Opinión

Breve historia de un pueblo al que gobernó el nativo de un estado vecino del sureste / A

Breve historia de un pueblo al que gobernó el nativo de un estado vecino del sureste / A
Periodismo
Abril 13, 2018 22:07 hrs.
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Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com

Todos los pueblos sobre la tierra, independientemente de su condición, en algún punto de su historia acaban por ser victimas de un iluminado quien les vende espejitos haciéndoles creer que él, con una varita mágica, habrá de resolverles todos sus problemas. Haciéndoles escuchar lo que quieren oír, les ofrece la vía fácil del regalo sin dejarles tiempo para pensar de donde saldrán los recursos para cumplir tales ofrecimientos. Nada se les comenta de que para repartir riqueza primero es necesario generarla. Sin embargo, inmersos en esa dinámica, los pueblos optan por colgarse de la retórica fácil y olvidan que cuando tuvieron momentos de grandeza fue producto de la participación conjunta de todos los habitantes quienes, cada uno cumpliendo con la parte que les correspondía, pudieron mejorar sus condiciones de vida. Olvidan su historia y creen que el mundo y la humanidad existe a partir de ellos. Así le sucedió a aquel pueblo, sobre cuya historia no somos especialistas, pero que no deja de atraernos por lo que significa en el contexto de la civilización occidental. Al respecto, comentaremos en este espacio y colaboraciones siguientes.
En el libro ’The Dark Ages (1968),’ Isaac Asimov inicia la narrativa mencionando que ’alrededor del año 1000 A.C. un grupo de tribus integradas por hombres incivilizados -altos, de piel clara, y cazadores salvajes de venado- moraban al norte y el sur de la boca del Mar Báltico, en las tierras que hoy son conocidas como Dinamarca, el sur de Suecia y Dinamarca y el norte de Alemania. De donde provenían, nadie lo sabe.’ El idioma que hablaban era totalmente distinto al que prevalecía entre las tribus del este y el sur. Habrían de trascurrir muchísimos años antes de que ’los romanos encontraran a una tribu descendiente de aquellos salvajes (que aun lo eran)…’ Como los romanos no entendían la lengua que aquellos seres primitivos hablaban, los nombraron como fonéticamente lo entendían llamándolos germanos.
Esas mismas tribus, los germanos, son calificados como barbaros, lo cual debemos apuntarlo, se debe a que para los griegos y romanos quienes no hablaran su lengua caían dentro de esa categoría. Sin embargo, también es importante mencionar que tiempo después fueron ese grupo de germanos ayudaron a destruir ’parte del imperio romano y su falta de aprecio por la cultura y la enseñanza dio pie para que la palabra bárbaro adquiriera el significado que hoy tiene de analfabeta e incivilizado.’ Sin embargo, pese a que los romanos fueron capaces de dominar a otras tribus bárbaras localizadas en la región de España, las Galias y Bretaña, no pudieron conquistar a los germanos quienes liderados por un guerrero llamado Arminius (Hermann) los derrotaron hacia la frontera occidental del Río Rhein en donde iniciaron una vida dedicada a la agricultura.
Sin embargo, llama la atención lo citado por Asimov referente a lo que el historiador Cornelius Tacitus publicó, en el año 98, en un libro de 50 páginas. En ellas describe a los germanos como altos, vigorosos, fascinados con la cacería, fieros y crueles, pero honorables y hospitalarios. En igual forma, Tacitus advirtió que el vigor y la independencia de los germanos los convertiría en una amenaza para Roma cuya sociedad en ese momento se caracterizaban por su blandenguería y declive. Con el paso del tiempo, los germanos empezaron a agruparse en confederaciones y mas tarde en uniones mayores. Para 233, ya estaban agrupados en una confederación de tribus ubicadas en el sur y el sureste de Alemania. A ellos, ’los romanos los llamaban Alemanni, la cual se deriva de la palabra alemana, ‘todos los hombres.’’ Y ello daría inicio a un periodo de confrontaciones en donde uno se alternaba en el dominio del otro, sin que ello evitara que hubiera periodos de paz en donde la comunicación y el intercambio de bienes se suscitaba. A la par, se suscitó otro fenómeno, los germanos emigraron al imperio romano. Dado que los ciudadanos romanos, acostumbrados a la vida fácil y de lujos, no querían ingresar a las filas de la milicia, a las autoridades no les quedó sino optar por buscar soldados mercenarios, los cuales los encontraron en los germanos. En este proceso, los germanos fueron adentrándose en la vida de la sociedad romana y empezaron a incorporarse a la religión romana la cual desde los tiempos del emperador Augusto había nacido, el cristianismo. Este tuvo su origen como una secta disidente del judaísmo, pero pronto fue aceptada por los no-judíos. Para el año 300, una cuarta parte de la población romana practicaban dicha religión. Sin embargo, entre 306 y 312, el emperador Constantino I convertiría al cristianismo en la religión oficial. Esta religión acabaría por borrar los signos paganos de los germanos, aun cuando no podría terminar con uno de ellos el árbol de Navidad que llega hasta nuestros días. Pero hay algo interesante que mencionar.
