’ Se puso a enseñarles con calma ’


Quedarnos a solas con Jesús

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’ Se puso a enseñarles con calma ’
Religión
Julio 17, 2021 22:26 hrs.
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La Palabra de Dios

Domingo 18 julio 2021

Lectura I
Jer 23,1-6
’¡Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer a las ovejas de mi rebaño!, dice el Señor.

Por eso habló así el Señor, Dios de Israel, contra los pastores que apacientan a mi pueblo: ’Ustedes han rechazado y dispersado a mis ovejas y no las han cuidado. Yo me encargaré de castigar la maldad de las acciones de ustedes. Yo mismo reuniré al resto de mis ovejas de todos los países a donde las había expulsado y las volveré a traer a sus pastos, para que ahí crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las apacienten. Ya no temerán ni se espantarán y ninguna se perderá.

Miren: Viene un tiempo, dice el Señor,
en que haré surgir un renuevo en el tronco de David:
será un rey justo y prudente
y hará que en la tierra se observen la ley y la justicia.
En sus días será puesto a salvo Judá,
Israel habitará confiadamente
y a él lo llamarán con este nombre:
‘El Señor es nuestra justicia’ ’.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor


Salmo Responsorial
Del Salmo 22
R. (1) El Señor es mi pastor, nada me faltará.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace reposar
y hacia fuentes tranquilas me conduce
para reparar mis fuerzas. R.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Por ser un Dios fiel a sus promesas,
me guía por el sendero recto;
así, aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad. R.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Tú mismo me preparas la mesa,
a despecho de mis adversarios;
me unges la cabeza con perfume,
y llenas mi copa hasta los bordes. R.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán
todos los días de mi vida;
y viviré en la casa del Señor
por años sin término. R.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.

Lectura II
Ef 2, 13-18
Hermanos: Ahora, unidos a Cristo Jesús, ustedes, que antes estaban lejos, están cerca, en virtud de la sangre de Cristo.

Porque él es nuestra paz; él hizo de los judíos y de los no judíos un solo pueblo; él destruyó, en su propio cuerpo, la barrera que los separaba: el odio; él abolió la ley, que consistía en mandatos y reglamentos, para crear en sí mismo, de los dos pueblos, un solo hombre nuevo, estableciendo la paz, y para reconciliar a ambos, hechos un solo cuerpo, con Dios, por medio de la cruz, dando muerte en sí mismo al odio.

Vino para anunciar la buena nueva de la paz, tanto a ustedes, los que estaban lejos, como a los que estaban cerca.

Así, unos y otros podemos acercarnos al Padre, por la acción de un mismo Espíritu.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Aclamación antes del Evangelio
Jn 10, 27
R. Aleluya, aleluya.
Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor;
yo las conozco y ellas me siguen.
R. Aleluya.


Evangelio
Mc 6, 30-34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces él les dijo: ’Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco’, porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer.

Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y los reconoció; entonces de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.

Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
Palabra del Señor
Gloria a ti. Señor Jesús

’ Se puso a enseñarles con calma ’
Introducción
Jesús, el gran Pastor de las ovejas, el Mayoral a quien Dios premiará resucitándolo de entre los muertos (Heb 13,20), hizo suyas las quejas proféticas contra los falsos pastores, dirigentes de su pueblo: ovejas abandonadas y dispersas, a punto de perecer, por la desidia y avaricia de quienes medraban y se enriquecían a su costa engordando sus propios beneficios.

En cierta ocasión Jesús ya les había advertido a sus discípulos: en la hora decisiva de la prueba os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo(Jn 16,32). ¿Con qué autoridad podían presentarse ahora sus discípulos como portavoces legitimados del evangelio predicado por su Pastor y Maestro? ¿Será la Iglesia actual un referente cualificado para cuantos buscan en su seno la respuesta coherente de sus pastores? Paradójicamente, suele ser en la experiencia de la propia debilidad y fragilidad donde comienza a fructificar la semilla del verdadero pastor al servicio del rebaño del Señor.

Fray Juan Huarte Osácar
Convento de San Esteban (Salamanca)

Comentario al Evangelio

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf
QUEDARNOS A SOLAS CON JESÚS
Hemos vivido y seguimos viviendo un tiempo muy convulso, que ha removido, cuestionado, eliminado, alterado, puesto en crisis o dejado en evidencia la fragilidad... en tantas cosas de nuestra vida: las relaciones familiares y sociales, la economía, la relación con la naturaleza, el papel de la ciencia y el de los políticos, la responsabilidad personal, la solidaridad, el sacrificio de muchos... Y también ha afectado a la vivencia y práctica de «la fe». Hemos perdido muchas vidas, la salud física y mental ha quedado perjudicada en bastantes casos, y los sentimientos de soledad, depresión, ansiedad, tristeza, desesperanza... se han multiplicado. No es necesario entrar en detalles y descripciones que todos conocemos de primera mano. Hemos andado bastante a tientas y a ciegas viviéndolo todo.

