Antros de perdición donde se cultiva lo peor

¡Acabemos con los lugares de mala nota!

¡Acabemos con los lugares de mala nota!
Política
Septiembre 25, 2014 20:42 hrs.
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Fernando Amerlinck › diarioalmomento.com

En el DF y en toda la República abundan los lugares de mala nota, antros de perdición donde se cultiva lo peor. En ellos se premia la más vil inmoralidad, y allí los asistentes desnudan sus más bajos instintos y encueran sus peores inclinaciones.
Son recintos cerrados donde no cualquiera puede entrar a menos que reúna características muy, pero muy particulares. Dicen algunos que el principal requisito para entrar a tales tugurios es carecer por completo de vergüenza y declarar en los hechos que se está dispuesto a las peores aberraciones.
Creo que exageran: no son todos los que están allí ni están todos los que son. Lo indudable es que esas entidades cuentan con la protección de las autoridades. Y como ejercen conforme a la ley, pueden abrir a toda hora del día o de la noche.
Sin embargo, aunque sean legales, esos locales se ubican a veces cerca de escuelas. Y los ciudadanos de bien que trabajan honestamente por sostener a su familia, sin privilegios de cercanía con el poder y sujetos a toda hora al acoso fiscal o al embate de la delincuencia, no quisieran cerca de sus domicilios instalaciones tan repletas de malvivientes.
Aunque esos antros sean ejemplo de mala conducta y propicien un uso completamente inmoral del dinero, siguen abiertos y sigue impune la conducta de sus miembros porque la ley los protege. Si no es posible cerrarlos, ¿por qué no establecer controles para que quien en ellos ejerce, no sea tan proclive a las más bajas pasiones humanas? ¿Se podrá controlar a esa gente, en vez de estar dejando que sean ellos quienes se divierten impunemente mientras se sienten dioses por simplemente estar allí adentro?
Mucha gente dice ¡ya basta! de que cotidianamente en esos centros diurnos y nocturnos se ataque despóticamente toda norma de decencia y se malutilice el dinero ajeno en pervertir a la gente e imponerle lo que no quiere. Esos tipos trabajan para ellos mismos y además ¡se sostienen con nuestros impuestos y bajo el cobijo de la ley!
No se vale que el peor de esos tugurios —me refiero obviamente a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal— se imponga como atalaya moral contra los que no estamos allí ni somos representados por ella. No es admisible que cuerpos de ese jaez enderecen su irrestricto poder contra la gente productiva y trabajadora, quieran controlar su conducta, y pretendan normar hasta la vida privada de quienes no somos ellos.
Por un lado el PRD convirtió el aborto en derecho legal gratuito a cargo de nuestros impuestos (ante eso, matar un árbol conlleva gravísimas penas corporales). Y ahora, desde el Verde pretenden cerrar los lugares donde alguien se desvista y disfrute de espectáculos eróticos. Jesús Sesma se llama ese nuevo guardián de la moral y enemigo de la libertad ajena.
Libertad individual: el ideal de los liberales del siglo XIX y de todo siglo. A ninguna persona podrá impedirse que se dedique a la profesión, industria, comercio o trabajo que le acomode, siendo lícitos, dice desde 1857 el art. 5º de la Constitución. Que yo sepa, no es ilícito divertirse, como tampoco tatuarse o vestirse de amarillo, o desvestirse ante adultos libres que para eso pagan su propio dinero.
No cuadra la libertad ajena a los legisladores y demás grupos de notables que necesitan engrandecer su ego a base de agobiar al ciudadano y controlar su conducta. Luego de arrebatarnos cada vez más del fruto de nuestro trabajo, necesitan conculcar nuestra libertad si no se acomoda a sus muy personales normas y corrección política. ¡Y nos cobran por ese servicio!
¿Se vale soñar? La Constitución dice que los legisladores son nuestros sirvientes y representantes. (En serio, eso tendrían que ser.) Y para seguir soñando: si en verdad queremos elevar el nivel de la moral pública, sería magnífico cerrar esas cuevas de malvivientes, esas legislaturas llenas de tipos con neurosis por controlar la conducta ajena.

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