’ Dichoso el que no se escandalice de mí ’


Dichoso el que no se sienta defraudado por mí

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’ Dichoso el que no se escandalice de mí ’
Religión
Diciembre 15, 2020 19:56 hrs.
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La Palabra de Dios

Miércoles 16 diciembre, 2020

Primera lectura
Is 45, 6-8. 18. 21-25
’Yo soy el Señor y no hay otro.
Yo soy el artífice de la luz
y el creador de las tinieblas,
el autor de la felicidad y el hacedor de la desgracia;
yo, el Señor, hago todo esto.
Dejen, cielos, caer su rocío
y que las nubes lluevan la justicia;
que la tierra se abra y haga germinar la salvación
y que brote juntamente la justicia.
Yo, el Señor, he creado todo esto’.

Esto dice el Señor,
el que creó los cielos,
el mismo Dios que plasmó y consolidó la tierra;
él no la hizo para que quedara vacía,
sino para que fuera habitada:
’Yo soy el Señor y no hay otro.
¿Quién fue el que anunció esto desde antiguo?
¿Quién lo predijo entonces?
¿No fui yo, el Señor?
Fuera de mí no hay otro Dios.
Soy un Dios justo y salvador
y no hay otro fuera de mí.

Vuélvanse a mí y serán salvados,
pueblos todos de la tierra,
porque yo soy Dios y no hay otro.
Lo juro por mí mismo,
de mi boca sale la verdad,
las palabras irrevocables:
ante mí se doblará toda rodilla
y por mí jurará toda lengua, diciendo:
‘Sólo el Señor es justo y poderoso’.

A él se volverán avergonzados
todos los que lo combatían con rabia.
Gracias al Señor, triunfarán gloriosamente
todos los descendientes de Israel’’.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 84, 9ab-10. 11-12. 13-14
R. ¡Dejen, cielos, caer su rocío y que las nubes lluevan al justo!
Escucharé las palabras del Señor,
palabras de paz para su pueblo santo.
Está ya cerca nuestra salvación
y la gloria del Señor habitará en la tierra. R.
R. ¡Dejen, cielos, caer su rocío y que las nubes lluevan al justo!
La misericordia y la verdad se encuentran,
la justicia y la paz se besaron,
la fidelidad brotó en la tierra
y la justicia vino del cielo. R.
R. ¡Dejen, cielos, caer su rocío y que las nubes lluevan al justo!
Cuando el Señor nos muestre su bondad,
nuestra tierra producirá su fruto.
La justicia le abrirá camino al Señor
e irá siguiendo sus pisadas. R.
R. ¡Dejen, cielos, caer su rocío y que las nubes lluevan al justo!

Aclamación antes del Evangelio
Cfr Is 40, 9. 10
R. Aleluya, aleluya.
Levanta tu voz para anunciar la buena nueva:
ya viene el Señor, nuestro Dios, con todo su poder.
R. Aleluya.

Evangelio
Lc 7, 19-23
En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús: ’¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?’ Cuando llegaron a donde estaba Jesús, le dijeron: ’Juan el Bautista nos ha mandado a preguntarte si eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro’.

En aquel momento, Jesús curó a muchos de varias enfermedades y dolencias y de espíritus malignos, y a muchos ciegos les concedió la vista. Después contestó a los enviados: ’Vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso el que no se escandalice de mí’.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús
Reflexión del Evangelio de hoy

Dirán: solo el Señor tiene la justicia y el poder
Esta primera lectura está construida con párrafos distintos, no consecutivos del cap. 45 de Isaías. El final de la lectura es la afirmación que encabeza esta reflexión. Para llegar a esa conclusión Isaías recuerda que el mismo Dios se presenta como el artífice de aspectos contrarios del mundo, de la luz y las tinieblas, la paz y la desgracia; para continuar que, ante todo, es el autor de la salvación, y, con ella, de la justicia. Todo lo que sucede, responde a decisiones suyas. No es necesario otro Dios: ’No hay otro Dios fuera de mi’. La intención fundamental de este Dios único cara al ser humano es su salvación, que ningún otro Dios puede otorgar. Es necesario que el hombre descubra esta realidad esencial en la fe judía. Solo ante él doblará la rodilla, sólo por él será válido jurar. En fin, es quien ’tiene el poder y la justicia’.

Poder, justicia, salvación, son conceptos que van unidos. Son características exclusivas de Dios. Él es el único que, junto a poder, tiene ese deseo universal de salvación. El único que tiene los conocimientos suficientes, unidos a su poder y a su deseo de salvación, para que haya justicia. Para que cada uno tenga lo que le corresponda. Lo que le corresponde a partir del deseo de salvación universal de Dios.

Contar con Dios; reservar a Dios lo que es solo de él, ha de enfrentarse con la pretensión humana de creerse dueño del universo, que puede manipularlo como quiera. A Dios queda reservada la salvación, en ella ejerce su poder. Salvación que consiste en la perfección de nuestro ser, creado a su imagen y semejanza. En otros términos, la santidad.

Solo Dios tiene el conocimiento suficiente de todos, para poder impartir justicia, por lo que se ha de abandonar la idea de que la justicia ’humana’, administrada por el ser humano es la definitiva. Hay que contar con Dios, aunque Dios resida en el misterio. Por eso es necesaria la fe, la confianza en él, por encima de evidencias de nuestra percepción.



Dichoso el que no se sienta defraudado por mí
La misión de Juan el Bautista había sido magnífica: descubrir entre quienes le seguían al Mesías; afirmar su grandeza, muy superior a la suya. Sin embargo, su idea del Mesías era algo distinta de la que mostraba Jesús. Juan creía que Jesús pronto pondría las cosas en su punto. Para lo que había que cortar el árbol seco o inútil, sin frutos, sin dilación. Entendía la misión de Jesús como la de quien impone la justicia. Una justicia justiciera. Mientras que la justicia de Jesús es llevar a todos la salvación. Que implica el perdón, la misericordia, desde el afecto. Esa salvación que, como se indica en la primera lectura, solo puede venir de Dios. Como solo la fuerza de Dios puede realizar lo que Jesús realiza cuando logra la liberación de diversos males físicos y espirituales: ceguera, enfermedades, malos espíritus…

Juan Bautista, al ver el modo de actuar de Jesús, dudó si había acertado al proclamar a Jesús como el verdadero Mesías. Su duda, se alimentaba de su prisa por ver que el mundo, el ser humano cambiaba de raíz; y percibir que no era así. Se sentía defraudado por Jesús. Algo muy duro para él. Vivía en la duda, y quiere que el mismo Jesús le resuelva. Jesús acude, no a teorías, sino a hechos: ¿qué ser humano puede hacer lo que él hace, si Dios no está con él, y tiene el poder que sólo Dios tiene?

También a nosotros nos puede defraudar Jesús, cuando, a pesar de que creemos que llevamos una vida digna, de proclamarle ante los demás, a veces jugándose la consideración social, vemos como la vida se complica: nos quedamos sin poder ante el mal que nos atropella…y Cristo no viene en nuestra ayuda. ¿Habremos apostado por confiar en alguien, que se despreocupa de nosotros? Tiene que resonar con fuerza lo que Jesús dice que digan a Juan los enviados para plantearle sus dudas sobre él: ’Dichoso el que no se sienta defraudado por mí’.
Fray Juan José de León Lastra
Convento de Santo Domingo (Oviedo)

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