’ Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría ’


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’ Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría ’
Religión
Enero 06, 2020 12:26 hrs.
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Lunes 6 De Enero 2020

1 Jn 3, 22–4, 6

Queridos hijos: Puesto que cumplimos los mandamientos de y hacemos lo que le agrada, ciertamente obtendremos de él todo lo que le pidamos. Ahora bien, éste es su mandamiento: que creamos en la persona de Jesucristo, su Hijo, y nos amemos los unos a los otros, conforme al precepto que nos dio. Quien cumple sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él. En esto conocemos, por el Espíritu que él nos ha dado, que él permanece en nosotros.
Hermanos míos, no se dejen llevar de cualquier espíritu, sino examinen toda inspiración para ver si viene de Dios, pues han surgido por el mundo muchos falsos profetas. La presencia del Espíritu de Dios la pueden conocer en esto: Todo aquel que reconoce a Jesucristo, Palabra de Dios, hecha hombre, es de Dios. Todo aquel que no reconoce a Jesús, no es de Dios, sino que su espíritu es del anticristo. De éste han oído decir que ha de venir; pues bien, ya está en el mundo.
Ustedes son de Dios, hijitos míos, y han triunfado de los falsos profetas, porque más grande es el que está en ustedes que el que está en el mundo. Ellos son del mundo, enseñan cosas del mundo y el mundo los escucha. Pero nosotros somos de Dios y nos escucha el que es de Dios. En cambio, aquel que no es de Dios no nos escucha. De esta manera distinguimos entre el espíritu de la verdad y el espíritu del error.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 2, 7-8. 10-11
R. (8a) Yo te daré en herencia las naciones.
Anunciar el decreto del Señor.
He aquí lo que me dijo:
’Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy.
Te daré en herencia las naciones,
y como propiedad, toda la tierra’.
R. Yo te daré en herencia las naciones.
Escuchen y comprendan estas cosas,
reyes y gobernantes de la tierra.
Adoren al Señor con reverencia,
sírvanlo con temor.
R. Yo te daré en herencia las naciones.

Aclamación antes del Evangelio
Mt 4, 23
R. Aleluya, aleluya.
Predicaba Jesús la buena nueva del Reino
y sanaba toda enfermedad en el pueblo.
R. Aleluya.

Evangelio
Mt 4, 12-17. 23-25
Al enterarse Jesús de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea, y dejando el pueblo de Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaúm, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí, para que así se cumpliera lo que había anunciado el profeta Isaías:
Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos; el pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivían en tierra de sombras una luz resplandeció.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo: ’Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos’. Y andaba por toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando la buena nueva del Reino de Dios y curando a la gente de toda enfermedad y dolencia.
Su fama se extendió por toda Siria y le llevaban a todos los aquejados por diversas enfermedades y dolencias, a los poseídos, epilépticos y paralíticos, y él los curaba. Lo seguían grandes muchedumbres venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

’ Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría ’
Introducción
La tan entrañable fiesta del 6 de enero, los Reyes Magos, en la liturgia de la iglesia y en la historia de nuestra fe se llama la fiesta de la Epifanía, de la ’manifestación’ del Señor, porque esa primera experiencia con los Magos de Oriente es la primera expresión de la llegada del Salvador, del Mesías, del Señor, a nuestra tierra. Venida para todos los pueblos, para todos los tiempos, trayendo la plenitud y la salvación a la humanidad, llegada del Dios de toda plenitud a nuestro mundo para abrirnos las puertas de la salvación, como los Magos reconocen al llegar para adorarle.

Curiosa paradoja la de que un niño acostado en un pesebre, rodeado de animales, en la indigencia, por no tener sitio en lugar decente, reconocido por vagabundos pastores, imagen de debilidad y de ternura, sea reconocido por los pueblos de la tierra a quienes representan los Magos, como el que trae la plenitud a la condición humana, su salvación. Pobre pequeño débil y tierno niño, que es imagen y modelo de cómo el ser humano está llamado a ser, por ser imagen y semejanza de Dios, pues Dios mismo es el que yace acostado y dormido en ese pobre pesebre.

¿Y si ahí estuviera la verdadera condición humana? en lo pequeño, en lo débil, en lo tierno. ¿ y si ese fuera el verdadero rostro de Dios? El del amor, el de la humanidad limpia y sencilla... La fiesta de hoy nos invita a aprender a mirar como los Magos, a caminar buscando a Dios, y al encontrarle, adorarlo y regalarle quién somos cada uno.

Fray Vicente Niño Orti
Convento Santo Tomás de Aquino ’El Olivar’ (Madrid)

Comentario al Evangelio

Lunes, 6 de enero de 2020

Luis Manuel Suarez, cmf
Queridos amigos:

¡Feliz fiesta de la Epifanía! ’Epifanía’ significa ’manifestación’, ’desvelamiento’. Y eso es lo que celebramos hoy como Iglesia: que Dios se ha manifestado… ¡a todos los pueblos! Y lo ha hecho de manera que todos le podamos comprender, recibir y acoger: en la humildad de una carne mortal como la nuestra.

Los tres magos de Oriente representan a los distintos pueblos y razas de la tierra. Para todos ha venido el Salvador. No sólo para el pueblo de Israel, sino que a través del resto fiel de ese pueblo, el Señor quiere llegar con su presencia hasta los confines del mundo y hasta los rincones de todos los corazones.

Recorriendo el relato que nos presenta hoy el Evangelio, podemos reconocer en los magos de Oriente unos ’discípulos misioneros’, modelos de la llamada que nos viene recordando el Papa Francisco. ¿Y cómo pueden ser los magos unos discípulos misioneros?

En primer lugar, porque buscan signos. No se limitan a ver pasar la vida, sino que en ella buscan aquello que les lleve a Dios y a descubrir su voluntad. Son inquietos. Son buscadores.

En segundo lugar, porque preguntan. Y preguntar es la primera tarea de todo discípulo. Reconocen que no saben y preguntan a quien cree que les puede ayudar, orientar, aconsejar. Porque si no hay preguntas, sobran todas las respuestas.

En tercer lugar, caminan. Porque de nada sirve mirar y preguntar si eso no lleva a un movimiento. Salen de su tierra, se movilizan, hacen todo un camino… como Abraham y Sara, como tantos otros hombres y mujeres de nuestro mundo.

Y también adoran. Porque adorar es la actitud cabal del discípulo que encuentra la Luz, y ante esa presencia pone su vida y todo su ser.

Por último, estos gestos de discípulos que tienen los magos se completan con su ser misioneros. En el relato viene apuntado en la última frase: ’se marcharon a su tierra…’. ¿Qué dirían, qué contarían, qué harían… a partir de lo que encontraron en Belén? Eso es ser misionero: anunciar con las palabras y mostrar con las acciones que Dios está con nosotros y por nosotros en la persona de Jesús, abriéndonos caminos de nueva vida.

Ser ’discípulos misioneros’, al estilo de los magos de Oriente, todo un regalo y toda una tarea que se nos recuerda en la festividad de la Epifanía. Nos ofrecemos hoy al Señor para que cuente con nosotros en ese camino, con la oración apostólica de San Antonio Mª Claret:

Señor y Padre mío,
que te conozca y te haga conocer,
que te ame y te haga amar,
que te sirva y te haga servir,
que te alabe y te haga alabar
por todas las criaturas. Amén.
Vuestro hermano en la fe:

Luis Manuel Suárez CMF (@luismanuel_cmf)

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