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Avenida Juárez, noticias de su pasado

Avenida Juárez, noticias de su pasado
Biografías
Diciembre 06, 2016 23:42 hrs.
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José Antonio Aspiros Villagómez › diarioalmomento.com

Ahora que las librerías Gandhi publicaron su revista mensual Lee+, de diciembre, dedicada a ’la noche’, con una entrevista al escritor y periodista José Luis Martínez, han aflorado muchos recuerdos de este tecleador sobre una importante avenida de la Ciudad de México, porque los lugares que aquel menciona, son los mismos y las circunstancias muy parecidas.
La extensa charla de Martínez con Jorge Vázquez Álvarez para Lee+, a propósito de su libro ‘El día que cambió la noche’, hace inevitable recordar con él aquella avenida Juárez anterior al sismo del 19 de septiembre de 1985. Todo cambió después: no sólo el paisaje, ahora muy moderno y con escasas reminiscencias, sino también la vida de los capitalinos asiduos a los antiguos atractivos de esa arteria, incluidos los baños de vapor del hotel Regis.
Además, con esa sacudida telúrica varió la percepción de los mexicanos sobre sus gobernantes, pues la sociedad se adelantó a ellos en el auxilio a los damnificados y el rescate de la gente atrapada aún con vida de entre los escombros. Es memorable la fotografía de un presidente Miguel de la Madrid parado frente a la destrucción que hubo en la avenida Juárez precisamente, más con la actitud de un espectador atónito, que la de un gobernante.
En los primeros meses de 1961, todos los días el tecleador -incipiente empelado bancario- recorría a pie esa avenida con una maleta en la que transportaba cien mil pesos en efectivo, desde el Banco Capitalizador de América (BCA), ubicado en el hotel Bamer (esquina de Juárez y Luis Moya), hasta otra sucursal bancaria en la calle Balderas, donde los depositaba.
Y a finales de la década siguiente comenzó a trabajar en la revista En Todamérica que también tenía sus oficinas en esa arteria, lo mismo que en la aún recordada por muchos, Radio Triunfadora (José María Marroqui, a media cuadra de Juárez), y como reportero de cultura acudía con frecuencia al Palacio de Bellas Artes cuando dirigía el INBA un homólogo del personaje entrevistado por Lee+.
Tiene razón quien se presenta como Troy en su blog, cuando escribe que Radio Triunfadora estaba en ’un edificio mmm como de cinco pisos de los años cincuenta y conforme subíamos vimos que ¡estaba vacío! solo al final escuchamos música’. Y no sólo estaba vacío: era un inmueble muy viejo -no de los 50-, con tal abandono que los pisos de madera tenían agujeros que era preciso esquivar para ir hasta donde estaba la emisora.
No pocas veces el de la tecla visitó como cliente, pero también como reportero, los centros nocturnos Capri y La Taberna del Greco (Juárez y Balderas). Aún le sorprende que le hayan permitido publicar en la revista Juventud Católica, de la ACJM, entrevistas con mujeres artistas, algunas de las cuales se presentaban en el Capri. Tal vez se debió a que fueron con figuras juveniles como Mayté Gaos o las Hermanitas Jiménez, y no con Tongolele, quien por ese tiempo se presentaba en el Capri con Miguelito Valdés, lo mismo que Carmen Salinas como imitadora.
Cuando tuvimos la oportunidad de dirigir esa publicación católica, buscamos temas de actualidad para los jóvenes de entonces, como las melenas, las minifaldas, el rocanrol, y hasta el cine de un país comunista como China, en tiempos que el comunismo era visto como el demonio.
Todos esos sitios de la avenida Juárez, y su notable ambiente, se acabaron con el terremoto, igual que las oficinas del Club Primera Plana que, sin ser socios aún, visitamos en el ya inexistente hotel Del Prado. Tenían muebles coloniales cortesía del entonces presidente Luis Echeverría, y estaban cerca del gran mural de la atiborrada tarde dominical en la alameda, de Diego Rivera, que hoy se exhibe en un museo dentro de la Plaza de la Solidaridad, esquina de Juárez y Balderas, saturada de puestos y vagabundos.