Por eso resulta tremendamente oportuna la invitación que hoy hace Jesús a los suyos de entonces y de hoy: «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco». Quiere compartir, comentar, reflexionar y orar sobre lo que han vivido los apóstoles en su primer envío. Y a nosotros hoy darnos respiro, descansarnos, abrirnos a él, comentar juntos y buscar algún sentido a todo esto que nos está pasando.

Hay muchos modos de orar:

• Litúrgico/grupal (misas, liturgia de las horas, grupos de oración: carismáticos, Taizé, etc...)

• Rezos diversos (rosario, devociones, santos, oraciones escritas...)

• Pedir y dar gracias al final del día

• Lectura del Evangelio del día, apoyándose con algún comentario..., etc

Bastantes de ellos se han mantenido durante este tiempo «online». No a todos les ha servido o ayudado lo mismo.

En general no nos hemos esforzado mucho en la Iglesia por enseñar a orar al estilo de Jesús, orar como oraba él. Una oración que conecte la fe/evangelio con la vida de cada día, que tenga en cuenta las distintas circunstancias personales: estados de ánimo, tiempo disponible, lugar en que uno se encuentra... Lo que se ha vivido y lo que se ve llegar, lo que hemos visto en la gente, las decisiones que hay que ir tomando...

¤ En el Evangelio de hoy encontramos algunas claves para esa oración con/como Jesús. Los discípulos se reúnen él después de una intensa actividad apostólica, para contarle todo lo que han dicho y han hecho. Es que al Señor le interesa lo que han vivido, y quiere escucharles. Pero además aún les queda mucho para asimilar las enseñanzas del Maestro, y no siempre les va a acompaña el éxito en sus tareas. Es decir: que «estar con Jesús a solas» (oración) significa no sólo «contarle» sino reposar, repasar y compartir con otros lo vivido, y con Jesús profundizar, revisar, corregir, interpretar las cosas a la luz de sus enseñanzas.

¤ Por ejemplo, podríamos preguntarnos:

+ Qué, a quién y cómo tengo que agradecer algo, qué he recibido de los demás, de Dios...; de qué estoy contento/satisfecho y por qué...

+ Qué, con quién tengo que corregir algo, pedir disculpas, cambiar; qué me ha dolido o me ha dejado tocado, y cómo quiero gestionar ese dolor.

+ Qué se me ha quedado sin hacer, o está por completar, y cómo y cuándo hacerlo...

+ De qué manera las enseñanzas de Jesús aportan, iluminan, dan sentido a todo lo que estoy y estamos viviendo, qué tendría que pedirle a Jesús, ¿qué me parece que me diría el?...

¤ Pero estando con Jesús se presenta la gente, les interrumpen. Él observa a una multitud y se «compadece» de ella, es decir que se estremece profundamente, se siente conmovido, afectado por dentro por lo que percibe en los que le buscan. Podemos decir que la gente les «descentra» en el mejor sentido de la palabra. El Señor decide atenderlos porque estaban «como ovejas sin pastor». Es decir: que estando con Jesús (orando) aprendemos a mirar a la gente (no sólo a los nuestros, que también) de otra manera, comprometedora, dejándonos afectar, tocar por dentro... para intentar ofrecerles alguna respuesta. Así que la oración cuando es realmente con Jesús, y como la de Jesús nos ayuda a mirar a los demás de otro modo: con compasión o misericordia.

¤ Dice el Evangelio que: eran tantos los que iban y venían, muchos los vieron marcharse, Jesús vio una multitud. Uno piensa espontáneamente en nuestra propia Iglesia. Son «muchos» los que se han alejado de nosotros, por múltiples causas. También ha ocurrido durante la pandemia. Y son "muchos" los que todavía buscan.

Me voy haciendo cada vez más consciente de cuántos buscan a alguien que les escuche, los acompañe, les ayude a enfrentar sus problemas, a salir de sus atascos, a sentirse un poco comprendidos, estimulados, animados, sin ser juzgados, ni despachados con prisa... Y no tiene que ver mucho la edad, aunque yo los encuentro más a menudo entre los jóvenes y los mayores. Resumiendo: necesitan ser «acogidos». Es cada vez más frecuente que me digan: "¿no podemos hablar de todo esto más despacio, en otro lugar (fuera del confesonario, y desde luego no en un pasillo o en la sacristía)"? "¿Y no podríamos hablar esto juntos, mi pareja y yo con usted?". ¿Y no podría usted quedar algún día con mi hijo...?". Etcétera... Y yo procuro estar disponible, aceptar... pero no llega uno a tantos. Y otros «muchos», seguro, ni se atrevan a pedirlo. Es una tarea no sólo de los que somos pastores, pero también. Y me parece que cada vez es más necesario: ofrecerlo expresamente y pedirlo quienes lo echen en falta.

Pues aquí dejo dos tareas pendientes. Aprender y enseñar a orar/estar con Jesús, descansar en él. Y aprender a ser pastores unos de otros, acogernos y hacer que menos hermanos se nos alejen por no encontrar lo que necesitan. Que nos duela, nos afecte y cuestione su alejamiento para ofrecer humildemente alguna respuesta. O al menos que nos puedan «interrumpir» y nos inquieten (más) sus necesidades.

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf


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