El voyerista

• Acapulco, turístico y hermoso

• Acapulco, turístico y hermoso
Turismo
Mayo 24, 2016 09:26 hrs.
Turismo ›
Alfredo Guzmán › codice21.com.mx

Mi memoria me traslada a la primera vez que conocí Acapulco. Tendría 10 años. Era un niño, pero como era vivillo, los adultos, me requerían. Trabajaba en un taller de herrería y era el chalán de todos. Era su mandadero. Su vigilante, cuando la amante llegaba al taller, tenía que cuidar que la esposa no rondara la zona. Un chiflido era suficiente, para poner a todos alertas. El confidente, para cuando me interrogaran las señoras, sobre si sus maridos, les eran fieles.

Claro, mis jefes eran puros y santos, decía yo, como oración. Y me creían. Bueno, eso creo aún. Porque recibía beneficios de ellas y de ellos. Todos contentos. Mentiras piadosas de ambos. Porque nunca dije que una de ellas, traicionaba a un herrero, con otro.

Corría la mitad de los años 60s. Un partido de Canadá contra México en la Bombonera de Toluca, fue el pretexto, para que los maestros, unos 6, incluido el dueño del taller y su yerno, al término del partido, la meta fue la zona roja de Cuautla, en Morelos.

Ellos a lo suyo, yo impactado de ver cientos de mujeres que desde mi óptica, hacían tamales, pues afuera de todos los cuartitos, tenían un bracero en la puerta, con un bote metálico o cubeta calentando agua. Era una colonia. Calles y calles con mujeres con falditas pequeñas y algunas con pants o de plano en batas transparentes, ofreciendo tamales. Eso creía. Pues nunca me lo aclararon.

Le tuvieron que dar 20 pesos al policía que me sorprendió orinando en plena calle y que me llevaba a la comisaría, pues no se admitían niños dentro.

Eran las 12 de la noche y que surge el grito, ¡Chingue a su madre el que se raje, vámonos a Acapulco¡ Y nadie se rajó. Ni siquiera el yerno del dueño que tenía 15 días de haberse casado.

Pasmado, maravillado y encantado, estaba yo. Llegamos al amanecer. Como 6 horas de viaje. Vi la bahía y me puse a llorar de miedo, pues supuse que me ahogaría, porque dijeron que me iban a bautizar lanzándome a la mitad de mar.

Ya en Caleta, me dejé ir por las olas. Por la noche se fueron a los congales de la Zona Roja de Acapulco y a un lugar que decían La Huerta. Regresaron riendo a carcajadas, luego de que el yerno, en estado de ebriedad había besado a una tal Mayambé. Eran los tiempos donde no había condón. O no era tan popular.

Seguí regresando años después al paraíso de Acapulco. Nunca lo he conocido como otra cosa. Que hay petroglifos, que hay zonas históricas, que hay museos, como el de San Diego, que hay historia, sí, pero siempre lo han vendido, como el lugar para ser libre y feliz.

Acapulco, es un lugar de desenfreno, como lo es Cancún, Puerto Vallarta, Mazatlán y Los Cabos, entre otros lugares. Quizá cuando fue meca del cine internacional, fue un poco diferente, pero desde ese tiempo, ya era el paraíso del sexo y las drogas para todos los gustos y sabores. Hombres, mujeres, niños y niñas.

La diferencia de ayer a hoy, quizá, es que la autoridad, tenía más control. Había pactos.
Los spring breakers son igual o peor que los motociclistas, pero son extranjeros. La diferencia es que ellos lo hacían en las discotecas y en los hoteles. Los motociclistas en plena costera, aunque en la noche.

Hay quien supone y han iniciado un escándalo, porque Acapulco, se ha degradado.

No me espanta nada. Todo lo que es humano, no me es ajeno. No hay culpas, hay inercias. Ayer fue igual o peor, pero como había otro gobierno y otros funcionarios, callaron. No justifico nada. Creo que es posible que Acapulco, siga siendo lo que ha sido históricamente y siga dando vida a una tradición y cultura del desmadre.

El Chilango, busca eso. No le interesa otra cosa. Si quiere otra cosa, en la Ciudad de México, lo tiene. Pero Acapulco, es Acapulco.

El turismo comete excesos. Cierto, pero en todo el mundo es así. Las Ramblas en Barcelona, es una avenida donde la putería de hombres, mujeres, niñas y niños vive en su apogeo, junto con el alcohol y las drogas. El Coliseo Romano es un gran congal, en las estaciones del metro de Madrid, la moda es fornicar en los andenes, para provocar a las sanas costumbres.

Las pirámides de Egipto, son el más grande tiradero de condones.

Petra, es una ciudad hermosa, donde huele a semen en las paredes. Los guías dicen que es humedad. La muralla china, es moda engendrar al que sigue. Los castillos del Duero, son lugares elegidos para pasear en bicicleta y tirarse una corrida bajo un árbol. Las inmediaciones del Arco del Triunfo, es refugio de africanas de ébano, que venden sus productos de exportación. Y todo eso lo conozco. La Habana, Buenos Aires, Bogotá, Panamá. Punta Cana, etc, etc.

Tlalpan, Reforma, Sullivan, Anzures, Polanco entre cientos de lugares de la Ciudad de México, son el paraíso del voyer.

Si se logra convertir Acapulco en recinto religioso. Habrá que inventar a San Lanchero, para empezar a cambiar el sino y el destino. Y Permitir que la veladora perpetua, rija ahora.

Cierto, hay que poner límites posibles. Pero el paraíso es el paraíso. Y quien no quiera ver o ser tocado por el Diablo, que se recluya temprano. Los nuevos tiempos, mandan. Pero no son diferentes a la Roma antigua, a la Rusia Zarista, a la Italia Bonapartista, donde las orgías entre la realeza o los arrabales del París de los Miserables, daban pautas de vida a los cosmopolitas.

Que Dios me agarre confesado.

Ver nota completa...

Suscríbete

Recibe en tu correo la información más relevante una vez al mes y las noticias más impactantes al momento.

Recibe solo las noticias más impactantes en el momento preciso.

• Acapulco, turístico y hermoso

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.