Postigo
José García Sánchez
El automovilista se convirtió en el esclavo del gobierno de la Ciudad de México. Por si eran o parecían pocos los medios a través de los cuales el gobierno de la entidad explota a los automovilistas, ahora, con el cambio de nombre al antiguo Distrito Federal, los gastos aumentarán para los dueños de los vehículos.
Miguel Ángel Mancera encontró en los automovilistas su mina de oro, una vez que a través delos vehículos automotores pudo hacer negocios personales redondos con los parquímetros, estacionamientos, cámaras que cobran multa, aparatos que expiden notificaciones, chalecos atibalas, uniformes de policías, etc. Todo alrededor de los gastos que debe tener el automovilista en la nueva ciudad de México, donde, aseguró el actual jefe de gobierno, el ciudadano tendrá más derechos. Pero más derechos que pagar porque así será la sanción contra el habitante del Valle de México.
Si bien el reemplacamiento no será obligatorio será una condición para cambiar de dueño, cambiar de aseguradora, reporte de robo, etc. Es decir, no habrá problema que el automóvil circule pero se verá condicionado a realizar trámites obligatorios.
Por ello, advirtió Mancera Espinosa, el cambio de nomenclatura también implicará el reemplacamiento de los automóviles, proceso que podría iniciar este mismo año. Con este tipo de negocios en puerta seguramente verá con menos ambición su posible postulación a la Presidencia de la República, porque una vez concretado todo el tinglado de cobros con la nueva nomenclatura, seguramente Miguel Ángel Mancera será más rico.
Mancera todavía desconoce si el cambio de placas tendrá un costo para la población, Pero todos sabemos que basta y sobra con llegar a una de las oficinas de gobierno de la Ciudad de México para que se le exija al ciudadano una propina hasta por pedir informes. Si cobran o no es lo de menos, de todas maneras el ciudadano tendrá que desembolsar dinero para adquirir su placa.
Ceder los espacios públicos y las acciones públicas a particulares, que no son otra cosa que la venta de parte del e gobierno capitalino espacios que le corresponden a la población a particulares y la delegación de responsabilidades como la que concesionó Miguel Ángel Mancera a la empresa Autotraffic, cuya designación es un proceso oscuro, pero, por si fuera poco, se presta a que haya desvío de fondos al ser la instancia que levante y cobre multas de la población, supuestamente para evitar la corrupción.
Se evita la corrupción de los policías per ose fortalece la que ocurre en las grandes compras del gobierno, y toda su cúpula.
No nos sorprendería que Miguel Ángel Mancera también realizara la venta de las responsabilidades propias del Ejército mexicano si llegara a la Presidencia de la República como pretende.
Primero se dedicó a criminalizar la protesta social en las calles de la ciudad y una vez que canceló este derecho a los capitalinos empezó a realizar medidas que afectan la economía de los pobladores de la Ciudad de México, de tal manera que tuviera vetado protestar ante tantos excesos en manos de sus amigos los cobradores de multas y expropiadores de espacios públicos.
El cambio de nombre de Distrito Federal a Ciudad de México, no representa para Mancera un avance en los derechos de los ciudadanos sino un negocio redondo donde podrá seguir haciendo dinero, aunque esto le impida ascender en su carrera política, porque después de estos abusos no será fácil que algún partido político quiera aceptarlo como su candidato, a sabiendas de que perderá.
