’ ¡Qué estrecha es la puerta que lleva a la vida! ’



Tratad a los demás como queréis que ellos os traten

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’ ¡Qué estrecha es la puerta que lleva a la vida! ’
Religión
Junio 21, 2021 22:19 hrs.
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La Palabra de Dios

Martes 22 junio 2021

Primera Lectura
Gn 13, 2. 5-18
Abram era muy rico en ganado, plata y oro. También Lot, que acompañaba a Abram, poseía ovejas, vacas y tiendas. La tierra no era suficiente para los dos y ya no podían vivir juntos, porque sus rebaños habían aumentado mucho. Hubo pleitos entre los pastores de Abram y los de Lot. (Además, los cananeos y los perezeos habitaban por entonces en el país).

Entonces Abram le dijo a Lot: ’Que no haya pleitos entre tú y yo ni entre nuestros pastores, pues tú y yo somos hermanos. Tienes todo el país por delante. Sepárate de mí. Si te vas por la izquierda, yo me iré por la derecha; y si tú tomas la derecha, yo tomaré la izquierda’.

Lot levantó los ojos y vio que todo el valle del Jordán, hasta llegar a Soar, era de regadío (esto sucedía antes de que el Señor destruyera a Sodoma y Gomorra); era como el paraíso o como la región fértil de Egipto. Entonces Lot escogió todo el valle del Jordán y se trasladó al oriente, y así se apartaron el uno del otro. Abram se estableció en Canaán, y Lot en las ciudades del valle, donde plantó sus tiendas hasta Sodoma. Los habitantes de Sodoma eran malvados y pecaban gravemente contra el Señor.

Después de que Lot se separó, el Señor le dijo a Abram: ’Alza tus ojos y, desde el lugar en donde estás, mira hacia el norte y el sur, hacia el oriente y el poniente. Pues bien, toda la tierra que ves te la voy a dar a ti y a tus descendientes para siempre. Voy a hacer a tu descendencia tan numerosa como el polvo de la tierra: el que pueda contar el polvo de la tierra, podrá contar a tus descendientes. Anda, recorre el país a lo largo y a lo ancho, porque te lo voy a dar a ti’.

Y Abram fue a plantar sus tiendas en el encinar de Mambré, en Hebrón y construyó ahí un altar al Señor.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 14, 2-3ab. 3cd-4ab. 5
R. (1b) ¿Quien será grato a tus ojos, Señor?
El hombre que procede honradamente
y obra con justicia;
el que es sincero en todas sus palabras
y con su lengua a nadie desprestigia.
R. ¿Quien será grato a tus ojos, Señor?
Quien no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino;
quien no ve con aprecio a los malvados,
pero honra a quienes temen al Altísimo.
R. ¿Quien será grato a tus ojos, Señor?
Quien presta sin usura
y quien no acepta soborno en perjuicio de inocentes,
ése será agradable
a los ojos de Dios eternamente.
R. ¿Quien será grato a tus ojos, Señor?

Aclamación antes del Evangelio
Jn 8, 12
R. Aleluya, aleluya.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.
R. Aleluya.

Evangelio
Mt 7, 6. 12-14
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ’No den a los perros las cosas santas ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes y los despedacen.

Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas.

Entren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y amplio el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por él. Pero ¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que conduce a la vida, y qué pocos son los que lo encuentran!’
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy

No haya disputas entre nosotros ni entre nuestros pastores, pues somos hermanos
Es difícil la convivencia cuando las riquezas de los convivientes chocan. Abrán es rico; Lot es rico. Ambos son dueños de inmensos rebaños y dirigentes de tribus considerables de pastores y criados. El choque parecía inevitable y se produjo.

Son, en cierto modo, situaciones que se han ido dando a lo largo de la historia de la humanidad. La convivencia entre poderosos es complicada o imposible. Hemos podido estudiar las difíciles relaciones entre romanos y bárbaros, entre moros y cristianos o, más grave aún, entre católicos y protestantes.

Es este último caso, quizás, el más parecido a la situación de las tribus o familias de Abrán y Lot, sin resolver en el día de hoy. Lot marcha a la derecha, Abrán a la izquierda. Ambas familias se separan amigablemente. Y la paz reina entre ellos. Desde Lutero la Iglesia católica romana y la Iglesia protestante no han determinado separarse físicamente, sino que han tratado, y parece que siguen tratando, de anularse mutuamente; se declaran enemigos y las guerras mal llamadas ’de religión’ se siguen produciendo. Somos inmensamente ricos y nuestra ambición es suficiente para que la paz esté ausente.

Hemos olvidado el amor que Cristo nos ha estado predicando, mejor aún, pregonando a lo largo de su vida y testimoniado con su muerte y resurrección. La paz recuperada y reinante entre Lot y Abrán parece imposible entre nosotros. ¿Por qué no podemos convivir siendo hermanos, hijos del mismo Padre y hermanos del mismo Cristo?

Puede que tuviéramos que recordar aquel momento en el que se quejan a Jesús porque unos ’que no son de los nuestros’ predican en su nombre. La respuesta de Jesús es contundente: ’No se lo prohibáis; el que no habla contra mí, está conmigo’. Esta frase de Cristo, ¿No debería hacernos pensar y actuar de otra manera?

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten
Hermoso mandato que repetimos muchas veces y pocas hacemos caso. No sabemos tratar a los ’otros’ como querríamos que ellos nos trataran, y puede que sea porque nos cuesta identificar dónde están los cerdos, dónde los perros. Cuando creemos estar instalados en ’la verdad’ y nunca nos atrevemos a cuestionarla, puede que empecemos a ver perros y cerdos donde en realidad solamente hay hermanos. Y eso nos llevará a juzgar -y con mucha frecuencia a condenar—a los que nos rodean.

Hoy podemos decir que ’los que nos rodean’ están diseminados por toda la tierra. Los medios de comunicación, las redes sociales, nos obligan a vivir en mundo plural y muy extenso. Me puede resultar fácil conocer a las gentes de mi ciudad, incluso a los de mi nación, pero me faltan elementos para conocer, y reconocer, a los que están físicamente lejos, aunque las redes sociales me los sienten a la mesa y termine comiendo con ellos, aunque ellos no lo puedan hacer conmigo.

Entrad por la puerta estrecha. Bien, es un buen mandato que trataremos de seguir, pero puede que veamos la puerta tan sumamente estrecha que no nos atrevamos a pasar por ella, seguramente, porque nuestro equipaje de usos, costumbres, ritos, tradiciones, deseos y forma de vida es demasiado voluminoso y no sepamos desprendernos de él y, claro, con tanto equipaje, es más cómoda la puerta más ancha.

Juzguémonos a nosotros mismos y no seamos demasiado severos porque solamente somos criaturas finitas, criados del Señor que se sientan a su mesa, pero que pueden llegar a ladrar o gruñir si algo nos contraría. Abramos bien los ojos del espíritu para que sepamos discernir, aprendamos a amar a todos y a todo sobre todas las cosas, porque esta será la única forma de llegar a encontrar al Padre de todos, caminar de la mano de nuestro hermano mayor y podamos, iluminados por el Espíritu, llegar a inaugurar en el mundo, en este mundo, una fraternidad universal. ¿Lo pensamos?

D. Félix García O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de Viveiro (Lugo)

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