’ Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo ’



Lo más necio y débil del mundo lo ha elegido Dios

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’ Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo ’
Religión
Agosto 28, 2020 21:11 hrs.
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La Palabra de Dios

Memoria del Martirio de San Juan Bautista

Primera lectura
1 Cor 1, 26-31
Hermanos: Consideren que entre ustedes, los que han sido llamados por Dios, no hay muchos sabios, ni muchos poderosos, ni muchos nobles, según los criterios humanos. Pues Dios ha elegido a los ignorantes de este mundo, para humillar a los sabios; a los débiles del mundo, para avergonzar a los fuertes; a los insignificantes y despreciados del mundo, es decir, a los que no valen nada, para reducir a la nada a los que valen; de manera que nadie pueda presumir delante de Dios.

En efecto, por obra de Dios, ustedes están injertados en Cristo Jesús, a quien Dios hizo nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra redención. Por lo tanto, como dice la Escritura: El que se gloría, que se gloríe en el Señor.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 32, 12-13. 18-19. 20-21
R. (cf. 12b) En el Señor está nuestra esperanza.
Feliz la nación cuyo Dios es el Señor,
dichoso el pueblo que escogió por suyo.
Desde el cielo el Señor, atentamente,
mira a todos los hombres. R.
R. En el Señor está nuestra esperanza.
Cuida el Señor de aquellos que lo temen
y en su bondad confían;
los salva de la muerte
y en épocas de hambre les da vida. R.
R. En el Señor está nuestra esperanza.
En el Señor está nuestra esperanza,
pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo;
en el Señor se alegra el corazón
y en él hemos confiado. R.
R. En el Señor está nuestra esperanza.

Aclamación antes del Evangelio
Mt 5, 10
R. Aleluya, aleluya.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los cielos, dice el Señor.
R. Aleluya.

Evangelio
Mc 6, 17-29
En aquel tiempo, Herodes había mandado apresar a Juan el Bautista y lo había metido y encadenado en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de su hermano Filipo, y Juan le decía: ’No te está permitido tener por mujer a la esposa de tu hermano’. Por eso Herodes lo mandó encarcelar.

Herodías sentía por ello gran rencor contra Juan y quería quitarle la vida, pero no sabía cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan, pues sabía que era un hombre recto y santo, y lo tenía custodiado. Cuando lo oía hablar, quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo.

La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea, con motivo de su cumpleaños. La hija de Herodías bailó durante la fiesta y su baile les gustó mucho a Herodes y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la joven: ’Pídeme lo que quieras y yo te lo daré’. Y le juró varias veces: ’Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino’.

Ella fue a preguntarle a su madre: ’¿Qué le pido?’ Su madre le contestó: ’La cabeza de Juan el Bautista’. Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo: ’Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza de Juan el Bautista’.

El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y a los convidados, no quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a un verdugo que trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una charola, se la entregó a la joven y ella se la entregó a su madre.

Al enterarse de esto, los discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy

Lo más necio y débil del mundo lo ha elegido Dios
Así eran las asambleas cristianas en tiempos paulinos. Después vino Constantino y las asambleas de gentes sencillas e iguales empezaron a ser asambleas con poderosos arriba, aristócratas pavoneándose y pocos hombres y mujeres sencillos en la base soportando el peso de todo el edificio.

Pronto las autoridades de la Iglesia fueron acomodándose a los usos aristocráticos. El alto clero adopto formas feudales y lo sencillo, lo débil, lo necio fue postergado y solo se le tuvo en cuenta como masa servidora.

Bien: así fue durante muchos siglos, y no deja de serlo ahora, mitigadas las formas para ser socialmente aceptables. Dios nos sigue buscando nos pide que pongamos nuestra ignorancia a su servicio, pero declinamos la invitación y cedemos el puesto a los sabios. Dejamos de servir a Dios para servir a los sabios.

En la última cena Jesús lavó los pies a los discípulos. Se abajo y todas las miradas iban hacia él. El pobre de hoy está también abajo pero dejamos de mirarle para mirar hacia arriba, hacia el poderoso al que lavamos los pies y así perdemos de vista al Jesús que desde abajo nos invita a descubrirle e imitarle. Dios nos quiere humildes. ¿Seremos capaces de serlo?

Herodes respetaba a Juan porque era varón santo y justo
Una vez más, el hombre justo y santo, es condenado por un poder corrompido, dominado por los placeres y dado a la buena vida.

San Juan está afeando a Herodes su conducta, pues está conviviendo con la esposa de su hermano. Un caso claro de incesto adúltero que se perdona socialmente al poderoso, incluso se aplaude su adulterio, pero que condena a la lapidación inmisericorde a la mujer o al hombre sorprendido en adulterio, siempre que no sean lo suficientemente poderosos. Es lo más sencillo: mientras cambiar de vida y hacer lo correcto cuesta, matar al mensajero es sencillo, más ’barato’ que una conversión.

Juan sabe que contrariar al poderoso Herodes puede traerle problemas, pero no puede dejarlo de lado. Es necesario censurar el mal y buscar la conversión del pecador, y esto es lo que hace Juan, y lo que terminará causando su muerte.

Herodes respeta a Juan. Sabe que es un hombre justo y bueno, pero se deja dominar por los deseos de Herodías. La triste historia de una danza, puede que maravillosa, una promesa poco pensada y un juramento, dan lugar a la muerte de Juan.

Con alguna frecuencia asistimos en nuestros tiempos, también en nuestra Iglesia, a condenas de hombres, tal vez proféticos, que nos descubren nuestras contradicciones y a los que, en aras de una seguridad y fidelidad a la ’tradición’ son condenados al silencio, a la muerte religiosa. Grandes teólogos han sufrido la incomprensión de alguna poderosa autoridad o congregación, y han sido sometidos al silencio, incluso a excomunión. Las prisiones que sufrieron San Juan de la Cruz, los juicios a Santo Tomás de Aquino, a Fray Luis de León, Galileo y a tantos personajes a los que la historia ha terminado dando la razón, nos recuerdan que, por desgracia, muchas Herodías siguen interviniendo en la historia de la Iglesia y muchos Juanes siguen pereciendo. Reconocemos que son hombres y mujeres justos y santos, pero condenamos a la muerte sus ideas.

D. Félix García O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de Viveiro (Lugo)

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