Pero José Luis Martínez va más lejos en sus recuerdos y habla con Lee+, por ejemplo, de sus noches en bar Manolo, que para el tecleador era el último sitio del recorrido que, para un grupito de colegas de El Heraldo de México, comenzaba en el bar Chapultepec de Bucareli, siempre que nos invitaba el inolvidable José Arturo Delgado, redactor en Telesistema Mexicano -hoy Televisa- cuando esa empresa comenzó a producir sus propios noticiarios. Antes, los tenían a su cargo los diarios Novedades y Excélsior, y en este último los elaboraba el colega y gran amigo Carlos Ravelo.
Imposible olvidar cuando reporteamos aquella marcha silenciosa de los médicos residentes e internos, quienes al pasar por Reforma y luego Juárez, algunos mentirosos a sueldo del gobierno los acusaban a gritos de que por estar en paro se había muerto su hijo, o les arrojaban objetos. O cuando, según la memoria el 9 de febrero de 1966, asistimos a la primera conmemoración de la Marcha de la Lealtad, a cargo de Gustavo Díaz Ordaz, con el mismo recorrido de Francisco I. Madero, quien al pasar por la avenida Juárez se refugió en el local de Fotografía Daguerre, debido a unos disparos en su contra.
Esta avenida, con su colosal Hemiciclo al Benemérito de las Américas a la mitad del costado sur de la Alameda Central, y sus antiguas romerías navideñas para retratar a los niños con Santa Claus o los Reyes Magos, y comprar antojitos, antifaces y castañas asadas, es uno de los lugares más importantes de la ciudad por tanta historia que se ha vivido allí, y que está contada en diversos libros, entre ellos precisamente el documentadísimo y de mucho valor histórico ‘Hotel Regis’, de Sergio Peralta Sandoval (Editorial Diana).
En la actualidad cierran al tránsito esa vialidad, para que la usen los bicicleteros, los manifestantes locales y fuereños, y los del orgullo no sé qué. En el pasado, cuando era de doble sentido la circulación, también se cerraba por concentraciones políticas y hasta para la vez en que, un cuate, manejó su coche con los ojos vendados hasta Bucareli. Un suceso insólito, como el del hombre mosca que trepó por la fachada de la catedral, o el alemán que el domingo pasado cruzó sobre una cuerda floja, colocada a 240 metros de altura, del edificio Torre Bancomer al Torre Reforma.
Faltaba decir que en la avenida Juárez hubo varios cines que ahora se recuerdan con nostalgia, y fueron refugio del tecleador cuando esperaba que la novia saliera de la escuela. El Palacio Postal estaba a unos pasos de esa arteria, y fue muy visitado para llevar correspondencia previamente timbrada en una máquina franqueadora que tenía el BCA, o en diciembre las tarjetas de Navidad -tarjetas de verdad, no dibujitos digitales como ahora-, de las que en la actualidad ni quien se acuerde.
Unas cuadras al norte de la avenida Juárez, sobre el eje central Lázaro Cárdenas, que entonces se llamaba San Juan de Letrán e iba cambiando de nombre por los rumbos del teatro Margo -después, Blanquita- y de Garibaldi, estaba la zona que, para ampliar el Paseo de la Reforma hasta Peralvillo, desapareció junto con su célebre teatro Tívoli, que poco antes de su demolición el tecleador alcanzó a conocer -un quinceañero en primera fila- cuando la estrella del espectáculo se presentaba como ‘Gema, la muñequita de cristal’.
Parece que siempre hubo una vedette llamada Gema, porque el nombre duró en las carteleras y los escenarios más décadas que las que estuvo en el ring Blue Demond, un luchador al que en la infancia vimos entusiasmados por televisión, y en la madurez conocimos en persona, él ya un anciano enmascarado, pero aún activo en su gimnasio.
Gracias a Lee+ y su entrevistado José Luis Martínez -periodista del diario Milenio-, fue posible compartir estos recuerdos con los contemporáneos, y darles noticias del pasado a las nuevas generaciones de lectores.

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