Poeta

Almita Molina La Antimapache

Almita Molina La Antimapache
Periodismo
Noviembre 14, 2021 18:18 hrs.
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Roberto López Moreno › tabloiderevista.com

De Almita Molina algunos dicen (prácticamente nadie da razón) que nació en una zona característica del estado de Chiapas conocida como El Zapotal. Aunque su nombre y apellidos pertenecen ya a tradiciones mestizas dentro de esta interrogante es muy probable que en la zona y en las condiciones de su nacimiento se encuentren raíces netamente indígenas. Nada se sabe de ella, más que estos versos que rodaron, casi clandestinamente en las zonas que unen a los estados de Tabasco y Chiapas. Por la región en que se encontraron las hojas apenas legibles, escritas a mano, se cree que participó con los grupos zapatistas que comandaba el general Rafael Cal y Mayor, quien por ser zapatista en una zona en la que triunfó la contrarrevolución con el nombre de ’mapachismo’ ha sido objeto de burlas más que de reconocimiento. A esto se suma que por las condiciones contrarrevolucionarias de la región, el enviado por Zapata a encender en Chiapas la lucha revolucionaria, hubiera perdido el mayor número de batallas y no se reconozca que aun siendo miembro de una familia de distinguidos hacendados haya empezado su lucha repartiendo su propia hacienda. De Almita Molina se desconoce el momento de su muerte por las mismas razones, jamás estará en la historia de la literatura de Chiapas, eso es seguro. Por ello, aunque no poseemos más que los dos pequeños poemas que aquí reproducimos, consideramos que constituyen una gran aportación, deuda que debemos a los archivos del maestro Alberto C. Culebro.
DORMIDA EN LARGA PAZ
Duérmete en larga paz mi niña verde
que el tiempo del mapache te protege.
No puedes dormir en paz mi niña verde
pues el tiempo del mapache muerde muerde
No no se puede.
Almita Molina.
ESO QUISIERAN
Me reducen
me reducen
me reducen
me reducen
me han reducido
me han reducido
me han reducido
hasta dejarme sin bandera
me arrebataron mi bandera
pero eso no es cierto
me reducen
me reducen
me reducen
me han reducido
y me han vuelto a poner en las manos mi bandera
el guaqueque, el tucán,
el jaguar negro,
los calzones rojos
que levanto en el centro de esta guerra
me reducen pero no es cierto
eso quisieran
la guacamaya roja es mi lumbre
es mi bandera.
Almita Molina.



A LA MITAD DEL HIPO
Roberto López Moreno
’Yo no lo sed desierto’, mi amigo, el poeta Varela
jugó con las palabras en tal forma.
Pero más allá del juego se levanta la historia verdadera,
la del osado
que golpeara mi tierra con tres golpes de rama.
Tres golpes de sus ramas
fueron suficientes para herir la tierra,
para herirla de muerte mortal
con bocas profundas, masticando su vacío oscuro,
delirante,
¿Cuántos millones recibieron los críticos inmorales del mundo
para permitir que canonizáramos a las putas?
Tres nombres y una misma serpiente
se enroscó en el sur de esta tragedia
mientras el alcohólico brutal vomitaba en su informe de gobierno:
’y a mis enemigos sólo puedo decirles que chinguen a su madre’,
lapidaria descarga contra el rostro de aquel día.
Yo sí lo sed desierto, más pregunto:
¿Cuánto cuesta el coito de los amorosos?
¿el subirlo al resorte de las letras?
¿una veintena de cabezas acaso, clavadas
en el trayecto a la hacienda Golonchán?
¿Veinte cabezas de indios despojados
meciéndose macabramente
en las estacas solitarias del camino?
Y la desmemoria de mi pueblo, que todo lo perdona,
y los ayes bajo el polvo,
y su nobleza de siempre invitando al crimen en su contra.
’A la chingada las lágrimas’ y me puse a matar con el olvido.
Pero tres golpes de rama se hicieron en la tierra,
se asieron en el aire, disecaron la semilla,
y la daga en el alma y el quetzal moribundo.
Ya no recuerdo, ¿hubo una vez aquí la risa?
¿el agua de algún río sin sangre, acaso?
¿algún destino prometido antes del ahora abismo?
El Sabinal era un río fresco
que cruzaba el corazón de una ciudad frutal.
Y luego, El Sabinal… una corriente turbia,
como un mal signo que arrastrara su metáfora perversa.
Agua podrida. Ruega por mí.
Agua ultrajada. Ruega por ellos.
Agua de sombras. Ruega por todos.
¿Un verso de alcohol clasemediero vale el hambre?
¿De qué calidad tendrá que ser el verso
para justificar la burla y el despojo?
Ahora soy el eco de una herida colectiva,
agua estoy de pie, difícil equilibrio,
yo no pedí que se robaran a mi tierra,
por eso exijo que me la devuelvan,
que la dejen por lo menos como estaba,
muerta de hambre pero respirando.
Hay un jaguar herido en el camino,
herido de muerte, de muerte viva.
Hay un jaguar herido en el camino
que nos camina el cuerpo disecado.
Con tres golpes de rama nos hirieron el tiempo,
Yo sí lo sed,
en esto es que latimos, en esto es que aún estamos,
este es el tiempo que no alcanzaron a llevarse viles
y este es el tiempo en el que respiramos llagas.
Gracias damos las sombras, por lo que nos dejaron…
No más…
Ah, de Chiapas es que estaba hablando.


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