’ Todo se juega en el corazón ’


El agradecimiento de Pablo

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’ Todo se juega en el corazón ’
Religión
Septiembre 10, 2021 20:48 hrs.
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La Palabra de Dios

Sábado 11 septiembre 2021

Lectura I
1 Tm 1, 15-17
Hermano: Puedes fiarte de lo que voy a decirte y aceptarlo sin reservas: que Cristo Jesús vino a este mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero Cristo Jesús me perdonó, para que fuera yo el primero en quien él manifestara toda su generosidad y sirviera yo de ejemplo a los que habrían de creer en él, para obtener la vida eterna.

Al rey eterno, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Del Salmo 112
R. (2) Bendito sea el Señor ahora y para siempre.
Bendita sea el Señor,
alábenlo sus siervos.
Bendito sea el Señor,
desde ahora y para siempre.
R. Bendito sea el Señor ahora y para siempre.
Desde que sale el sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
Dios está sobre todas las naciones,
su gloria, por encima de los cielos.
R. Bendito sea el Señor ahora y para siempre.
¿Quién hay como el Señor?
¿Quién iguala al Dios nuestro,
que tiene en las alturas su morada,
y sin embargo de esto,
bajar se digna su mirada
para ver tierra y cielo?
R. Bendito sea el Señor ahora y para siempre.
El levanta del polvo al desvalido
y saca al indigente del estiércol,
para hacerlo sentar entre los grandes,
los jefes de su pueblo.
R. Bendito sea el Señor ahora y para siempre.

Aclamación antes del Evangelio
Jn 14, 23
R. Aleluya, aleluya.
El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará
y haremos en él nuestra morada, dice el Señor.
R. Aleluya.


Evangelio
Lc 6, 43-49
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ’No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos.

El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón; y el hombre malo dice cosas malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón.

¿Por qué me dicen ‘Señor, Señor’, y no hacen lo que yo les digo? Les voy a decir a quién se parece el que viene a mí y escucha mis palabras y las pone en práctica. Se parece a un hombre, que al construir su casa, hizo una excavación profunda, para echar los cimientos sobre la roca. Vino la creciente y chocó el río contra aquella casa, pero no la pudo derribar, porque estaba sólidamente construida.

Pero el que no pone en práctica lo que escucha, se parece a un hombre que construyó su casa a flor de tierra, sin cimientos. Chocó el río contra ella e inmediatamente la derribó y quedó completamente destruida’’.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy

El agradecimiento de Pablo
Las últimas palabras de la perícopa anterior mencionando el «Evangelio a él encomendado», llevan a Pablo a introducir una breve digresión personal, que es como un desahogo del Apóstol, manifestando a Dios su agradecimiento por todo cuanto ha hecho con él. Jesucristo ha venido al mundo a salvar a los pecadores, y yo soy el primero, él aprendió la Ley hasta en sus mínimos detalles a los pies de Gamaliel. Pero eso no es comparable con lo que le sucedió camino de Damasco, camino de celo por la Ley y violencia hacia los que seguían el camino. Allí de forma inesperada conoció al que perseguía. Allí supo cómo era amado. Allí entre la luz y el repentino conocimiento de su error violento, conoció al Dios de Abraham, Isaac y Jacob, su plan universal y desbordante de salvación, allí conoció al que perseguía, se sintió llamado por su nombre e interrogado, y supo en un reguero de luz lo indecible, lo amado que era, desde lo que no conocía hasta el Misterio de Dios encarnado y muerto en la Cruz, y Resucitado siendo la vida total, así lo supo.

De modo parecido se expresa en la primera carta a los Corintios, capítulo 15 y en Gálatas, capítulo 1. La excusa que obraba por ignorancia es la misma alegada ya por Pedro en favor de los judíos en general, y por Jesucristo en favor de los que lo crucificaban. No significa que se niegue la culpabilidad.

La fórmula: podéis fiaros y aceptar sin reserva lo que os digo, es como decir, «verdadero es el dicho» de sus cartas pastorales. Quiere recalcar la verdad o seguridad de una afirmación que se debe tomar muy en serio, quizás fuera en su tiempo de uso vivo de la catequesis oral.

Pablo tiene mucho interés en hacernos ver, explicarnos que lo hecho con él por el Señor es para que sirva de confianza viva y estímulo para todos sus cristianos y todos los demás por venir, a nosotros, quiere crear en nuestra conciencia una confianza tal que nos aparte de desesperar en la misericordia del Señor.

Pablo después de abrir su corazón prorrumpe en un gozo doxológico de alabanza y gratitud, tomado del uso litúrgico de las asambleas cristianas, seguramente. No son infrecuentes en Pablo, las podemos hallar en otras cartas.

De lo que rebosa el corazón
Ya Jeremías se lamentaba en nombre del Señor: «Yo te había plantado como viña selecta, llena de las mejores cepas. ¿Cómo te has convertido en cepa degenerada, en viña bastarda? Cuando Jeremías y Jesús utilizan unos ejemplos sacados de la naturaleza, es simplemente una forma de hablar, ya que las decisiones humanas relacionadas con la fe y la ética se escapan a una comparación a la naturaleza.

No hay árbol sano que de fruto malo…., un labrador no va a buscar fruto donde no puede darse. También Dios sabrá dónde recoger el fruto de los creyentes. Lucas en su modo de exponer sólo tiene una finalidad: animar a los cristianos a traducir en su vida su relación con Cristo, porque todo se juega en el corazón. El corazón está como paralizado mientras no se escucha y acepta la Palabra de Dios. Por sí mismo el corazón no produce nada bueno, pero los creyentes están llamados a extraer sin cesar el bien del tesoro que hay en su corazón.

El corazón humano se parece a una fuente; la boca es como el caño que emite las palabras del corazón, el valor de las palabras depende de lo que valga el corazón.

¿Por qué me llamáis «Señor, Señor», y no hacéis lo que digo? El «buen» cristiano ha llegado a Jesús, no solamente ha oído su palabra, sino que la ha recibido con todo su ser.

Jesús nos explica a quien se parece éste que escucha sus palabras y las pone por obra: a uno que trabaja duro, que cava y ahonda y pone cimientos sobre roca. Cuando llegue la riada, la avalancha de agua, lo duro de la vida, el ataque frontal, no caerá esa casa destrozada por la violencia del envite.

El que escucha sus palabras y no las pone por obra se parece a un ser que ha perdido todo sentido, horizonte y memoria de lo que es, no tiene cimientos, vive en lo superficial, en el vacío, en lo movedizo, cuando la corriente del río le atrapa, le sucede como a la casa sin cimiento.
Sor María Rosario Botella O.P.
Monasterio Santo Domingo de Guzmán (Sant Cugat del Vallès)

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