’ Los ponían a sus pies, y él los curaba ’


Esperábamos en él y nos ha salvado

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’ Los ponían a sus pies, y él los curaba ’
Religión
Diciembre 01, 2020 17:39 hrs.
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La Palabra de Dios

Miércoles 02 diciembre, 2020


Primera lectura
Is 25, 6-10
En aquel día, el Señor del universo
preparará sobre este monte
un festín con platillos suculentos
para todos los pueblos;
un banquete con vinos exquisitos
y manjares sustanciosos.
Él arrancará en este monte
el velo que cubre el rostro de todos los pueblos,
el paño que oscurece a todas las naciones.
Destruirá la muerte para siempre;
el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros
y borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo.
Así lo ha dicho el Señor.

En aquel día se dirá:
’Aquí está nuestro Dios,
de quien esperábamos que nos salvara.
Alegrémonos y gocemos con la salvación que nos trae,
porque la mano del Señor reposará en este monte’.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Sal 22, 1-3a. 3b. 4.5.6.
R. (6cd) Habitaré en la casa del Señor toda la vida.
El Señor es mi pastor, nada me falta;
en verdes praderas me hace reposar
y hacia fuentes tranquilas me conduce
para repara mis fuerzas.
R. Habitaré en la casa del Señor toda la vida.
Por ser un Dios fiel a sus promesas,
me guía por el sendero recto;
así, aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad.
R. Habitaré en la casa del Señor toda la vida.
Tú mismo me preparas la mesa,
a despecho de mis adversarios;
me unges la cabeza con perfume
y llenas mi copa hasta los bordes.
R. Habitaré en la casa del Señor toda la vida.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán
todos los días de mi vida;
y viviré en la casa del Señor
por años sin término..
R. Habitaré en la casa del Señor toda la vida.

Aclamación Antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.

Ya viene el Señor para salvar a su pueblo.
Dichosos los que estén preparados para salir a su encuentro.

R. Aleluya.

Evangelio
Mt 15, 29-37
En aquel tiempo, llegó Jesús a la orilla del mar de Galilea, subió al monte y se sentó. Acudió a él mucha gente, que llevaba consigo tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros enfermos. Los tendieron a sus pies y él los curó. La gente se llenó de admiración, al ver que los lisiados estaban curados, que los ciegos veían, que los mudos hablaban y los tullidos caminaban; por lo que glorificaron al Dios de Israel.

Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: ’Me da lástima esta gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque pueden desmayarse en el camino’. Los discípulos le preguntaron: ’¿Dónde vamos a conseguir, en este lugar despoblado, panes suficientes para saciar a tal muchedumbre?’ Jesús les preguntó: ’¿Cuántos panes tienen?’ Ellos contestaron: ’Siete, y unos cuantos pescados’.

Después de ordenar a la gente que se sentara en el suelo, Jesús tomó los siete panes y los pescados, y habiendo dado gracias a Dios, los partió y los fue entregando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Todos comieron hasta saciarse, y llenaron siete canastos con los pedazos que habían sobrado.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy

Esperábamos en él y nos ha salvado
Hemos comenzado este nuevo año litúrgico invocando al Señor, nuestro Dios, rogando que él mismo nos prepare para acoger a Jesucristo, cuando vuelva, bien dispuestos para recibir de su mano el alimento que es recompensa de su gloria. Miramos, por tanto, a Jesús que retornará. Ese es el deseo de la Comunidad cristiana, la Iglesia, su Esposa que clama: ¡Ven, Señor!! Clamor que se eleva a Dios a lo largo del año en la celebración del Misterio. Una vida que se vive en la espera gozosa de esta vuelta.

Isaías nos remite a aquel día. Día único que realiza y manifiesta lo que Dios tenía proyectado desde la eternidad en favor de todo el género humano. El Señor del universo, dice el profeta, preparará para todos los pueblos en este monte: ’un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares exquisitos, vinos refinados.’ Anuncia lo que supone y es la intención de Dios, que, amando tanto al mundo, procura por medio de su Hijo, con carácter universal (para todos los pueblos), una experiencia definitiva del amor que conduce a la plena realización de cada persona en la comunión fraterna. No en vano el vino es figura del amor. Si falta en la vida de cada persona y de cada comunidad, todo es vacío y pérdida.

A renglón seguido señala Isaías una actividad redentora:

’Y arrancará en este monte
el velo que cubre a todos los pueblos,
el lienzo extendido sobre a todas las naciones.’

Se trata de permitir que pueda verse la obra de Dios, que libera a cada uno y a todos los pueblos, es decir, a la humanidad entera. Lo que estaba velado a la mirada de la humanidad, es expuesto ante ella, porque mirándole a él, sintiendo cómo su amor atrae, en comunión con él, es posible gozar de los efectos propios del día del Señor. De su Hora: aniquilación de la muerte, consolación y desaparición del oprobio. Y esta experiencia provoca una confesión de fe:

«Aquí está nuestro Dios.
Esperábamos en él y nos ha salvado.
Este es el Señor en quien esperamos.
Celebremos y gocemos con su salvación,
porque reposará sobre este monte la mano del Señor»

Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los ponían a sus pies, y él los curaba
Mateo sitúa a Jesús en el monte. La gente acude a él con sus situaciones de sufrimiento y dolor. Es la manifestación de cómo se ha escuchado su palabra invitando a ir a él. ’Venid a mí los que estáis cansados y agobiados’. Con frecuencia nos sentíamos tan agobiados que no podemos ver más allá del dolor y los problemas que nos asedian. Esta situación por la que atraviesa toda la humanidad en nuestros días. ¿A quién acudir? Las palabras alentadoras de Isaías, se reflejan en este subir la gente al monte, al encuentro de Jesús y dejar ante él, a sus pies, todo lo que le aflige. ’Y él los curaba.’ El gesto de colocar a sus pies es elocuente. No hace falta decir nada. Es suficiente ponerse ante él colocando la propia realidad, en la certeza de ser mirados con benevolencia por parte suya.

Una mirada compasiva, que va siempre más allá. Es la compasión solidaria, que experimenta en sí mismo todo el dolor colocado en su presencia. ’Siento compasión de la gente, porque llevan tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayuna, no sea que desfallezca en el camino.’ En esta voluntad salvífica, no quiere actuar solo. Puede hacerlo, pero no quiere. El desea involucrar a todos los que estén dispuestos a colaborar: ¿Cuántos panes tenéis? Le dicen lo que tienen. Pareciera imposible atender tanta necesidad con lo poco que tienen, sin embargo, Jesús va más allá. Él estaba sentado y manda sentar también a la gente. Nos coloca en su mismo plano. Nos eleva, levanta e introduce en aquello que ha señalado Isaías.

Conviene tomar en cuenta el modo de proceder de Jesús: da gracias, los parte y los va dando a los discípulos y los discípulos a la gente. Unido, pues, a cada ser humano, Jesús hace posible que cada uno tome conciencia de cómo puede y debe colaborar con Dios en la realización de aquello que él tiene pensado en favor de todos los pueblos.

¿Qué preparo yo para la gente?

¿Qué comparto yo de lo que he recibido con los demás?

Fr. Antonio Bueno Espinar O.P.
Convento de Santa Cruz la Real (Granada)

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