Querida Emily:
Igual que tú, a veces no estoy para el mundo, y me pierdo entre estas cuatro paredes que lo saben todo y no dicen nada. Es como viajar en tu cosmos, página veintidós, affaire entre el poema y la locura, éxodo de mapaches que se asoman por el vergel de un herbario.
¿Dónde estás, Emily? pregunta tu padre. ¿Y quién por las flores de hielo mecidas en la ribera del balcón? ¿Quién por los taconcillos, el teclado de tus dedos, la melodía de Mozart, tu cabello bermejo, el viaje al polo norte, los paisajes de Amherst, 𝙢𝙞𝙨 𝙫𝙚𝙧𝙨𝙤𝙨 𝙡𝙖𝙣𝙯𝙖𝙙𝙤𝙨 𝙘𝙤𝙢𝙤 𝙝𝙚𝙨𝙥é𝙧𝙞𝙙𝙚𝙨 𝙘𝙤𝙣𝙙𝙚𝙣𝙖𝙙𝙖𝙨 𝙖𝙡 𝙞𝙣𝙛𝙞𝙚𝙧𝙣𝙤 𝙙𝙚 𝙡𝙤𝙨 𝙘𝙞𝙚𝙡𝙤𝙨? .
Querida, la del verso blanco, murallas de elegías, viaje sin retorno, vino de toronja, dulce de gengibre, universo de neuronas, pecadora de un amor...
Hoy, te siento humana, en ese retrato que mueve tus ojos.
Magda Bello, 10 de diciembre, 2021