Allá por la década de los 330s, el cristianismo se presentaba en formas diversas, pero existían dos sectas que predominaban. Una de ellas era promovida por ’un sacerdote llamado Arius (y por consiguiente llamada Arianismo), quien enfatizaba la importancia de Dios. Jesucristo era considerado un humano, una criatura subordinada a Dios. En otra perspectiva, Dios, Jesucristo y el Espíritu Santo eran tres aspectos iguales de un solo Ser.’ Esta última aversión fue la que prevaleció y los obispos la adoptaron como la doctrina de la iglesia universal, naciendo da ahí que quienes la profesaban fueran llamados católicos, un vocablo que se deriva de la palabra griega que significa universal. A lo largo de la cuarta centuria las dos versiones prevalecieron, pero la rivalidad prevaleció llegando en ocasiones a manifestarse de manera violenta. En ese contexto, al paso de los tiempos, la versión aria del cristianismo fue adentrándose entre los miembros de las tribus germánicas, mientras que la otra se impuso entre los romanos quienes se convirtieron en un pueblo totalmente católico. Una explicación que da Asimov para esta división es que ’las tribus germánicas vivían bajo una forma primitiva de monarquía, en la cual el rey era mas visible y no se encontraba en una posición marcadamente superior a la de sus guerreros, lo cual favorecía la perspectiva de que Jesucristo no estaba muy por arriba de su gente. Ellos miraban a Jesucristo como un líder de la tribu.’ Esta perspectiva diferente habría de ser muy importante en el devenir de la historia del pueblo germánico.
Durante los años porvenir, entre 962 y 1806, desde la Edad Media hasta la Edad Contemporánea, prevaleció el Sacro Imperio Romano Germánico, el cual desapareció el 6 de agosto de 1806 cuando Francisco II renunció a la corona imperial para mantenerse únicamente como emperador austríaco, debido a las derrotas sufridas a manos de Napoleón I. En su lugar, la Confederación del Rihen fue constituida por dieciséis estados germánicos incluyendo Baviera y Wurtemberg. Posteriormente como resultado del Congreso de Viena, se creó, en 1815, la Confederación Germánica integrada por 39 estados alemanes bajo la dirección de la Casa de Austria que gobernaba en la vecindad del sureste. Uno de los problemas que enfrentaron los austriacos fue el nacionalismo alemán que iba en ascenso. Para mediados del siglo XIX, el deseo de una Alemania unificada era creciente. Muchos eran quienes deseaban una Alemania unificada. Sin embargo, durante las revoluciones de 1848, la Confederación Germánica fue incapaz de dar un apoyo efectivo a la causa nacionalista germánica. Posteriormente a 1850, los germanos nacionalistas enfocaron sus miras a determinar bajo que liderazgo habrían de conducirse, las opciones estaban entre Austria y Prusia.
En el caso de la primera, tenia la ventaja de poseer una larga tradición de supremacía, dominaba la confederación y como un país católico tenia una influencia importante sobre quienes profesaban esa religión en el sur de Alemania. Además, contaba con un ejército fuerte y poseía recursos naturales en abundancia que superaban por mucho a los que Prusia tenía. Por el lado negativo, Austria era un imperio multinacional, apenas si fue capaz de sobrevivir la crisis derivada de las revoluciones y la mayor parte de sus habitantes no eran germanos, a lo cual se agregaba el hecho de que su catolicismo los contraponía con los habitantes del norte quienes profesaban el protestantismo.
Por su parte Prusia contaba con una población exclusivamente germánica, tenía una tradición autocrática que era más aceptable para los liberales alemanes, sus pobladores profesaban el protestantismo y había experimentado un desarrollo económico importante a lo largo de la región del Rhien. Pero antes de continuar, demos un repaso breve a lo que fue la historia de Prusia entre los siglos XVII y XIX.
