Opinión

Ante la rebelión, el estadista regresó al campo de batalla

Ante la rebelión, el estadista regresó al campo de batalla
Periodismo
Noviembre 27, 2020 20:38 hrs.
Periodismo ›
Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com

El país continuaba inmerso en la reyerta inútil, la cuota de sangre aun no era suficiente para la curia. Siete meses atrás, cuando estaba listo concluirla, la mano de un fanático católico portando un arma bendecida por un clérigo, asesinó al presidente electo Álvaro Obregón Salido. Eso no impidió que continuara la cuarta etapa de la construcción del Estado Mexicano Moderno, misma que estaba ya en el proceso de erección del edificio que lo albergaria. Eso era responsabilidad del estadista Plutarco Elías Calles Campuzano quien desde diciembre del año anterior había transferido la presidencia a Emilio Portes Gil. Eran los albores de marzo de 1929 y de aquí parte la historia que les narraremos.
Si bien en los cuatro años anteriores fueron creadas instituciones nuevas en áreas diversas, aún faltaba darle forma a lo concerniente en materia política. A lo largo del país existían un sinfín de partidos o agrupaciones políticas que se movían en forma aislada y sin terminar de actuar en un solo sentido en bien del proyecto de nación que estaba en construcción. Ante ello, se decidió convocarlas para que juntas crearan un solo organismo al amparo del cual operaran las fuerzas progresistas y revolucionarias. Pocas veces se hace mención que aquello no era un proyecto centralista, partía de la premisa de reconocer los liderazgos regionales y locales, unir sus fortalezas y en esa forma aglutinarlas para moverse hacia un solo objetivo que permitiera a la nación crecer y desarrollarse. Bajo ese principio nació el Partido Nacional Revolucionario (PNR), al frente del cual quedó el coahuilense más ilustre del México post revolucionario, Manuel Pérez Treviño. Apenas se secaba la tinta con que firmaron los estatutos de ese instituto político, cuando algunos generales quienes sentían haber sido marginados, decidieron declararle la guerra al gobierno mexicano. Ellos creían que la Patria tenía deudas con ellos y el grupo gobernante impedía que se les entregara lo que, según ellos, merecían por los servicios prestados. Para ellos, la única recompensa era que les adjudicara la nación. Ante aquello, el 3 de marzo de 1929, un día antes de que oficialmente naciera el PNR, esos militares insatisfechos, se levantaron en armas en contra del gobierno.
En el estado de Veracruz, la asonada era encabezada por José María Aguirre, mientras que, en Sonora, lo hacían Francisco R. Manzo, Roberto Cruz, Fausto Topete y varios más. Ambos argüían que su levantamiento era provocado por la imposición de Pascual Ortiz Rubio como candidato presidencial, cuando, según ellos quien debería de serlo era quien desempeñara el cargo de secretario de gobernación, Gilberto Valenzuela Galindo. Si bien nadie en su sano juicio puede alegar que la selección de Ortiz Rubio haya sido un dechado de pulcritud, lo que Valenzuela y sus partidarios clamaban era que se hiciera exactamente lo mismo, pero a favor de este último. Para que una revuelta tenga luces de legalidad, nada como lanzar una proclama y la rebelión fue acompañada con el llamado Plan de Hermosillo, elaborado por Valenzuela, pero firmado por los generales que lo seguían. El documento apareció publicado el 3 de marzo de 1929 y para que se vea que nada nuevo hay bajo el sol, entre otras cosas indicaba como razón para su movimiento que ’pasiones bastardas, ambiciones desenfrenadas, imposturas delictuosas y cínicas, concupiscencias criminales y actuaciones sistemáticas de farsa y de comedia, han hecho del Gobierno y de las Instituciones una escuela de mercantilismo y de corrupción y de bajezas, ahí se ha dado cita con los que mancha, deturpe o envenena. Pasiones bastardas, ambiciones desenfrenadas, imposturas delictuosas y cínicas, concupiscencias criminales y actuaciones sistemáticas de farsa y de comedia, han hecho del Gobierno y de las Instituciones una escuela de mercantilismo y de corrupción y de bajezas, ahí se ha dado cita con los que mancha, deturpe o envenena. El majestuoso recinto de los Poderes Públicos