’ Si se arrepiente, perdónalo ’


Los razonamientos retorcidos alejan del Señor

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’ Si se arrepiente, perdónalo ’
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Noviembre 10, 2019 18:03 hrs.
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La Palabra de Dios

11º De Noviembre 2019

Memoria de San Martin de Tours, obispo
Primera lectura
Sab 1, 1-7
Amen la justicia, ustedes, los que gobiernan la tierra, piensen bien del Señor
y con sencillez de corazón búsquenlo.
El se deja hallar por los que no dudan de él
y se manifiesta a los que en él confían.

Los pensamientos perversos apartan de Dios,
y los insensatos, que quieren poner a prueba el poder divino,
quedan en ridículo.
La sabiduría no entra en un alma malvada,
ni habita en un cuerpo sometido al pecado.
El santo espíritu, que nos educa, y huye de la hipocresía,
se aleja de la insensatez
y es rechazado por la injusticia.

La sabiduría es un espíritu amigo de los hombres,
pero no dejará sin castigo al que blasfema,
porque Dios conoce lo más íntimo del alma,
observa atentamente el corazón
y escucha cuanto dice la lengua.
El espíritu del Señor llena toda la tierra,
le da consistencia al universo
y sabe todo lo que el hombre dice.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 138, 1-3. 4-6. 7-8. 9-10
R. (24b) Condúceme, Señor, por tu camino.
Tú me conoces, Señor, profundamente:
tú conoces cuándo me siento o me levanto,
desde lejos sabes mis pensamientos,
tú observas mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
R. Condúceme, Señor, por tu camino.
Apenas la palabra está en mi boca
y ya, Señor, te la sabes completa.
Me envuelves por todas partes
y tienes puesta sobre mí tu mano.
Esta es una ciencia misteriosa para mí,
tan sublime, que no la alcanzo.
R. Condúceme, Señor, por tu camino.
¿A dónde iré yo lejos de ti?
¿Dónde escaparé de tu mirada?
Si subo hasta el cielo, allí estás tú;
si bajo al abismo, allí te encuentras.
R. Condúceme, Señor, por tu camino.
Si voy en alas de la aurora
o me alejo hasta el extremo del mar,
también allí tu mano me conduce
y tu diestra me sostiene.
R. Condúceme, Señor, por tu camino.

Aclamación antes del Evangelio
Cfr Flp 2, 15. 16
R. Aleluya, aleluya.
Iluminen al mundo con la luz del Evangelio
reflejada en su vida.
R. Aleluya.

Evangelio
Lc 17, 1-6
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No es posible evitar que existan ocasiones de pecado, pero ¡ay de aquel que las provoca! Más le valdría ser arrojado al mar con una piedra de molino sujeta al cuello, que ser ocasión de pecado para la gente sencilla. Tengan, pues, cuidado.

Si tu hermano te ofende, trata de corregirlo; y si se arrepiente, perdónalo. Y si te ofende siete veces al día, y siete veces viene a ti para decirte que se arrepiente, perdónalo".

Los apóstoles dijeron entonces al Señor: "Auméntanos la fe". El Señor les contestó: "Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a ese árbol frondoso: ’Arráncate de raíz y plántate en el mar’, y los obedecería".
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy
En espíritu y verdad se ha de glorificar al Padre, le dijo Jesús a la mujer de Samaría y de alguna manera resuena en la oración colecta de esta memoria de San Martín de Tours. Dios glorificado en la vida y la muerte de este santo pastor de la Iglesia de Jesús. Lo que le pedimos a Dios es que cada uno de nosotros podamos experimentar que ni la vida ni la muerte puedan apartarnos del amor de Dios.

