’ Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres ’


El primer anuncio del Evangelio

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’ Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres ’
Religión
Enero 25, 2020 20:28 hrs.
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La Palabra de Dios

Domingo 26 de Enero 2020

Primera lectura
Is 8, 23b–9, 3
En otro tiempo, el Señor humilló al país de Zabulón y al país de Neftalí; pero en el futuro llenará de gloria el camino del mar, más allá del Jordán, en la región de los paganos.

El pueblo que habitaba en tinieblas
vio una gran luz;
sobre los que vivían en tierra de sombras,
una luz resplandeció.

Engrandeciste a tu pueblo
e hiciste grande su alegría.
Se gozan en tu presencia como gozan al cosechar,
como se alegran al repartirse el botín.

Porque tú quebrantaste su pesado yugo,
la barra que oprimía sus hombros
y el cetro de su tirano,
como en el día de Madián.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor



Salmo Responsorial
Salmo 26, 1. 4. 13-14
R. (1a) El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién voy a tenerle miedo?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién podrá hacerme temblar?
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
Lo único que pido, lo único que busco
es vivir en la casa del Señor toda mi vida,
para disfrutar las bondades del Señor
y estar continuamente en su presencia.
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
La bondad del Señor espero ver
en esta misma vida.
Armate de valor y fortaleza
y en el Señor confía.
R. El Señor es mi luz y mi salvación.

Segunda lectura
1 Co 1, 10-13. 17
Hermanos: Los exhorto, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que todos vivan en concordia y no haya divisiones entre ustedes, a que estén perfectamente unidos en un mismo sentir y en un mismo pensar.

Me he enterado, hermanos, por algunos servidores de Cloe, de que hay discordia entre ustedes. Les digo esto, porque cada uno de ustedes ha tomado partido, diciendo: ’Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Pedro, yo de Cristo’. ¿Acaso Cristo está dividido? ¿Es que Pablo fue crucificado por ustedes? ¿O han sido bautizados ustedes en nombre de Pablo?

Por lo demás, no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio, y eso, no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor
Aclamación antes del Evangelio
Mt 4, 23
R. Aleluya, aleluya.
Jesús predicaba la buena nueva del Reino
y curaba las enfermedades y dolencias del pueblo.
R. Aleluya.

Evangelio
Mt 4, 12-23
Al enterarse Jesús de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea, y dejando el pueblo de Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaúm, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí, para que así se cumpliera lo que había anunciado el profeta Isaías:

Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivían en tierra de sombras una luz resplandeció.

Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo: ’Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos’.

Una vez que Jesús caminaba por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado después Pedro, y Andrés, los cuales estaban echando las redes al mar, porque eran pescadores. Jesús les dijo: ’Síganme y los haré pescadores de hombres’. Ellos inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Pasando más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en la barca, remendando las redes, y los llamó también. Ellos, dejando enseguida la barca y a su padre, lo siguieron.

Andaba por toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando la buena nueva del Reino de Dios y curando a la gente de toda enfermedad y dolencia.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

’ Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres ’
Introducción
Los cristianos de Jerusalén, la comunidad Apostólica, configuró un modelo de Comunidad Cristiana que sigue siendo inspirador: Alejandría, Antioquía, Efeso, Corinto, Roma… y todas las demás, hasta hoy, vuelven una y otra vez la mirada a Jerusalén… Aunque la cosa empezó en Galilea. Lo primero de todo el seguimiento y confesión de quien es Jesús. Jesús no es un simple aglutinador de la comunidad, es su razón de ser. La experiencia Pascual iluminó toda la vida de aquel Jesús que vieron nacer y crecer, que vieron ya adulto iniciando una misión que a todos sorprendió y a nadie dejó indiferente. Juan Bautista ya definió, al inicio de todo, el cambio radical: El Verbo se hizo carne y habita entre nosotros. La fiesta judía de Hanukkah, la fiesta de las luces, les ayudó a visualizar y verbalizar su experiencia e identidad: todo era Epifanía (manifestación del Señor). Los atemorizados testigos de la vida, pasión y muerte del Señor comprendieron que estaban revestidos de Jesús. El es la luz… y sus discípulos los portadores de esa luz. Jesús había creado una comunión única. Ese es el segundo gran rasgo del modo de ser de la comunidad de Jesús. Es en el seno de la Comunidad Cristiana donde, configurada por la acción del Espíritu Santo, se conoce personalmente a Jesús. Es en el seno de la Comunidad Cristiana, iluminada por el Espíritu Santo, donde se discierne sobre la voluntad del Padre manifestada en Jesús. Es desde la Comunidad Cristiana, verdaderamente configurada con Jesucristo, desde donde los discípulos se saben elegidos y enviados a prestar un servicio luminoso, en el nombre del Señor. La Comunidad Cristiana se edifica como Cuerpo de Cristo para la implantación del Reino de Dios, no existe otra prioridad… y no se trata de una misión ideológica o mundanizante. San Mateo, Isaías y San Pablo, lo tienen claro: el Señor es mi luz y mi salvación.
D. Juan José Llamedo González, OP
Fraternidad Sacerdotal de Santo Domingo de España

