’ Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie ’



Gracia y misericordia

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’ Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie ’
Religión
Noviembre 21, 2021 18:18 hrs.
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La Palabra de Dios

Lunes 22 noviembre 2021
Memoria de Santa Cecilia, virgen y mártir

Primera Lectura
Dn 1, 1-6. 8-20
El año tercero del reinado de Joaquín, rey de Judá, vino a Jerusalén Nabucodonosor, rey de Babilonia, y la sitió. El Señor entregó en sus manos a Joaquín, rey de Judá, así como parte de los objetos del templo, que él se llevó al país de Senaar y los guardó en el tesoro de sus dioses.

El rey mandó a Aspenaz, jefe de sus oficiales, que seleccionara de entre los israelitas de sangre real y de la nobleza, algunos jóvenes, sin defectos físicos, de buena apariencia, sobrios, cultos e inteligentes y aptos para servir en la corte del rey, con el fin de enseñarles la lengua y la literatura de los caldeos.

El rey les asignó una ración diaria de alimentos y de vino de su propia mesa. Deberían ser educados durante tres años y después entrarían al servicio del rey. Entre ellos se encontraban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, que eran de la tribu de Judá.

Daniel hizo el propósito de no contaminarse compartiendo los alimentos y el vino de la mesa del rey, y le suplicó al jefe de los oficiales que no lo obligara a contaminarse. Dios le concedió a Daniel hallar favor y gracia ante el jefe de los oficiales. Sin embargo, éste le dijo a Daniel: ’Le tengo miedo al rey, mi señor, porque él les ha asignado a ustedes su comida y su bebida, y si llega a verlos más delgados que a los demás, estará en peligro mi vida’.

Daniel le dijo entonces a Malasar, a quien el jefe de los oficiales había confiado el cuidado de Daniel, Ananías, Misael y Azarías: ’Por favor, haz la prueba con tus siervos durante diez días; que nos den de comer legumbres, y de beber, agua; entonces podrás comparar nuestro aspecto con el de los jóvenes que comen de la mesa del rey y podrás tratarnos según el resultado’.

Aceptó él la propuesta e hizo la prueba durante diez días. Al cabo de ellos, los jóvenes judíos tenían mejor aspecto y estaban más robustos que todos los que comían de la mesa del rey. Desde entonces Malasar les suprimió la ración de comida y de vino, y les dio sólo legumbres.

A estos cuatro jóvenes les concedió Dios sabiduría e inteligencia en toda clase de ciencia. A Daniel, además, el don de interpretar visiones y sueños.

Al cabo del tiempo establecido, el jefe de los oficiales llevó a todos los jóvenes ante Nabucodonosor y se los presentó. El rey conversó con ellos y entre todos no encontró a nadie como Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Quedaron entonces al servicio del rey. Y en todas las cosas de sabiduría, inteligencia y experiencia que el rey les propuso, los encontró diez veces superiores a todos los magos y adivinos de su reino.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Daniel 3, 52. 53. 54. 55. 56
R. (52b) Bendito seas, Señor, para siempre.
Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres.
Que tu nombre santo y glorioso sea bendito.
R. Bendito seas, Señor, para siempre.
Bendito seas en el templo santo y glorioso.
Que en el trono de tu reino sea bendito.
R. Bendito seas, Señor, para siempre.
Bendito eres tú, Señor,
Que penetras con tu morada los abismos
y te sientas en tu trono rodeado de querubines.
Bendito seas, Señor, en la bóveda del cielo.
R. Bendito seas, Señor, para siempre.

Aclamación antes del Evangelio
Mt 24, 42. 44
R. Aleluya, aleluya.
Estén preparados, porque no saben
a qué hora va a venir el Hijo del hombre.
R. Aleluya.

Evangelio
Lc 21, 1-4
En aquel tiempo, levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que echaban sus donativos en las alcancías del templo. Vio también a una viuda pobre, que echaba allí dos moneditas, y dijo: ’Yo les aseguro que esa pobre viuda ha dado más que todos. Porque éstos dan a Dios de lo que les sobra; pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir’.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy

Gracia y misericordia
El libro de Daniel, obra compleja escrita en tres lenguas, hebreo, arameo y griego, inaugura un nuevo género literario en el Antiguo Testamento, que luego heredará el último libro de nuestra biblia: la apocalíptica.