Lo encuentran los que no exigen pruebas y se revela a los que no desconfían
El comienzo del libro de la Sabiduría parece que evoca la figura de Salomón, que pide a Dios la sabiduría necesaria para regir a Israel, al frente del cual se ve colocado. Reconoció su pequeñez y la necesidad de verse iluminado por la sabiduría que viene de arriba. Pues bien, amar la justicia y vivir de acuerdo con ella revela una existencia iluminada por la Sabiduría. Y esto se le pide a lo que rigen la tierra. Ciertamente se hace imprescindible apegarse a la justicia para poder gobernar. Pero además añade el autor sagrado dos actividades precisas: pensar correctamente del Señor, la primera. La segunda, buscarle con corazón íntegro. De alguna manera, pensamientos y afectos unidos y ambos regidos por la sabiduría. De ese modo se piensa bien, del Señor y de los demás. Y siendo él bien conocido, puede ser correctamente amado.

Los razonamientos retorcidos alejan del Señor
La sencillez y la humildad, disponen para acoger, entender, poner en práctica y comunicar a los otros, todo cuanto en este encuentro Dios revela. Porque todo el que escucha y aprende encuentra al Señor. No se trata de complicar la existencia con razonamientos sin fundamento, sino abrirse a la Palabra y acogerla para que la existencia toda se encuentre renovada. Cuanto más sencillamente se acerca el creyente a Dios, mejor entiende lo que se le da a conocer, más le ama y cuanto mayor amor manifieste mucho mejor conocerá. Este es el que puede comunicar a los otros lo que tan generosa y gratuitamente ha recibido.

No os llamo siervos sino amigos
En las despedidas de Jesús les dice a los Apóstoles: ya no os llamo siervos... a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. La sabiduría, acabamos de escuchar ’es un espíritu amigo de los hombres’. Les revela lo íntimo de Dios para introducir en esa intimidad a los que llama amigos. Se trata de dejarse introducir para luego poder acompañar a cada uno en su proceso de acercamiento a él.

Y es lo que repetimos en el salmo como respuesta a Palabra: guíame, Señor, por el camino eterno. Y no puede ser de otra manera. No se trata de avanzar a fuerza de especulación, sino de gracia e iluminación interior, para poder experimentar cómo la vida se transforma y cómo somos útiles a los demás, bajo la guía del Espíritu.

Si tu hermano te ofende siete veces en un día y siente veces te pide perdón, ¡¡perdónalo!!
Y esta misma sabiduría es la que nos muestra el sentido del perdón y de dónde brota o debe brotar el perdón mutuo.

En muchísimas ocasiones hemos oído decir: yo perdono pero no olvido. Parece ser complicado esto de no olvidar y tener presente lo que Jesús nos dice: perdonar, no siete veces, sino setenta veces siete. Quizá no recordamos con frecuencia el reiterado perdón que Dios nos concede a cada uno, cuando volviendo arrepentidos, tras una cadena continuada de fallos, pedimos que nos lo conceda.

Perdonar siempre. En toda circunstancia. Conscientes de haber sido beneficiados con el envío del Hijo, no para condenar, sino para que el mundo se salve por él. De este hontanar de amor manan el perdón y la misericordia que son, en sí mismos, el mejor testimonio de un amor sin límites. Así es el amor de Dios.

El pasaje del evangelio contiene una petición de los apóstoles: ’Auméntanos la fe’. Ciertamente hay que tener verdadera fe, en el sentido de acogida de la revelación del perdón de Dios, por lo mismo de su amor y en el de respuesta consecuente: si Dios nos ha perdonado ¿no tendremos nosotros que hacer lo mismo? Se le pide a Jesús que aumente la fe y lo que responde a la petición nos resitúa ante el tema: ’Si tuvierais fe como un granito de mostaza...’ No es cantidad: auméntanos. Se trata de calidad de fe, de verdadera fe. Esa es la que hace mover montañas.

En esta sociedad de la que formamos parte, es parecido hacer visible que se puede perdonar siempre, aunque no podamos someter nuestra memoria. Pero no vinculemos el perdón a la posibilidad de olvidar, sino a la decidida determinación de seguir el ejemplo del maestro: ’Perdónalos, porque no saben lo que hacen’.

¿Puedo perdonar yo?

¿Quiero perdonar siempre?

Fr. Antonio Bueno Espinar O.P.
Convento de Santa Cruz la Real (Granada)

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