se ha convertido en mercado vulgar en donde se cotiza todo, desde la moral y la ley escrita, hasta el honor y la dignidad del ciudadano y el sentir, el pesar y el querer del pueblo. El alma máter de esta corrupción, de esta fuente de vicio que se desborda, de esa sed insaciable de poder y de riqueza, el gran maestro de la mistificación y de la farsa, el administrador supremo de este mercado maldito de los valores morales, el diabólico inspirador de persecuciones inhumanas y salvajes, el inventor de instrucciones cavernarias de la delincuencia y de crímenes: Plutarco Elías Calles, el judío de la Revolución Mexicana, pretende hoy continuar a toda costa en el solio de los Césares, quiere seguir imponiendo el capricho de su voluntad sobre la Ley…’ Asimismo, acusaban a Elías Calles de estar detrás del asesinato de Obregón. En pocas palabras, los inmaculados que, como parte del grupo del que ahora se quejaban, habían rendido pleitesía al presidente en su momento y después le encontraban todos los defectos, olvidaban cuanto se habían beneficiado de ello y, además, les asomaba el faldón de la sotana. Acto seguido, demandaban la renuncia de Portes Gil y de todos aquellos miembros de los otros poderes quienes no aceptaran adherirse a su causa que según ellos era puramente democrática. Nombraban jefe de su movimiento al general José Gonzalo Escobar y en esa forma nace la llamada rebelión escobarista.
Dado lo anterior, el presidente Portes Gil expuso los motivos que tenían los rebeldes. Roberto Cruz lo hacia por no estar de acuerdo en que lo relevaran como comandante de una de las zonas del país. Respecto a Francisco R. Manzo, en varias ocasiones, se le explicaron los motivos en la rotación de mandos, al tiempo que se le indicaba que los militares no deberían de enfrascarse en las luchas políticas, pero desoyó todo llamado a la prudencia. Jesús María Aguirre, en innumerables ocasiones expresó su lealtad al grupo en el poder, algo que de pronto olvidaba. Fausto Topete, de plano, enseño la oreja de lo que buscaban cuando, acompañado de todos los miembros del Legislativo de Sonora, fue a Nogales a recibir a Gilberto Valenzuela. Para ese momento Aguirre ya tenía en posesión a Veracruz, en Sonora una de las tres líneas principales del ferrocarril que iba a los EUA estaba ya en manos de los rebeldes que amenazaban con tomar el Istmo de Tehuantepec. Igualmente había rebeldes en Sinaloa, Jalisco, Zacatecas, Chihuahua, Durango, Coahuila y varios más. Ya no quedaba otra opción sino responder con la fuerza y determinar quién encabezaría la milicia gubernamental.
Portes Gil encontró un problema, el encargado de las fuerzas gubernamentales, el general Joaquín Amaro Domínguez, el hombre que transformó y modernizó el Ejercito Mexicano y a quien hoy tienen olvidado, había sufrido la perdida de un ojo mientras jugaba un partido de polo. Así, no podía ir a poner en orden a los sublevados. Ante ello, no había otra opción sino solicitar al estadista, Plutarco Elías Calles Campuzano que volviera a portar la ropa de combate. El estadista era consciente de que el proyecto de nación estaba en juego y no vaciló en ir de nuevo al campo de batalla. Nada de que se le ensuciaría el calzado o que un ’chiflón’ de aire le podía provocar un resfriado.
Los rebeldes anunciaban que Cruz, al mando de cinco mil hombres, se dirigía a Guadalajara; Enrique Gorostieta, el general en jefe de los cristeros, se dirigía a tomar Michoacán; en Naco, Sonora, 1200 miembros de la tropa se incorporaban a los sublevados; más de 600 indigenas mayos también iban a la rebelión. Pero como hacia falta jalar adeptos, el gobernador Fausto Topete Almada decidió suspender las leyes religiosas y permitir libremente el culto mediante la apertura de los templos. Ahora sí, ya no era nada mas el faldón, la sotana completa hacia su aparición. Con ese respaldo ’celestial’ y los 10 mil hombres que decían tener, los rebeldes aseguraban que en un santiamén se harían del triunfo.
