’ Ya no son dos, sino una sola carne ’


No es bueno estar solo...

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’ Ya no son dos, sino una sola carne ’
Religión
Octubre 02, 2021 21:34 hrs.
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La Palabra de Dios

Domingo 03 octubre 2021

Primera Lectura
Gn 2, 18-24
En aquel día, dijo el Señor Dios: ’No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle a alguien como él, para que lo ayude’. Entonces el Señor Dios formó de la tierra todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y los llevó ante Adán para que les pusiera nombre y así todo ser viviente tuviera el nombre puesto por Adán.

Así, pues, Adán les puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no hubo ningún ser semejante a Adán para ayudarlo.

Entonces el Señor Dios hizo caer al hombre en un profundo sueño, y mientras dormía, le sacó una costilla y cerró la carne sobre el lugar vacío. Y de la costilla que le había sacado al hombre, Dios formó una mujer. Se la llevó al hombre y éste exclamó:

’Ésta sí es hueso de mis huesos
y carne de mi carne.
Ésta será llamada mujer,
porque ha sido formada del hombre’.

Por eso el hombre abandonará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola cosa.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 127, 1-2. 3. 4-5. 6
R. (cf. 5) Dichoso el que teme al Señor.
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos:
comerá del fruto de su trabajo,
será dichoso, le irá bien. R.
R. Dichoso el que teme al Señor.
Su mujer, como vid fecunda,
en medio de su casa;
sus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R.
R. Dichoso el que teme al Señor.
Esta es la bendición del hombre que teme al Señor:
’Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida’. R.
R. Dichoso el que teme al Señor.
Que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel! R.
R. Dichoso el que teme al Señor.

Segunda Lectura
Heb 2, 8-11
Hermanos: Es verdad que ahora todavía no vemos el universo entero sometido al hombre; pero sí vemos ya al que por un momento Dios hizo inferior a los ángeles, a Jesús, que por haber sufrido la muerte, está coronado de gloria y honor. Así, por la gracia de Dios, la muerte que él sufrió redunda en bien de todos.

En efecto, el creador y Señor de todas las cosas quiere que todos sus hijos tengan parte en su gloria. Por eso convenía que Dios consumara en la perfección, mediante el sufrimiento, a Jesucristo, autor y guía de nuestra salvación.

El santificador y los santificados tienen la misma condición humana. Por eso no se avergüenza de llamar hermanos a los hombres.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Aclamación antes del Evangelio
1 Jn 4, 12
R. Aleluya, aleluya.
Si nos amamos los unos a los otros,
Dios permanece en nosotros
y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
R. Aleluya.

Mc 10, 2-12

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: ’¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?’

Él les respondió: ’¿Qué les prescribió Moisés?’ Ellos contestaron: ’Moisés nos permitió el divorcio mediante la entrega de un acta de divorcio a la esposa’. Jesús les dijo: ’Moisés prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos una sola cosa. De modo que ya no son dos, sino una sola cosa. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre’.

Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre el asunto. Jesús les dijo: ’Si uno se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio’.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Introducción
En una cultura en la que el amor se considera como algo espontáneo, un mero sentimiento; en una sociedad que tiene como postulado su caducidad y la fidelidad parece algo obsoleto y casi imposible de lograr y el divorcio es una realidad generalizada, la liturgia nos presenta el mensaje de Jesús sobre el amor conyugal, único, fiel e indisoluble. El evangelio de este domingo recuerda y refrenda, frente a la ley mosaica vigente en tiempos de Jesús, el proyecto originario de Dios en la creación del hombre y la mujer, como nos lo relata Gen 2.

Hoy se han acallado las controversias y enfrentamiento públicos -el debate en las Cortes españolas duró 17 meses- entre quienes defendían el divorcio como un derecho radical de la persona hasta quienes querían imponer la disciplina y verdad católica a toda la sociedad. Desde la experiencia de estos años y el abundante Magisterio de la Iglesia, tal vez sea el momento de hacer una reflexión social y pastoral más serena.
Fray Jesús María Galdeano Aramendía O.P.
Convento San Valentín de Berri Ochoa (Villava)

Enrique Martínez de la Lama-Noriega

NO ES BUENO ESTAR SOLO...

Por todo el ámbito asola,
de tan triste, de tan sola,
todo lo que va tocando.
Así es mi voz cuando digo
de tan solo, de tan triste
mi lamento, que persiste
bajo el cielo y sobre el trigo.
¿Qué es eso que va volando?
sólo soledad sonando.
Ángel González

§ El 16% de vecinos del área metropolitana de una de nuestras grandes capitales sufrió "soledad relacional" en 2020. El 11,5% de los 5.000 encuestados no suele hablar con nadie: ni con vecinos, ni familiares, ni amigos. Ni el teléfono, ni las videollamada ni el contacto esporádico con los vecinos resultan suficientes para cubrir las necesidades relacionales que permiten los contactos presenciales. Quienes más sufren de esta soledad son las mujeres mayores de 75 años que viven en ciudades del extrarradio, pero también el 18% de entre 44 y 65 años. Las depresiones, los suicidios, y el empeoramiento cognitivo, son algunas de las secuelas de este drama.



