’ El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán ’



Vi un cielo nuevo y una tierra nueva

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’ El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán ’
Religión
Noviembre 26, 2020 20:34 hrs.
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La Palabra de Dios

Viernes

Primera lectura
Apoc 20, 1-4. 11–21, 2
Yo, Juan, vi un ángel que bajaba del cielo, con la llave del abismo y una gran cadena en la mano. El ángel sujetó al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo o Satanás, y lo encadenó durante mil años. Lo arrojó al abismo, lo encerró y puso un sello, para que ya no pudiera engañar a los pueblos hasta que pasaran mil años. Después de esto, es necesario que lo suelten un poco de tiempo.

Vi también unos tronos, donde se sentaron los encargados de juzgar. Vi, además, vivos a los que habían sido sacrificados por dar testimonio de Jesús y proclamar la palabra de Dios, y a todos los que no adoraron a la bestia ni a su estatua, y no se dejaron poner su marca en la frente ni en la mano. Estos revivieron y reinaron con Cristo durante mil años.

Vi después un trono brillante y magnífico, y al que estaba sentado en él. El cielo y la tierra desaparecieron de su presencia sin dejar rastro. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono. Fueron abiertos unos libros y también el libro de la vida. Los muertos fueron juzgados conforme a sus obras, que estaban escritas en esos libros.

El mar devolvió sus muertos; la muerte y el abismo devolvieron los muertos que guardaban en su seno. Cada uno fue juzgado según sus obras. La muerte y el abismo fueron arrojados al lago de fuego; este lago es la muerte definitiva. Y a todo el que no estaba inscrito en el libro de la vida lo arrojaron al lago de fuego.

Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y el mar ya no existía.

También vi que descendía del cielo, desde donde está Dios, la ciudad santa, la nueva Jerusalén, engalanada como una novia que va a desposarse con su prometido.

Salmo Responsorial
Salmo 83, 3. 4. 5-6a y 8a
R. Dichosos los que viven en tu casa.
Anhelando los atrios del Señor
se consume mi alma.
Todo mi ser de gozo estremece
y el Dios vivo es la causa. R.
R. Dichosos los que viven en tu casa.
Hasta el gorrión encuentra casa
y la golondrina, un lugar para su nido,
cerca de tus altares,
Señor de los ejércitos, Dios mío. R.
R. Dichosos los que viven en tu casa.
Dichosos los que viven en tu casa,
te alabarán para siempre;
dichosos los que encuentran en ti su fuerza,
pues caminarán cada vez con más vigor. R.
R. Dichosos los que viven en tu casa.

Aclamación antes del Evangelio
Lc 21, 28
R. Aleluya, aleluya.
Estén atentos y levanten la cabeza,
porque se acerca la hora de su liberación, dice el Señor.
R. Aleluya.

Evangelio
Lc 21, 29-33
En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos esta comparación: ’Fíjense en la higuera y en los demás árboles. Cuando ven que empiezan a dar fruto, saben que ya está cerca el verano. Así también, cuando vean que suceden las cosas que les he dicho, sepan que el Reino de Dios está cerca. Yo les aseguro que antes de que esta generación muera, todo esto se cumplirá. Podrán dejar de existir el cielo y la tierra, pero mis palabras no dejarán de cumplirse’.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy

Vi un cielo nuevo y una tierra nueva
En la primera lectura de este pasaje del Apocalipsis nos hallamos ante un simbólico y difícil texto. Acudiendo a su final, y apoyados también en otros pasajes del Nuevo Testamento que tocan este mismo tema, podemos decir que nuestro destino último va a ser ’un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado y el mar ya no existe’… ’y el mismo Dios enjugará las lágrimas de sus ojos, y la muerte nos existirá más, ni habrá duelo, ni gritos, ni trabajo porque todo esto es ya pasado’.

El texto también alude al dragón, la antigua serpiente, el diablo… ’que andará suelto por un poco de tiempo’. Es claro que los cristianos, los seducidos por el amor de Jesús, los que queremos seguir por el camino que él nos traza… nos encontramos con la tentación del mal, la tentación de dar la espalda a Jesús, pero con su ayuda tenemos la victoria final asegurada.

El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán
En su venida hasta nosotros, el tema principal de la predicación de Jesús fue el reino de Dios. Jesús se esforzó en convencernos de que nos apuntásemos al reino de Dios predicado por él. Que ya en esta vida dejásemos a Dios ser el Rey y Señor de nuestro existir. El que se adueñase de nuestro corazón, el que guiase y rigiese todas nuestras acciones. Pero bien sabemos que ese reinado en nuestro caminar terreno no lo vivimos en plenitud. A veces, vamos detrás de otros dioses, no somos fieles a la palabra dada… Todo parece indicar que el evangelio de hoy hace alusión al final terreno del reino de Dios predicado por Jesús y al comienzo de ese reino en plenitud, al final de los tiempos. Llegará un momento en que la vida terrena desaparecerá y todos los resucitados viviremos en plenitud el reinado de Dios. Solo Dios, que es Amor y nadie más que Dios será nuestro Rey. Nos espera el reinado del Amor. El mal y todos sus hijos serán derrotados para siempre. Es lo que nos ha prometido Jesús. ’El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán’.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)

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