Como resultado de la rebelión, se desataron las compras de pánico de víveres. Los turistas estadounidenses se encontraron varados en la capital de la republica dada la suspensión de los viajes por ferrocarril. Cuando llegó el momento de definir la postura del gobierno estadounidense, este no lo dudó. Apoyaría al gobierno establecido y prohibiría cualquier venta de armas y municiones a nadie que no fuera el gobierno federal mexicano. Ello no era simplemente por amor a nuestro país, lo que sucedía era que, en cuatro de los bastiones de los rebelados, Sonora, Veracruz, Chihuahua y Coahuila, existían un numero considerable de propiedades y negocios de estadounidenses. Pero esto no impidió que los rebeldes tuvieran algunas victorias iniciales, dado que la fuerza gubernamental aun no entraba en acción.
Así, el 5 de marzo, anunciaban que, ese día, José Gonzalo Escobar había tomado Monterrey. A la par, el general Miguel Molinar, desde Veracruz, reportaba que el Treceavo Regimiento se reincorporaba al ejercito federal, la plaza de Orizaba había sido recuperada. Mientras tanto, en Chapultepec se diseñaban los planes para ir por los rebeldes. Poco tiempo duró Escobar con el control de Monterrey, para el día siguiente ya andaba en Saltillo de donde los generales Juan Andreu Almazán y Saturnino Cedillo lo hicieron huir con rumbo a Laredo, Texas. Mientras tanto, Manzo clamaba tener controlado Sinaloa y en Ciudad Juárez los enfrentamientos continuaban. Para el día 7, ya se anunciaba que Aguirre había abandonado Veracruz y la plaza estaba en manos de las fuerzas gubernamentales.
Mientras eso sucedía en México, afuera del país, en New York, el general Mariano V. Montero anunciaba que Aguirre lo había nombrado representante de las fuerzas rebeldes en esa ciudad. Asimismo, lanzaba toda una serie de acusaciones hacia Elías Calles y apuntaba que 35 mil hombres respaldaban la rebelión, misma que aspiraba a establecer la democracia en México. Nunca mencionó de donde provenían los fondos que le permitían establecer las oficinas de la llamada representación en el Hotel Pensilvania, ni mucho menos quien aportaba el financiamiento para el movimiento. Eso sí, negó que la clerigalla tuviera nada que ver con ellos.
El día 8, se anunció que el estadista Elías Calles salía rumbo al norte al frente del ejercito federal. Mientras tanto, en Zacatecas, el general Lázaro Cárdenas del Río se encargaba de evitar que los rebeldes se apoderaran de las líneas ferroviarias que pasaban por Zacatecas y que iban rumbo a Durango y Torreón, ambas en manos de los rebeldes. A si, con toda seguridad, no se le atravesaría creciente de rio alguno, como aquella que años antes le impidió llegar a Tlaxcalantongo. Para el 9 de marzo, las tropas al frente de Elías Calles se apoderaron de Zacatecas cuando los rebeldes realizaron la graciosa huida. A la vez, se anunciaba que uno de los lugartenientes de Escobar, Irineo Villarreal (nada que ver con este escribidor) fue capturado y pasado por las armas. En Ciudad Juárez y Nogales, los insurrectos continuaban teniendo éxitos.
Para el 11 de marzo, Jesús María Aguirre ya andaba en la huida, mientras su tocayo de apellido, Simón de nombre, era capturado junto con trece hombres quienes serían sometidos a corte marcial y wjwcurados. A la vez mil hombres mas de las tropas del primer Aguirre, se entregaron. En igual forma en Cañitas, Zacatecas, tres oficiales y 144 miembros de las tropas de Francisco Ubalejo, quien logró escapar, se rindieron ante las fuerzas comandadas por Elías Calles a quien le esperaba un reto mayor en Torreón en donde Escobar, a quien se acusaba de haberse cargado 771 mil pesos de la sucursal del Banco de México en Monterrey, estaba con tropas formadas por alrededor de 10 mil personas. Pero escobar no fue el único que hurto fondos del Banco de México, en varias ciudades sus correligionarios lo imitaron y al final la institución perdió 1.8 millones de pesos a manos de quienes clamaban luchar por la democracia y la honradez. Las sucursales de Ciudad Juárez, Laredo y Piedras Negras evitaron ser victimas de la rapiña por haber trasladado sus fondos hacia los EUA.