El tema del libro, la entrada y el ascenso de un israelita en una corte extranjera, es un tema bien conocido desde José, hijo de Jacob (Gn 37,2-50,26); en ambos casos, José y Daniel, el protagonista pasa de ser un esclavo o cautivo de guerra a ascender y promocionar en la corte por su sabiduría e interpretación de los sueños, llegando a tener gran relevancia e influencia en el nuevo país. Pero, para eso ha de superar una prueba, que en el caso de José es la seducción de una mujer y en el caso de Daniel, un tema alimenticio.

En medio de la invasión cultural helenística, el tema de la dieta se había convertido en tiempo del autor (165 a.C.) en una observancia religiosa diferenciadora, una especie de signo identificativo, hasta el punto de que muchos judíos llegaron a hacer de tal observancia un símbolo de la fidelidad a Dios (2 Mc 6-7), o lo que es lo mismo, su incumplimiento se traducía en infidelidad al Señor. La observancia dietética se convierte para Daniel y sus amigos en un signo de su confesión religiosa en un contexto adverso y hostil a la religión judía. Dios, como premio a su fidelidad, les concede los dones más preciados como un día a Salomón (1 Re 3,1-14), algo que ni la polilla lo roe, ni los ladrones se lo llevan (Mt 6,19): inteligencia, comprensión de cualquier escritura, y sabiduría.

Nosotros no tenemos una dieta vinculada a nuestro ser cristiano (exceptuando los ayunos y el pequeño signo de abstinencia de comer carne los viernes de cuaresma), sin embargo, este texto de Daniel nos interroga cuáles son los signos con los que hoy confesamos la fe, qué gestos o qué palabras se convierten en visibilización en medio de esta sociedad secular de nuestra identidad como seguidores de Jesús de Nazaret, el único Señor de nuestra vida.

Más que todos
Este breve relato de la viuda cierra una serie de controversias de Jesús con los ortodoxos judíos. Jesús está en el templo de Jerusalén y observa cómo la gente echa monedas en el arca preparada para recoger las ofrendas. Él a través de la mirada se encuentra con dos tipos de personajes que el evangelista presenta de forma antitética. Unos que echan sus donativos, suponemos ricos puesto que echan de lo que les sobra y una viuda pobre, penichros dice el texto griego, por tanto, casi indigente, que echa en el arca dos leptas, dos moneditas de cobre.

Jesús presenta el contraste de dos modelos de compartir: los ricos que dan mucho y la viuda pobre que da muy poco; pero el acento no la pone el Señor tanto en la cantidad sino en la calidad; no tiene en cuenta el volumen del dinero donado, sino la identidad y la situación de quien lo dona, la persona que hay detrás. Mientras los primeros dan del extra que no necesitan puesto que sus necesidades están bien cubiertas, la viuda da generosamente de lo que necesita para su subsistencia. Jesús pone como modelo ejemplar a esta persona marginada por ser mujer, además viuda y encima pobre. Ella es la que ha echado más que todos.

Una vez más, Jesús nos presenta una de sus paradojas evangélicas, curiosamente los que han echado más, han dado menos; y la que menos ha echado, es la que ha dado más; porque en realidad ha dado parte de sí misma, de lo que le correspondía para su propia vida. Y es que Dios no mira las apariencias, sino que mira el corazón (1 Sm 16,7).

¿A qué grupo pertenezco yo? ¿A los que dan su tiempo, sus talentos, sus bienes de lo que le sobra o a los que dan de lo que son, de lo que les configura, en definitiva, de los que ’se’ dan? Dice López Aranguren que ’buscamos la felicidad en los bienes externos, en las riquezas; el consumismo es la forma actual del summum bonum. Pero el consumidor nunca está satisfecho, es insaciable, y, por tanto, no feliz. La felicidad consiste en el desprendimiento’. ¡Ojalá nosotros seamos de los felices! Escuchar una buena música hoy, día de su patrona, Santa Cecilia, contribuirá a ello.

Hna. Mariela Martínez Higueras O.P.
Congregación de Santo Domingo

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