Según un estudio de la Fundación ’la Caixa’ (noviembre de 2020), una de cada cuatro personas adultas en nuestro país se siente sola o se encuentra en riesgo de aislamiento social. Y el Instituto Nacional de Estadísticas (2017), nos revela que el 10,2 % de la población española (46,07 millones), vive sola. El 25,4 % del total de hogares. Dentro de quince años, en 2033, en España habrá casi 20,3 millones de hogares y casi tres de cada diez, estarán habitados por una sola persona. No serán muy diferentes los datos en otros países.

§ Los españoles tienden a sentirse más solos principalmente «por la noche, los fines de semana y en las situaciones de problemas personales o enfermedades». Sí, estaremos llenos de aparatitos para estar conectados con todo el mundo, pero al final, no pocos se tienen que comer su ansiedad con pipas y palomitas, antes de llamar a nadie, que "bastante tendrá con lo suyo". Pero no se trata solo de esas personas mayores que van al médico o a misa sólo por hablar con alguien. No sólo esos desempleados que ven pasar el año sin más citas que la del Inem. También gente con pareja, con trabajos de éxito, que gastan lo que sea en comprar sucedáneos de compañía. Sin embargo la verdadera compañía, la que llena el corazón ni se compra, ni se vende, ni se busca en Google, ni se soluciona con las redes sociales. Sólo se encuentra. Pero no todos, y no siempre lo consiguen. Todos ansiamos sentirnos únicos y especiales para alguien. Vivos. De manera presencial, real.

§ «No es bueno que el hombre esté solo», nos ha dicho el Libro del Génesis.

’Hay muchos tipos de soledad: está la «soledad social», en que la persona no tiene a nadie; la «emocional», en que nos sentimos rechazados y echamos de menos, y un tercer tipo de soledad de la que a menudo no se habla es la «soledad existencial». Es decir, la sensación de no poder conectar con los demás, de sentir que nos falta propósito, y eso está muy ligado al sentido de la vida’. (Javier Yanguas)

Hay quienes sufren la soledad de ir perdiendo -por el inevitable paso del tiempo, o por tenerse que trasladar fuera de donde siempre vivieron, o por otros motivos-, a casi todas sus amistades, y a su propia pareja. Y eso «no es bueno». Otros viven aislados por problemas de salud, por pérdida de poder adquisitivo, por haber tenido que dejar su patria, porque se rompió su familia... Y esto tampoco «es bueno». Y otros se encuentran «solos» porque no se ven capaces, o no se dan permiso para compartir su mundo interior, sus deseos, sus sueños, sus preocupaciones, sus miedos... ni con sus «amigos» (entre comillas), ni con su familia, ni con su pareja... Es por no preocuparles, es porque no me van a entender, es porque van a pensar mal de mí, es porque... «ya saldré yo solo adelante como sea»... La pandemia del coronavirus no ha hecho sino ampliar y multiplicar la soledad de muchos.

Ninguna de estas cosas son buenas. La Biblia nos lo ha dicho: «Adán no encontraba ninguno como él que le ayudase». Ni animales ni cosas: Sólo otro u otra como yo, es decir, otra persona con la que interaccionar, compartir, crear proyectos, compartir, crecer, madurar juntos... me puede ayudar. A veces nos hemos creído que ser independientes, ser autosuficientes, estar solos... nos hacía más libres, o más fuertes. Pero es un gran engaño. Hemos sido creados para el otro, para el encuentro, para la entrega mutua, para la comunión. Incluso el mismo Jesús, antes de empezar con su tarea misionera quiso buscarse un «grupo» de compañeros. Y por su parte, San Pablo entendió que la primera consecuencia del mensaje pascual y del amor de Jesucristo... era vivir la fe en comunidad, con otros.

Este «signo de los tiempos» me hace sentir una llamada urgente a que todos los creyentes (aunque no sólo, claro) salgamos de nuestras «soledades» y busquemos caminos para tender puentes, para interesarnos mucho más por los otros, para acercarnos, para propiciar encuentros, para reducir soledades, para profundizar y cuidar nuestras relaciones...

