor que sobrepasa todo conocimiento humano, para que así queden ustedes colmados con la plenitud misma de Dios.

A él, que, con su poder que actúa eficazmente en nosotros, puede hacer infinitamente más de lo que le pedimos o entendemos, le sea dada la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús, por todas las edades y por todos los siglos. Amén.

Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 32, 1-2. 4-5. 10ab y 11
R. (5b) Dichoso el pueblo escogido por Dios.
Que los justos aclamen al Señor;
es proprio de los justos alabarlo.
Demos gracias a Dios, al son del arpa,
que la lira acompañe nuestros cantos. R.
R. Dichoso el pueblo escogido por Dios.
Sincera es la palabra del Señor
y todas sus acciones son leales.
El ama la justicia y el derecho,
la tierra llena está de sus bondades. R.
R. Dichoso el pueblo escogido por Dios.
Los proyectos de Dios duran por siempre
los planes de su amor, todos los siglos.
Feliz la nación cuyo Dios es el Señor;
dichos el pueblo que escogió por suyo. R.
R. Dichoso el pueblo escogido por Dios.
Cuida el Señor de aquellos que lo temen
y en su bondad confían;
los salva de la muerte
y en épocas de hambre les da vida. R.
R. Dichoso el pueblo escogido por Dios.

Aclamación antes del Evangelio
Cfr Flp 3, 8-9
R. Aleluya, aleluya.
Todo lo considero una pérdida y lo tengo por basura,
para ganar a Cristo y vivir unido a él.
R. Aleluya.

Evangelio
Lc 12, 49-53
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ’He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y cómo me angustio mientras llega!

¿Piensan acaso que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo. No he venido a traer la paz, sino la división. De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra’’.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy

Nos encontramos ante unos textos de comprensión un tanto difícil. Diversas exhortaciones y parábolas, en un lenguaje apocalíptico utilizado en su época, que tienen como objetivo mantener viva la responsabilidad de las comunidades cristianas ante la sociedad de su tiempo.

Jesús también pudiera hacer referencia a las consecuencias que provocaron su propia vida y la aceptación de su mensaje.

De cualquier manera, estamos ante una serie de afirmaciones que Lucas pone en boca de Jesús.

……. Y cuánto deseo que ya esté ardiendo
El fuego en la Sagrada Escritura tiene múltiples acepciones. Representa un significado u otro dependiendo del contexto. Vamos a aproximarnos al texto que hoy nos ofrece el evangelista Lucas, y dejar que sus palabras resuenen en nuestro corazón. Nos quedamos con esta definición de fuego: ’todo aquello que renueva, que purifica, aquello que constituye una nueva vida…’Y aquí sí que podemos escuchar las palabras de Jesús: ’he venido a prender fuego a la tierra y cuánto deseo que ya esté ardiendo’. Y sentirlas dirigidas no sólo a la sociedad de su tiempo o a las comunidades cristianas posteriores sino también a cada uno de nosotros, a nuestras comunidades…

Aldazabal comenta: ’Con esta imagen tan expresiva Jesús está diciendo que tiene dentro un ardiente deseo de llevar a cabo su misión y comunicar a toda la humanidad su amor, su alegría, su Espíritu. El Espíritu que, precisamente en forma de lenguas de fuego, descendió el día de Pentecostés sobre la primera comunidad’
Sintámonos urgidos y urgidas a responder a la llamada que nos hace Jesús hoy: encender la llama de nuestra fe, aumentar la temperatura de nuestro corazón y dejar que se enciende en el fuego de su Palabra, en el fuego de la ’pasión por Dios, por su Reino y la compasión por los que sufren’

’¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra?
Continúan sus palabras un tanto desconcertantes ’Con un bautismo tengo que ser bautizado’ …. ¿está refiriéndose al camino de dolor que le ha de llevar hasta el Calvario? Jesús ha de sumergirse en las aguas profundas del sufrimiento que le llevarán hasta la cruz, testimonio último de su fidelidad al Padre y de amor a la humanidad. En este sentido Jesús nos estaría descubriendo los sentimientos de su propio corazón.

¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra?

¿No es Él, el Príncipe de la Paz? (Is9.6)

’os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy, como la da el mundo’ (cf. Jn14,27)

¿Está apuntando a una realidad que se vivió en torno a la figura de Jesús y su mensaje? División, enfrentamientos. No una división buscada pero sí consecuencia de su vida y su Mensaje. También refleja este texto la experiencia de las primeras comunidades cristianas que sufrieron divisiones en sus propias familias a causa de Jesús. Y recorriendo la geografía mundial, hoy también ¡cuánto sufrimiento y persecución a causa del nombre de Jesús!

La paz que Él nos propone no es una paz fácil y tranquila, sino fruto de la vivencia de unos valores que entran muy a menudo en conflicto incluso con nosotros mismos.

Si estas palabras duras, a veces desconcertantes, las referimos a nuestra propia historia personal, nuestras relaciones sociales, comunitarias, eclesiales...Sabemos que mantener la coherencia con nuestra fe, en nuestra vida, en nuestro trabajo, en nuestra profesión, mantenernos fieles a los valores del evangelio, perdón, solidaridad, justicia… ¿no ha sido con frecuencia causa de división, de lucha con nosotros mismos o con nuestro entorno?

Porque el mensaje de Jesús nos saca de nuestras posiciones fáciles, de nuestras prácticas a veces rutinarias, de nuestra pasividad y conformismo frente a nuestro entorno.

Vamos a acabar esta reflexión sintiéndonos destinatarios de la oración que el Apóstol Pablo dirige al Padre de Nuestro Señor Jesucristo’ consciente de la gratuidad del Don de Dios, este Don es el que pide para los creyentes, para nosotros/as:

Que seamos fortalecidos en el hombre interior por su Espíritu.
Que Cristo habite por la fe en nuestros corazones.
Que seamos capaces de conocer el amor de Dios que excede a todo conocimiento.
Señor, que sepa acoger el don de tu Gracia para comprender y vivir tu Palabra.

Hna. Mariví Sánchez Urrutia
Congregación de Dominicas de La Anunciata

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