Comentario al Evangelio
Fernando Torres cmf


El primer anuncio del Evangelio

El Evangelio de hoy nos recuerda el momento en que Jesús comenzó a predicar. El evangelista Mateo nos lo presenta como el momento en que se cumple una antigua profecía de Isaías: ’El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande’. Pero para ser sinceros, las palabras son mayores que la realidad. Lo que sucedió fue algo muy sencillo. En una esquina del mundo de aquel tiempo, lejos, muy lejos, de Roma, que era el centro de aquella civilización, un hombre salió a los caminos y comenzó a predicar. Su mensaje era muy sencillo: ’Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos’. Al principio casi nadie le hizo caso. Apenas unos pocos pescadores --los últimos de la sociedad--, algunas mujeres –igual de mal valoradas– y gente por el estilo. Jesús no era más que un judío marginal y sólo los marginados le hicieron un poco de caso.

Si ése fue el modo como Dios quería presentar su salvación a todo el mundo, desde nuestra cultura actual, le diríamos que se equivocó de medio a medio. Hoy hubiésemos planteado toda una campaña en los medios de comunicación, de lanzamiento simultáneo en los países más ricos y desarrollados del mundo (en los países pobres se lanzaría más tarde), que ofreciese con claridad los contenidos más importantes y orientados ante todo a captar la atención de los destinatarios. Para ello, se trataría de ofrecer en primer lugar los aspectos más suaves, fáciles y gratificadores del mensaje. Con suficiente antelación se habría preparado a un gran número de predicadores, conferenciantes y escritores que se entregarían a la tarea de presentar el mensaje de un modo más cercano a la gente. Pero Dios no hizo eso. Más bien lo contrario. En Jesús se acercó a los últimos. Nunca estuvo muy preocupado por el número de sus seguidores ni por su nivel social. Ni siquiera les puso las cosas fáciles. Sus primeras palabras, ponen frente al oyente una exigencia radical: ’Convertíos’ o lo que es lo mismo, ’cambiad de vida’. Pero algo encontraron en él aquellas gentes sencillas y humildes que le siguieron. Con dudas y vacilaciones, pero le siguieron.

Hoy, también nosotros somos una pequeña comunidad. No ocupamos el centro del mundo. No tenemos los medios de comunicación a nuestro alcance. Ni falta que nos hacen. Apenas tenemos el Evangelio en medio de nosotros y la fuerza de Jesús para hacer lo que él hizo. Primero, escuchar su mensaje y tratar de convertirnos, de comenzar a vivir de acuerdo con el Evangelio. Y, segundo, ser portadores de ese Evangelio para todos los que nos rodean. No hay que temer porque seamos pocos o pobres. Así es como Dios quiere hacer presente su mensaje en el mundo. En nuestras manos está.



Para la reflexión

Hemos escuchado a Jesús que nos llama a convertirnos, ¿qué significa eso para nosotros? ¿Qué tengo que hacer para convertirme y vivir como cristiano? ¿Qué deberíamos hacer como comunidad para ser testigos de Jesús en nuestro barrio?

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