§ Otro de los temas importantes en las lecturas de este día es el Matrimonio. No pretendo ni de lejos entrar aquí en un tema tan complejo, con tantas susceptibilidades y sensibilidades y matices necesarios. Habría que explicar el vocabulario empleado en el texto, las circunstancias sociales de aquella época y la mentalidad judía y romana que están detrás de las palabras del Evangelio... y que posibilitan muy diferentes interpretaciones. Y habría que tener muy presentes las perspectivas y criterios de la «Amoris Laetitia» del Papa Francisco.

No es una homilía el lugar para abordar todo esto. Pero voy a dar unas sencillas «puntadas» que nos puedan ayudar:

• En tiempos de Jesús era pacíficamente admitida una Ley de divorcio, recogida en la Ley de Moisés. Aunque había distintas interpretaciones sobre los motivos que podían llevar al «varón» a «despachar» de casa a su mujer. O sea: había divorcio, y además se entendía el matrimonio como un asunto «desigual» entre el hombre y la mujer, a favor del varón, claro.

Jesús hace dos afirmaciones relevantes. La primera de todas es que no es voluntad de Dios que el hombre esté por encima de la mujer, porque fueron creados iguales para formar juntos una nueva realidad, «una sola carne», con la expresión bíblica. De modo que los dos juntos, entregándose, amándose, uniéndose y siendo fecundos... son la imagen de Dios.

En segundo lugar: la Ley de Moisés había buscado un «cauce» legal para los casos en que el matrimonio no funcionaba, por culpa de la «estrechez de corazón», la terquedad de los hombres. Esa Ley mosaica intentaba defender a la mujer, concediendo al varón el «derecho» a dejarla «libre» de su matrimonio, sin que se la pudiera acusar de adulterio. De ahí se pasó a una mentalidad divorcista donde el varón podía hacer casi lo que le diera la gana con ellas. Pues bien: Jesús no entra al trapo de las discusiones rabínicas sobre los motivos para poder romper el vínculo matrimonial, ni tampoco descalifica directamente la Ley de Moisés, como esperaban los fariseos. Sino que se remonta y «recuerda» cuál era el proyecto primero de Dios: El amor para siempre.

El proyecto de Jesús, eso que llamamos «Reino» es un ideal, una aspiración profunda del ser humano, y nos llama a aspirar a los «máximos», nos propone decisiones radicales. Podríamos recordar otras, como por ejemplo la invitación a sus discípulos a «dejarlo todo» para seguirle. Y todo es todo. O cuando pide perdonar setenta veces siete. O ponerle al cuello una piedra de molino al que escandalice y tirarlo al mar, o cortarse la mano... Así subraya lo importante, lo esencial. Dicho de otra manera: No puede ser que el punto de partida de una relación matrimonial sean los intereses egoístas de una de las partes (o de las dos). Y también que el amor para toda la vida es posible para aquellos que no son «estrechos de corazón». Podemos encontrar bellísimos testimonios de personas que son felices juntas después de vivir juntos años y años, la vida entera, a pesar de las dificultades que encontraron. Es posible y deseable.

Este ideal no está lejos de lo que la inmensa mayoría de las parejas siente y busca en una relación de pareja. Al margen de religiones y creencias, y al margen del modo de «casarse», todos añoran un amor para siempre. Aunque nuestra cultura de hoy (como en tiempos de Jesús) desprecie la fidelidad, el esfuerzo, el compromiso a largo plazo, y nos repita que el amor se acaba.

Yo creo, como San Pablo, que el amor no acaba nunca. Se acaban algunas relaciones mal asentadas, mal cuidadas. Y se dan situaciones dolorosas, fragilidades, errores que no se pueden ni deben mantener a toda costa. Probablemente no hubo un auténtico y maduro amor (o amistad) desde el principio. Y a estas situaciones, la comunidad cristiana y la sociedad tienen que buscar soluciones. Las relaciones «tóxicas» no deben prolongarse.

Como decía Erich Fromm en un bellísimo libro, el amor es un «arte» que hay que aprender y mejorar cada día, que tiene sus técnicas y herramientas. No basta la atracción personal o sexual. Hay otros muchos elementos necesarios que conviene cuidar y cultivar. Las relaciones personales se fortalecen o se destruyen.... no de un día para otro, sino cada día, todos los días. Y a veces habrá que tener la humildad de pedir ayuda para sanar lo que está ya enfermo... pero todavía no ha muerto.

Termino con un pequeño cuento oriental:

— ¿Quién es?, preguntó la amada desde dentro.
— Soy yo, dijo el amante desde fuera
— Entonces márchate. En esta casa no cabemos tú yo
El rechazado amante se fue al desierto, donde estuvo meditando algunos meses, considerando las palabras de la amada. Por fin regresó y volvió a llamar a la puerta:
— ¿Quién es?
— Soy tú
Y la puerta inmediatamente se abrió

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf
Imagen de José María Morillo

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