Por Alfredo Guzmán

• ¿Periodistas testigos de la historia?


• ¿Periodistas testigos de la historia?
Periodismo
Enero 04, 2016 09:34 hrs.
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El voyerista › guerrerohabla.com

Por ser mañana (hoy) aniversario del Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa (SNRP) y por estar cumpliendo más de 30 años de ser un profesionista de la comunicación, me permito hacer algunas reflexiones.
Siempre quise estudiar algo que me diera oportunidad de servir. Cuando joven quería ser abogado, para sacar a los borrachos de la cárcel, porque en mi colonia, siempre los llevaba la redada o la patrulla. Quise ser también policía investigador, para poder conocer quién o quiénes hacen mal a la gente. Al final estudié periodismo en la escuela de Ciencias de la Comunicación de la UAGro.
Claro, luego de haber pasado por Filosofía un año, Economía 6 meses, Derecho 8 meses y Ciencias Químicas, Ingeniería, Arquitectura y nada. Ninguna me llamó la atención.
Todo empezó cuando en el Reportero de Andrés Campuzano me juntaba con varios periodistas y con Leoncio Domínguez Covarrubias. Nunca supe cómo ni con quién llegué, pero supongo que el trago, me llevó. Eran noches y días enteros de platicar, comentar y beber.
Luego supe de un curso de lectura y redacción que daba la maestra cubana Neysi Palmero en la sección del SNRP. Conociendo mis limitaciones, acudí a varios cursos con el Ágora Fohnapas, con un italiano de nombre Scopinichi. Y así fui a varios con otros autores. Luego me invitaron a un curso de Comunicación Social, que promovió el equipo del gobernador José Francisco Ruiz Massieu.
Claro desde que llegué a Chilpancingo y me integré al Partido Comunista, fui voceador del periódico Oposición, órgano de difusión ideológica del PCM. Luego me hicieron responsable de su distribución en el estado y de mandar datos a la redacción en México, D. F. Quizá por ello, fui Secretario de Prensa y Propaganda del Sindicato de Trabajadores Académicos de la UAGro (STAUAG), unos años después.
Andrés me permitió en las primeras borracheras escribir un comentario sobre la UAGgro. Inicié, pero no me di cuenta, y también lo hice en Pueblo con Gustavo Salazar. Y me dijeron que sólo debía hacerlo en el Reportero y así fue. No recuerdo a quien toqué que desde ese momento, me leyeron la cartilla, sobre que había intocables. Zas, cosas del poder. Ahí empecé a conocer cómo masca la iguana en los medios informativos de Guerrero.
Me mandaron a la nota roja con Miguel Cervantes Gómez, (a) El Harry, y recibía mi primer salario como reportero. Llegué al Ministerio Público y cuando leía en las averiguaciones previas QRR y QRA, suponía que ya conocían a los involucrados, pero no me querían decir. QRR es quien resulte responsable y QRA, es quien resulte agraviado. Así llegué de ignorante. Hoy, estoy cumpliendo más de 30 años de aquella fecha. Inicié a trabajar en el periodismo en la nota roja.
He visto cosas que nunca imaginé. Vi cuando el ejército, el gobierno federal, estatal y municipal se sentaba con los narcos y con los empresarios guerrerenses que lavaban la ropa tendida. Cuando la plaza la controlaban gente como Joaquín Guzmán Loera y sus ayudantes en el estado.
De algunas cosas poco se puede hablar. Porque en el periodismo, están los que ven y comentan, pero hay cosas que no se pueden escribir. Al menos en el nivel que estuve. Los héroes, están muertos.
Hoy, que he llegado al nivel casi del retiro, me encuentro pleno y escribiré hasta que me quede tinta en la mente.
El periodismo es una profesión como todas, donde se cobran honorarios, por servicios. Los medios, son propiedad privada y negocio de los dueños y editores. Uno escribe lo que le permiten. Las notas informativas, son pasadas por un lector y determina qué pasa y qué no. Hay quienes creen que con el periodismo van a hacer la revolución. Ya mero.
Hay conciencia, ética y servicio social. Pero como reportero, sólo hay que consignar hechos, y si hay fuente, mejor. Uno reporta y quién decide si se publica, es el editor o dueño del medio, de acuerdo a sus convenios o intereses particulares y financieros. No hay truco.
Claro, cuando uno opina, entra a otro nivel.
Hace 4 años, por instrucciones de Jorge Salgado Leyva me informó Federico Sariñana, locutor de Radio Capital, que estaba prohibido comentar, nada sobre la familia del funcionario. Comenté en radio UAG y a partir de esa fecha dejé de comentar en Capital Radio, dejando atrás 12 años de comentar los miércoles, cuando en aquellos tiempos me invitó mi amiga Lilian Rivas Santillán.
Lo entendí y no hice tos. Me refugié en las redes sociales. Me dolió, pero conocí en parte, los excesos del poder.
Ya antes, desde la llegada de Carlos Zeferino Torreblanca Galindo, me impidieron reportear en Casa Guerrero. Gajes del oficio.
Hoy, en otras condiciones, ya me invitan a las conferencias del poder.
Confieso que he vivido y no me arrepiento de nada. Conozco las mieles y la forma en que el poder seduce y conozco la hiel y el daño que provoca a la mente y al bolsillo, estar fuera de las redes del poder.
Hoy, con libertad y con la fuerza que me permite mi experiencia, conocimiento, capacidad, y las redes sociales que no tienen dueño ni tienen poder los políticos, para callar a nadie, he escogido mi trinchera. Hay quien supone que porque no escribo en un medio, no tengo la fuerza necesaria para que mi voz sea escuchada. Varios medios y revistas con mi permiso toman mis temas y los publican. A todos gracias, pero subido a la red, ya deja de ser mío.
Les respondo a mis detractores, que los lectores de las redes, me hacen más poderoso, que cualquier periódico que se publica en Guerrero.
En efecto, sólo he sido testigo de un tramo de la historia, que me ha tocado vivir. Y algunas cosas las he narrado y otras las he cronicado. No me engaño ni me creo nada. Soy un humilde periodista.
Quizá algún día, pueda escribir de muchas cosas, como la que escribí cuando aquella historia personal ocurrida en el Faraón, un 15 de septiembre del 2013.
Gracias vida, gracias Dios. Y no es despedida, porque eso no lo decido yo. Gracias mil.
Prosperidad y felicidad a todos en este 2016.

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