Desde Baja California, el general Abelardo L. Rodríguez predecía una victoria gubernamental, mientras lograba fortalecer sus fuerzas con dos mil hombres. Por interpósita persona, las fuerzas de Jesús María Aguirre enviaban una carta de rendición al presidente Portes Gil quien se negó a aceptarla. Por su parte, Francisco R. Manzo, desde Sonora, continuaba confiado en que su causa triunfaría y envió refuerzos a Escobar en Torreón. Para entonces, Elías Calles reportaba que las fuerzas al mando de Cárdenas del Río hacían avances notables camino a la Región de La Laguna. Aquí cabe mencionar que un par de días antes, los rebeldes clamaban que Cárdenas había reconocido su movimiento como valido, lo cual era una falsedad.
La acción era en todos los sentidos, y el gobierno federal anunciaba haber confiscado propiedades de Roberto Cruz por valor de 300 mil pesos, mientras que a Topete y Manzo les requisaron un par de casas, al tiempo que Aguirre veía volar una de sus viviendas y muebles. Mientras tanto, en New York, el represéntate de los rebeldes en el exterior, Montero, anunciaba que todo eran victorias de su lado.
En contra de Escobar, Elías Calles diseñó una estrategia en tres frentes. Juan Andreu Almazán, avanzaba por las líneas de Hipólito y Saltillo; Saturnino Cedillo, por la vía de Parras de la Fuente, Coahuila, y Lázaro Cárdenas por Empalme de Cañitas, Zacatecas. A ello, se aunaron, el 16 de marzo, los ataques aéreos sobre las fuerzas escobaristas. A ello continuó la acción de cortar la comunicación de Escobar con el gobernador de Chihuahua, Marcelo Caraveo. El encargado de tal acción fue el general Roberto Fierro Villalobos quien voló para incendiar los puentes que iban hacia aquel rumbo. Todo estaba planeado para que el 19 se tomara Torreón, pero la noche del 18, Escobar y sus fuerzas emprendieron la huida. A la par ese día, en Veracruz, eran muertos los generales rebeldes, Miguel Alemán González y Lindoro Hernández. Por esos rumbos, se aprendió al general Jesús María Aguirre y tras, consejo de guerra, fue fusilado por el general Miguel M. Acosta Guajardo. Entre tanto, en Sonora, los generales Abelardo L. Rodríguez y José Agustín Olachea Avilés, se encargaban de recuperar la plaza para el gobierno federal. Las fuerzas al mando de Elías Calles comisionaron a Juan Andreu Almazán para que persiguiera a Escobar y, entre el 30 de marzo y el 3 de abril, combatieron en Jiménez, Chihuahua en donde lo derrotaron y al jefe del movimiento rebelde no le quedo sino huir hacia Sonora ya en manos federales por lo cual optó por cruzar a los EUA. Con ello, concluyó el intento de asonada, mientras quedaba exhibido que a estos redentores lo único que los movía era la ambición del poder y la riqueza, ejemplo de ello es lo que ya mencionamos líneas arriba de que se llevaron cerca de dos millones de pesos de las arcas del Banco de México.
De esta forma, el estadista Elías Calles Campuzano mostró que no iba a permitir a los oportunistas montarse en el reloj de la historia para sumarse a los retrógrados que engañaban a los incautos haciéndoles creer que con un ’detente’ habrían de parar la creación del Estado Mexicano Moderno. El estadista si fue al campo de batalla y, mientras el viento y el sol pegaban de frente, ensuciaba las botas, a la vez que poco se preocupaba si contraía o no enfermedad alguna. Después de ello, decidió que para evitar señalamientos de intervencionismo en el proceso electoral próximo realizaría un viaje al extranjero acerca del cual, en la colaboración próxima, les comentaremos lo que alrededor del mismo se suscitó. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (1) Ni al derecho, ni al revés, ninguna de las líneas tiene desperdicio. Nos referimos al discurso pronunciado, el 20 de noviembre, por el general secretario.
Añadido (2) De pronto, recuperaron la memoria y recordaron la grandeza del presidente Venustiano Carranza Garza quien fuera el responsable del diseño el Estado Mexicano Moderno y las instituciones que a su amparo se crearon.
Añadido (3) Ya le colocaron la zanahoria de la rebaja de los impuestos para que voten por ellos. ¿Agudizara la visión de los electores?

Ver nota completa...

Escríbe al autor

Escribe un comentario directo al autor

Suscríbete

Recibe en tu correo la información más relevante una vez al mes y las noticias más impactantes al momento.

Recibe solo las noticias más impactantes en el momento preciso.


Ante la rebelión, el estadista regresó al campo de batalla

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.