’ Una muchedumbre numerosa le escuchaba a gusto ’


Del Señor viene la prueba y la salvación

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’ Una muchedumbre numerosa le escuchaba a gusto ’
Religión
Junio 03, 2021 22:11 hrs.
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La Palabra de Dios

Viernes 04 junio, 2021

Primera Lectura
Tb 11, 5-17
Ana se sentaba todos los días y observaba el camino para ver si regresaba su hijo Tobías. Un día vio que se acercaba y le dijo a su esposo Tobit: ’Ya viene tu hijo con el hombre que lo acompañó’.

Rafael le dijo a Tobías antes de que llegaran a donde estaba el padre de éste: ’Estoy seguro de que sus ojos se abrirán. Úntale la hiel del pescado en los ojos y el medicamento le quitará las manchas blancas de los ojos. Entonces tu padre recobrará la vista y podrá ver la luz’.

Ana se acercó y abrazó a su hijo, diciéndole: ’¡Hijo mío, ya puedo morir, después de verte!’ Y rompió a llorar. Tobit se levantó, y a tropezones llegó hasta la puerta del patio. Entonces Tobías corrió a su encuentro, con la hiel del pescado en la mano, le sopló en los ojos, lo sostuvo y le dijo: ’¡Padre mío, ten ánimo!’ Entonces le untó el medicamento y con sus dos manos le desprendió las manchas blancas que tenía en los lagrimales. Tobit, al ver a su hijo, lo abrazó entre lágrimas y le dijo: ’¡Hijo mío, luz de mis ojos: ya puedo verte!’ Y añadió: ’¡Bendito sea Dios y bendito sea su excelso nombre; benditos sean todos sus ángeles para siempre, porque él me castigó, pero ahora ya puedo ver a mi hijo Tobías!’

Tobit y Ana, su esposa, entraron en la casa, llenos de alegría y alabando a Dios a voz en cuello por todo lo que les había sucedido. Entonces Tobías le contó a su padre que el Señor Dios lo había conducido por el mejor camino; que había traído el dinero; que había tomado como esposa a Sara, hija de Ragüel, y que ella estaba ya cerca de las puertas de Nínive. Tobit y Ana, llenos de alegría, salieron al encuentro de su nuera, a las puertas de Nínive. Los ninivitas, al ver que Tobit venía caminando con pasos seguros, sin que nadie lo llevara de la mano, se quedaron admirados. Tobit alababa y bendecía a Dios con grandes voces delante de todos ellos, porque Dios se había compadecido de él y le había devuelto la vista.

Tobit se acercó a Sara, la esposa de su hijo Tobías, y la bendijo con estas palabras: ’¡Bienvenida seas, hija mía! ¡Bendito sea tu Dios, que te ha traído a nosotros! ¡Bendito sea tu padre, bendito sea mi hijo Tobías y bendita seas tú, hija! ¡Bienvenida seas a tu casa! Que goces de alegría y bienestar. Entra, hija mía’.

Y aquel fue un día de fiesta para todos los judíos que habitaban en Nínive.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 145, 2abc. 7. 8-9a. 9bc-10
R. (1b) Alaba, alma mía, al Señor.
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
cantaré y tocaré para mi Dios,
mientras yo exista.
R. Alaba, alma mía, al Señor.
El Señor siempre es fiel a su palabra,
y es quien hace justicia al oprimido;
él proporciona pan a los hambrientos
y libera al cautivo.
R. Alaba, alma mía, al Señor.
Abre el Señor los ojos de los ciegos,
y alivia al agobiado.
Ama el Señor al hombre justo
y toma al forastero a su cuidado.
R. Alaba, alma mía, al Señor.
A la viuda y al huérfano sustenta
y trastorna los planes del inicuo.
Reina al Señor eternamente,
reina tu Dios, oh Sión, reina por los siglos.
R. Alaba, alma mía, al Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Jn 14, 23
R. Aleluya, aleluya.
El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará
y haremos en él nuestra morada, dice el Señor.
R. Aleluya.

Evangelio
Mc 12, 35-37
Un día, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó: ’¿Cómo pueden decir los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David, inspirado por el Espíritu Santo, ha declarado: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha y yo haré de tus enemigos el estrado donde pongas los pies. Si el mismo David lo llama ‘Señor’, ¿cómo puede ser hijo suyo?’

La multitud que lo rodeaba, que era mucha, lo escuchaba con agrado.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy

Del Señor viene la prueba y la salvación
La vuelta de Tobías devuelve la luz y la alegría a su casa: a su padre, pues con el remedio del pez le devuelve la vista, y a la madre que le había visto partir con mucho dolor y tristeza, sale a su encuentro llena de alegría. Lo que en un principio pareció algo desastroso para aquella familia, resultó para bien. Dios lo conduce todo para nuestro provecho.

Todos tenemos experiencia, bien de una enfermedad, o un accidente o un fracaso, que en un pr4incipio nos hizo sufrir, luego tuvo resultados beneficiosos para nuestra vida. La lectura de este pasaje nos viene bien para ver si sabemos reaccionar con serenidad y con actitud de fe ante las pruebas de la vida. O si, por el contrario nos hundimos fácilmente y no somos capaces de bendecir a Dios en las desgracias.

Aprendamos la lección que nos da este relato bien edificante. Que nuestro esfuerzo de vivir como cristianos nunca quedarán sin recompensa, aunque el momento de la recompensa no sepamos en qué momento.

Había uno que hablaba con autoridad
La gente disfrutaba de la persona misma de Jesús: de su bondad, de su inteligencia, de su libertad de palabra y acción. Con sólo escucharle, se sentían mejores, más inteligentes, más libres. No imponía distancias. No los tenía a menos a pesar de su ignorancia. No los condenaba, a pesar de que sabía que distaban mucho de ser perfectos.

Jesús les introducía en el misterio de su persona con habilidad, a partir de los textos de la Escritura que todos habían oído. Conocer mejor a una persona a la que se quiere mucho es un verdadero placer. Y en Jesús se adivinaba un gran misterio. La lectura de hoy nos muestra a Jesús haciendo una pregunta nada fácil de responder por parte de sus interlocutores. Se refiere a él mismo. Conociendo el origen del Mesías, se descubriría su autoridad y la base del crédito que han de prestarle.

¿Cómo dicen los letrados que el Mesías es hijo de David?. Si es hijo, tiene que ser inferior, según la lógica patriarcal de aquel pueblo. La gente que le veía actuar con los pobres y los enfermos, con respeto y amor, y con las autoridades, con una libertad y una superioridad inimaginables, estaba muy próxima a admitir el misterio que se escondía en su persona. Y decían: ¿No será Jesús aquél a quien el mismo David llama Señor? Lo admiraban a pesar de que rompía muchos esquemas.
Fr. Carlos Oloriz Larragueta O.P.
Casa Ntra.Sra. de los Ángeles (Vitoria)

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