En la centuria XVII, Prusia tenia un gobierno centralizado apoyado en un ejército poderoso que fue capaz de someter a los miembros de la nobleza terrateniente, los denominados Junkers y hacerlos que canalizaran sus esfuerzos hacia el servicio del estado. A finales del siglo XVIII, Prusia, gracias a su ejército, amplio sus dominios territoriales, lo cual le permitió alcanzar el estatus de uno de los poderes mas importantes. Sus gobernantes, se distinguían por su liderazgo y contar con una burocracia que era calificada de honesta. Para el siglo XIX, tras de las Guerras Napoleónicas, se le otorga Prusia una gran parte de la ribera del Rhine. Esta zona, se convierte en el centro de la revolución industrial en Alemania. Su población se caracterizaba por apegarse a los principios liberales. Sin embargo, entre las diversas clases se dieron confrontaciones ya que los financieros, los industriales y los profesionales se quejaban de que el poder estaba monopolizado por la aristocracia terrateniente quienes conjuntaban fuerzas con los miembros de las clases medias. La demanda era que se estableciera un sistema parlamentario similar al inglés. Su gobernante, Friedrich Wilhelm IV, de la Casa de Hohenzollern, promulgó una constitución en 1848, pero gobernaba autocráticamente no obstante que imperaba una legislación representativa. A pesar de estas diferencias, Prusia progresaba, controlaba la mayor parte de las aduanas de Alemania, se implantaron medidas para terminar con la condición a que eran sometidos trabajadores agrícolas laborando bajo un esquema feudal. A principios de los 1850s, la prosperidad vino de la mano de la expansión económica e industrial. Se desarrolló un sistema de tarifas para proteger a las industrias nacientes, se realizaron actividades de mejoras para facilitar el tránsito en ríos y caminos. En todo este proceso de desarrollo económico tuvo un papel fundamental la cooperación amplia que se dio entre las universidades y las escuelas tecnológicas.
Finalmente, en noviembre de 1850, mediante el Tratado de Olmütz, Austria forzó a Prusia para que desistiera de su idea de unificar Alemania mediante una unión federal que estaría dominada por la segunda. Se restauró la Federación Germánica incluyendo a los dos primeros, bajo el dominio de Austria. No seria sino hasta 1858 cuando las cosas en Prusia empezarían a cambiar.
En ese año, Friedrich Wilhelm IV sufrió una crisis mental y fue sustituido por su hermano Wilhelm I quien entre 1858 y 1861 actuó como Príncipe Regente y a partir del ultimo año mencionado se convirtió en Rey de Prusia. Inmediatamente reemplazo a quienes habían venido actuando como miembros del gabinete durante el reinado de su hermano, sustituyéndolos por personales con ideas mas liberales. Aun cuando respetó la Constitución, no dejo de ejercer su autoridad ejecutiva. Una de sus preocupaciones mas importantes era contar con un ejercito poderoso por lo cual nombro a Albert Von Roon como ministro de guerra. El tiempo mostraría lo acertado de esa decisión, el ejercito prusiano se convirtió en el mas efectivo de Europa. Esto no fue exento de problemas. En 1862, el parlamento no quiso autorizarle un incremento en le presupuesto para cubrir los gastos del ejército. Ante los problemas, Wilhelm I planteó su abdicación, pero su hijo, el heredero al trono, lo convenció de que no lo hiciera. Posteriormente, atendiendo a las sugerencias de Von Roon, nombró a Otto von Bismarck como Ministro Presidente de Prusia quien solamente respondia a la autoridad del rey y presidia el Landtag (el parlamento). A partir de ese momento, empezaría a construirse la unificación de Alemania. Sobre eso, y quien era Bismarck, nos ocuparemos en la colaboración siguiente sobre la historia de una nación que con toda su grandeza, años después, sus habitantes cometerían un error garrafal, muy costoso para ellos y para la humanidad, al seleccionar como líder a un sujeto nativo de un estado vecino del sureste, pero aun no llegamos ahí en la narrativa. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (1) La última vez que nuestras autoridades adoptaron una postura digna ante un insulto clerical fue en febrero de 2015 cuando el sencillito argentino nos estigmatizó. Se le envió una nota diplomática de protesta firmada por un católico practicante quien entonces se desempeñaba como canciller. Ante eso, el porteño sudamericano tuvo que recular y ofrecer una disculpa. Si así actuaran siempre, el respeto prevalecería en la relación.
Añadido (2) Hasta donde llegara la estulticia de algunos quienes no acaban de percatarse que nos quieren convertir en un estado teocrático. ¿Acaso ya se olvidaron de lo que nos sucedió durante tres siglos y medio en que vivimos bajo el yugo de la religión?
Añadido (3) Alega ser el mesías de trópico por lo cual puede hablarse de tu con el otro quien se dice investido de poderes celestiales. Ninguno de los dos ofrece evidencias objetivas de su condición, pero igual sus seguidores les creen.
Añadido (4) ¿Cómo se atreve ese fulano, enemigo del estado laico, a proclamarse heredero del Estadista Benito Pablo Juárez García? ¿No se ha percatado de que la levita negra supera por muchísimas tallas el perchero, barriga incluida, que porta?
Añadido (5) La ciudadana del rebozo no iba a quedarse atrás y, actuando acorde a su pasado, también embistió al estado laico.

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